I. Pérdida

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Capítulo uno
Pérdida
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El cabello cobrizo de la chica danzaba sobre su rostro debido al aire fresco que ingresaba por la ventana del vehículo, había dejado atrás una pequeña parte de su corazón pero no podía seguir llorando el resto de su vida, al principio le va a cost...

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El cabello cobrizo de la chica danzaba sobre su rostro debido al aire fresco que ingresaba por la ventana del vehículo, había dejado atrás una pequeña parte de su corazón pero no podía seguir llorando el resto de su vida, al principio le va a costar  pero estaba segura que el tiempo podría sanar o al menos dejarle una pequeña cicatriz en su corazón.

Era ley de la vida el que muchas veces nos fijáramos en las personas equivocadas, los cuales  provocarían nuestra propia destrucción; aunque entre la razón y el corazón, siempre ganaría las emociones en la chica. Un pequeño ser inestable llena de tantas inseguridades, miedos y defectos, pero a su vez con una luz interior tan preciosa opacada por ella misma.

Pero sufrir es amar...

No era el fin del mundo, ni muchos menos que se la pasará en un estado depresivo eterno, solo debía dejar que el río desbordado en su interior volviera a su causa, y de esta manera tomar la fuerza suficiente para volver a comenzar. No es la primera vez que esta sumergía en una situación de aquel tipo, puesto que el golpe más duro que tuvo en su vida fue haberse enterado que fue adoptada cuando era una pequeña bebé.

—Todo va a estar bien—susurró la chica, justo en el momento que se estacionó el auto.

Artemis había estado muy ansiosa desde hace unos días atrás al saber que se mudará a un lugar diferente, donde debía comenzar de cero sin ninguna clase de ayuda, más que la de su madre, ya no tenía a su mejor amigo haciéndole compañía pero en cierto punto era grandioso, porque así podría superar aquellos sentimientos por él.

Aunque tuviera unas inmensas ganas de llorar nublando en su interior, como siempre lo oculto con una sonrisa, la que formó en sus labios al ver la casa frente a ella, está era pequeña de dos pisos, pintada de paredes blancas mientras las ventanas y puertas eran de un marfil bien oscuro, pequeña y acogedora, algo que le gustaba.

Sin decir ni una sola palabra se bajo del vehículo, camino hasta el maletero para sacar su maleta, y dirigirse al interior de la vivienda cargando las pocas pertenecías que traía porque el resto llegaría al día siguiente. Por un momento ella volteo a mirar en dirección de su madre que sin perder tiempo realizo un movimiento con su mano indicándole que su habitación estaba en la parte de arriba. 

La pelirroja soltó un largo suspiro de sus labios, al mismo tiempo que realizo un pequeño asentimiento con la cabeza antes de comenzar a andar escaleras arriba, tal vez necesitaba por un momento despejar todo el enredo mental que tenía, estando segura que de ahora en adelante le comenzaría a ir mejor en las cosas o simplemente no, de hecho nadie sabía eso.

El destino es muy incierto.  

Ella ya estaba acostumbrada a aquella sensación en su pecho, nunca se sintió especial en este mundo pero siempre trato de sonreír para mostrar lo mejor de sí, dejar que las personas vieran que era "feliz" pero a la final, siempre se sintió desplazada como un cero a la izquierda, era normal percibir como si su corazón estallará de dolor pero así era la vida muchas veces no tenemos lo que tanto queremos o si lo tenemos igual sufrimos. 

—Ya debería dejar de pensar tanto—susurró para si misma.

La chica de cabellos cobrizos soltó otro profundo suspiro, ya había dejado la mochila sobre la cama; y de esta manera decidió ir a tomar un poco de aire afuera. Por lo cual, salió sin hacer ruido de su habitación percatándose que su madre estaba en la cocina haciendo algo para comer, así que no le dio mucha importancia para salir por la parte trasera de la casa que conectaba con el bosque. 

Artemisa con tan solo poner un pie afuera lleno sus pulmones con el fresco oxigeno, era sumamente interesante que su nueva vivienda conectara con aquel bosque, dado que su antigua casa era igual, así que decidió ir a dar un pequeño paseo; aprovechando el hecho que aún hay luz del día. 

Paz...

Eso era lo que sentía cada vez que su ser estaba en contacto con la naturaleza, se olvidaba de todo, ya no habían malos pensamientos o sentimientos en su pecho, ese dolor que genera un corazón roto desaparecía por completo, siendo remplazado por la mejor sensación de tranquilidad y comodidad. 

(...)

La chica ni siquiera se percato en que momento comenzó a correr entre la espesura del bosque, era como si sus piernas hubieran reaccionado solas, a la vez que una suave capa de sudor hace su aparición por la frente debido al esfuerzo físico, provocando que delgados mechones de cabellos rojizos quedarán pegados allí en esa zona de su angelical rostro.

Ya estaba anocheciendo.

Los últimos rayos de luz se colaban entre las copas de los pinos altos de aquel lugar, aunque no lo quisiera admitir estaba pérdida por dejarse llevar de sus impulsos, cual espíritu libre que es. Ella por un momento se detuvo al momento en que sus oídos captaron un sonido inusual de varias ramas grandes rompiéndose muy cerca suyo. 

Artemisa tan temeraria como siempre había sido, decidió  caminar en dirección al donde vino el ruido, no tenía miedo sino mucha curiosidad, atreviéndose con un movimiento de sus manos a remover las ramas de aquel arbusto bastante alto del cual provino el ruido inquietante, solo esperando que no se tratase de algún animal salvaje que la llevará a su fin.

No obstante, por un segundo sus manos hicieron contacto con algo sumamente suave, como si de un pelaje de animal se tratase, provocando que involuntariamente alejara sus manos de aquello, su respiración se aceleró por completo a la vez que comenzó a retroceder torpemente en método de huida, que sinceramente fracaso al enredarse con sus propios pies y cayera al suelo áspero. 

La luz de la luna esa noche brillaba singular dando aquel toque mágico que trae consigo el astro nocturno, la piel de la blanca chica brillo como el lomo de un armiño, sus ojos se iluminaron bajo el hechizo magistral, el profundo color griseado de la plata lunar...  

Ella descendiente de la luna...

Unos gruñidos de una bestia llegaron a los tímpanos de la pelirroja, la cual solo mantuvo su mirada al frente con un toque de miedo, al darse cuenta que del arbusto comenzó a  salir un  lobo alto y desgarbado con las patas sobre dimensionadas de pelaje color arena suave.

 El animal mostraba sus diente filosos mientras que daba cada paso hacía la joven como un depredador a su presa, pero solo fue por un corto periodo porque se quedó mirándola curiosamente, buscando algo en ella pero no fue hasta atreverse a mirarla al rostro justo en el momento que pareció que una dama le habló al oído...

Obsérvala y ella te desnuda el alma, arranca de sutil manera el corazón y desprende el alma con un beso...

Y allí sintió que estaría perdido...

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Hola, mis amores

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Hola, mis amores.
Aquí les traigo el capitulo de está historia.
Ahora sí
¿Qué les pareció? ¿Les gusto? o ¿No?

Besos 😘😘😘

𝐌𝐨𝐨𝐧 ― 𝓢𝓮𝓽𝓱 𝓒𝓵𝓮𝓪𝓻𝔀𝓪𝓽𝓮𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora