Chapter 3

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Los días fueron pasando entre gimnasio y cenas "familiares" hasta que llegó el día en el que se encontró con su padre haciendo equipaje para irse por fin de vacaciones. Había pasado un mes ya desde el comienzo del verano. Su padre le aseguró que le llamaría todos los días desde Florida y que querría que le cogiera el teléfono a la primera. Los tres se despidieron y Stiles entró en la cocina para prepararse el batido proteico de sabor asqueroso al que ya se había empezado a acostumbrar. Subió las escaleras y se dirigió al baño.

Al quitarse la ropa se miró al espejo y una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro. El anuncio que le había animado a apuntarse al gimnasio no había mentido. En tan sólo un mes de entrenamiento diario (en su caso el doble de tiempo, ya que tenía demasiadas horas muertas), una dieta sana y rica en proteínas, había logrado unos bonitos músculos. Pero no músculos exagerados, tan sólo un poco, lo justo. No quería muscular más, eso lo veía exagerado e innecesario completamente. Ése era el aspecto que buscaba. Pasó su mano sobre sus pectorales y tras otra sonrisa, se metió en la ducha, dejando que las frías gotas de agua recorrieran su espalda en formación. Salió y se envolvió en una toalla para ir a vestirse con unos pantalones de deporte y una camiseta a la que le había quitado las mangas. Ése día iría a correr un poco por el bosque antes de ir al gimnasio, hacía demasiado buen tiempo para pasarse el día encerrado entre las paredes del edificio.
Desde el patio trasero de su casa corrió hacia uno de los accesos a las rutas peatonales del bosque, se conectó su reproductor de música, se puso sus auriculares y comenzó una carrera solitaria.
Sus pasos retumbaron sobre la gravilla un par de kilómetros hasta que se propuso hacer algo más de resistencia física. Por el bosque sería más complicado correr, esquivando ramas y huecos en el suelo, así que decidió internarse a lo más profundo. Corría y esquivaba árboles y arbustos sin gran dificultad, saltaba por algunas rocas e incluso se atrevió a impulsarse con algunas ramas bajas de los árboles.
Su carrera sin rumbo le había llevado de frente a uno de los lagos. Miró alrededor y se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba. Rio amargamente, pero la vista del agua del lago, tan tranquila, le invitó a meterse dentro.
Se deshizo rápidamente del iPhone y sus auriculares, así como de la camiseta y las deportivas, y sin dudarlo más se tiró al agua. Nadó un poco y se relajó dejándose flotar mirando el cielo azul que había sobre él.
-¿Stiles? -dijo una voz desde la orilla. Levantó la cabeza y se encontró a Derek con los brazos cruzados sobre su pecho y mirada interrogante y sorprendida. -¿Qué haces tú...? -pero se cayó al verle el torso, cuando el humano ya salía del agua, lo que hinchó de orgullo a Stiles, pero lo disimuló, cómo no, con su sarcasmo habitual.-Vacaciones. -dijo simplemente.-No te has ido. -afirmó Derek, no era una pregunta.-Muy observador. -dijo de nuevo con sarcasmo. -Nah... ¿playas y rutas de carretera? Paso, eso no es lo mío. Así que decidí darme a la vida sana. -dijo riendo de medio lado mientras se agachaba para coger sus cosas. Se sentó en el suelo bajo la atenta mirada del beta y comenzó a calzarse. -Tú tampoco te has ido.-Alguien tiene que proteger el territorio de posibles intrusos. -dijo agachándose para coger el iPhone de Stiles que aún estaba en el suelo. -Lo tienes en modo avión. -observó.-No me gusta que me molesten mientras hago deporte. -dijo quitándoselo de las manos una vez se había incorporado.-¿Desde cuándo?-Desde que hago deporte. -dijo secamente. Derek frunció el ceño, parecía haberse dado cuenta de que Stiles había cambiado. ¿Desde cuándo hablaba tan poco el muchacho? -En fin, me voy ya, tengo cosas que hacer.
Caminó hacia los árboles y comenzó a trotar para terminar en carrera. Corría de nuevo sin rumbo, pero si algo tenía claro era que, después de haber visto la mirada de sorpresa y aprobación por parte de Derek a su cuerpo, no iba a dejar claro que "seguía siendo el niño inútil" que se perdía por el bosque.
Al cabo de un rato encontró un sendero que le resultaba familiar y lo siguió. No se equivocó, pues poco tardó en llegar a un sitio conocido: el instituto. Lo rodeó sin cambiar el ritmo y corrió a través de las calles de Beacon Hills hasta llegar a su casa.
Fue entonces cuando quitó el modo avión y llamó a su monitor para informarle de que iba ya para el gimnasio. Se dio una ducha rápida para quitarse el sudor y la suciedad del polvo del sendero y tras cambiarse de ropa y preparar la bolsa del gimnasio con ropa de calle para después de su entrenamiento, se subió a su Jeep.
Aparcó donde siempre y entró sin dudarlo. En el interior del recinto, saludó a varias personas que había conocido durante ese mes y se dirigió a su entrenador, que le lanzó unos guantes de boxeo.
-¿Y esto?-Ayer me dijiste que no querías más musculación. Así que he pensado que el boxeo te mantendrá en forma y, aunque ganarás un poco más de masa muscular, evitará que pierdas la que ya has ganado. -dijo sonriendo.-Bien... pero ¿estás preparado para una paliza? -bromeó él.
Comenzaron la clase de boxeo y a Stiles le agradaron los halagos de su entrenador, Max. Al parecer no era tan malo como él se había esperado, era ágil y había ganado bastante músculo y fuerza durante el mes anterior, por lo que, según su monitor, era algo digno de admiración.
Tras acabar la clase, se fue a la ducha y se cambió. A la salida del vestuario se encontró con Max, que le propuso ir a tomar una cerveza a la taberna de al lado. El joven asintió de buen grado y se sentó en el banco esperando a que saliera su entrenador. Ya dentro de la taberna, Stiles le recordó que era menor, pero Max le restó importancia alegando que una cerveza no le iba a matar. Fueron cuatro cervezas las que se tomó cada uno entre risas y conversaciones sin sentido, y tras eso, dejaron el recinto para ir cada uno hacia su coche. El monitor se despidió apretándole con la mano en su hombro y se fue a por su coche, aparcado en la otra dirección.
Stiles caminó hacia su jeep y, aparcado junto al Jeep se encontró un Camaro negro. Miró a su alrededor y no vio a nadie. Se encogió de hombros y mientras sacaba con manos torpes (debido a la ingesta de alcohol) las llaves del coche, miró su móvil. Vio dos llamadas perdidas, pero antes de que pudiera comprobar quién le había intentado localizar, una mano se posó sobre su hombro. Con inesperada velocidad se dio la vuelta y alzó el puño, que fue parado sin problema por un Derek con ojos brillantes en la oscuridad.
-¿Me sueltas la mano? -dijo el muchacho con voz pastosa. -Gracias. -dijo abriendo y cerrando la mano para contrarrestar el dolor del golpe a un lobo. -¿Qué haces aquí?-Te buscaba.-¿Por qué? -preguntó alzando una ceja.-Tenía curiosidad por saber qué cosas tenías que hacer. -dijo el beta sin inmutarse.-Bien. ¿Ya lo sabes? Genial, pues me voy a casa. -dijo dándose la vuelta otra vez para encarar a su Jeep.-Por el bien de tu coche, guarda las llaves. Yo te llevo a casa.-¿Por el bien de mi coche? -preguntó confundido.-Si no guardas ahora mismo las llaves, te rajo las ruedas. -contestó simplemente.-¿Y a qué viene ese ataque tan gratuito? -preguntó el muchacho envalentonado.-A que vas borracho.-No voy...-Sí. Apestas a cerveza y ni siquiera se te entiende cuando hablas. -en un rápido momento le arrebató las llaves de la mano, fue hacia la puerta del conductor del Camaro y le indico a Stiles con la mirada para que subiera.-Vale, vale... no te pongas a aullar, chucho. -dijo abriendo la puerta para sentarse en el asiento del copiloto. -¿Me das las llaves ya?
Derek le dirigió una mirada que le dejó clara la respuesta e hizo que se acomodara en el asiento con un suspiro de resignación. El motor rugió y se dirigió hacia Beacon Hills. Durante el trayecto, Stiles miró quién le había llamado: Scott y Derek.
-Me has llamado.-El gimnasio te ha dado grandes dotes de observación. -contestó el lobo con un tono sarcástico más propio de Stiles que de él.-Y me has seguido.-De nuevo haces muestras de tu gran percepción.-¿Eres mi novia celosa? -dijo riendo Stiles y recibiendo una mirada asesina del beta que, lejos de amedrentarle, le envalentonó. -¡Oh, es eso! Vaya, Derek, me halagas, pero... verás...-¿Estás más interesado en ese rubio? -le cortó.-Max.-No me importa cómo se llame.-Pues a mí sí me importa que te refieras a él con respeto. Después de todo, ha sido mi única compañía durante este mes. -dijo Stiles mirándole con el ceño fruncido.-¿Es por él que te has apuntado al gimnasio? -preguntó Derek sin siquiera mirarlo.-¿Qué insinúas?-No insinúo nada. En Beacon Hills hay muchos más gimnasios mejores que ése, y te recorres todos los días casi 40 kilómetros para venir a este. Supongo que habrás tenido cierta motivación extra para dejar el porno de internet y los videojuegos para ponerte a hacer deporte.-Mi motivación ha sido otra. -dijo entre dientes... ¿Cómo se atrevía ese lobo amargado a mencionar siquiera su adorado porno? Ahora que lo pensaba... llevaba mucho tiempo sin masturbarse. Bueno... ya tenía plan para antes de dormir.-¿Y cuál ha sido esa bendita motivación?-Aburrimiento.-Antes para quitarte el aburrimiento te la cascabas a todas horas.-¿Quieres dejar de decir si me la casco o no? Gracias. Porque no es asunto tuyo. -espetó el muchacho. -Tú y yo no somos amigos, tal vez nos toleremos por personas en común, pero ni tú me aguantas a mí, ni yo a ti.
Derek asintió y siguió conduciendo con gesto más serio del habitual en dirección a la casa de los Stilinski. Stiles aprovechó ese momento para devolverle la llamada a Scott que, de nuevo, tenía el teléfono apagado. Últimamente se relacionaban por mensajes en el buzón de voz.
-En fin, de nuevo tienes el teléfono apagado. Sólo te llamaba para saber qué querías, pero bueno, ya ves que estoy bien, no te preocupes papá-alfa. Tu beta me tiene vigilado. Ya hablamos.
Colgó justo a tiempo para ver cómo su casa aparecía. Se quitó el cinturón antes de que Derek llegara a parar el coche y abrió la puerta para salir y coger su bolsa del gimnasio. Se despidió con la mano y al llegar a la puerta comenzó a tocar sus bolsillos en busca de sus llaves.
-Vas borracho. -dijo una voz justo en su nuca. Se dio a vuelta y se encontró con un Derek peligrosamente cerca, que alzó la mano y le dio las llaves. -Mañana te vengo a buscar para llevarte al gimnasio. -dijo antes de dirigirse hacia su reluciente Camaro.-Idiota... -murmuró el muchacho antes de entrar en la casa. Sabía que el beta lo había escuchado, pero la cerveza hacía que fuera más valiente de lo que debiera. Se quedó parado detrás de la puerta y escuchó el rugir del motor alejarse.
Sacudió la cabeza y subió las escaleras en dirección a su cuarto. Sin siquiera cambiarse de ropa, se dejó caer sobre el colchón. Había sido un día duro: después de correr por el bosque, nadar en el lago y la clase de boxeo, la "conversación" con Derek era lo que más le había cansado, sin lugar a dudas. Cerró los ojos y sin poder hacer más, se quedó profundamente dormido.

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