Prologo

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Nota: Re Editado: 06/12/20

¡Ho, humanidad! Hubo una época en la que pasaba la mayor parte del tiempo, reflexionando y cuestionándome con duda ¿Qué había sido de ella? En aquel entonces, mi mente se encontraba en constante conflicto. Las historias de los días dorados escuchadas durante mi juventud reverberaban en mi cabeza ante el inmenso contraste de la era actual, y no me dejaban digerir fácilmente la realidad. Una realidad que superaba con creces mis sueños más locos, y que cual fractura, dejo secuelas. Imperceptibles a la vista, pero sensibles ante ciertos estímulos.

La historia dicta que el ser humano se levantó de entre todos los organismos que constituían al planeta tierra, como la especie dominante. No obstante, el orgullo, la avaricia y el egoísmo de los hombres, terminarían siendo nuestra propia ruina. En este punto, ahora que lo pienso detenidamente. Creo que en su momento fue estúpido anteponer cualquier pregunta intentando justificara el porqué de la caída de la raza humana. Cuando a estas alturas, es más que obvio que la humanidad en si misma fue la causa de todos los problemas. No es que nos menosprecie como especie. Pero es inevitable ocultar la verdad sobre nuestra naturaleza egoísta, violenta, y auto destructiva.

Parece justica poética el que pasáramos tantos siglos inmersos en constantes conflictos. Erigiendo brechas de superioridad para separarnos, y creando armas con el simple objetivo de matarnos los unos a los otros. Enajenados, en la búsqueda de desarrollar el arma definitiva, cuya eficiencia, precisión, y letalidad, nos permitiera mantener el control del endeble status quo a nuestro favor. Sin siquiera percatarnos que, al tratar de eliminar seres de nuestra misma especie, simplemente nos estábamos eliminando a nosotros mismos. Cavando así el hoyo de nuestras propias tumbas.

El primero que pagaría por los pecados de la humanidad, sería el planeta mismo. Con un gran incremento de la temperatura en la corteza terrestre. Producto de la sobre contaminación ambiental del aire, y la radiación remanente de armamentos nucleares detonados a finales de la cuarta, y última gran guerra. Eventos que convirtieron parte de la tierra, en planicies infernales de calor abrazador, y en alguno otros casos, yermos irradiados, e inhabitables. Donde la vida jamás volvería a florecer en eones.

Fue en ese entonces que la humanidad por primera vez toco fondo, ante la adversidad. Irónicamente, solo nos dimos cuenta de nuestros errores, cuando la miseria en la que habíamos sumergido a nuestro mundo nos explotó directamente en el rostro, y el daño era irreparable. No podíamos hacer nada, solo tratar de adaptarnos y sobrevivir. Relegados a escapar hacia las profundidades de la tierra. Donde construimos ciudades artificiales, e intentamos escondernos de la dura realidad. Como si nadada hubiera ocurrido.

Pasarían poco más de doscientos años antes de que la raza humana lograra una forma de habitar parcialmente la superficie de la tierra. A través de la creación de ciudades domo. Construidas mediante esfuerzo combinando de todas las naciones supervivientes. Quienes emplearon todos los recursos existentes, junto con el conocimiento humano de la época en los campos de ingeniería, física, mega robótica y construcción. Para crear estos refugios que permitirán al hombre regresar al mundo exterior, o al menos a la superficie terrestre. Sin el temor a morir ante la inminente radicación solar de los rayos UV, ocasionados por la casi inexistente, débil, y desgarrada capa de ozono.

Eventualmente la vida volvería ligeramente a la normalidad, mientras más ciudades domo eran construidas sobre lo que quedaba de los continentes, y algunas otras en los lechos marinos más profundos de los océanos radiactivos. La humanidad había perseverado lo suficiente para recuperar el paraíso perdido de nuestros antepasados. Fue así que los hijos de los hombres renacieron ante un futuro incierto, arrojando aun lado el pasado velico de conflictos que solo había dejado muerte y dolor a su paso. Levantando finalmente una bandera de paz duradera.

Genetic: Coctel de ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora