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Su rostro era acariciado con los rayos del sol, cálidos que le hacían permanecer en cama un rato más. A su lado era vacío y frío, sin embargo, su aroma seguía impregnado. Suspiró lentamente al escuchar el canto de una ave, sonriendo al saber de quién se trataba y anhelando que fuese una corazonada. El crujido del colchón era música para sus oídos y el caminar lento llamaban su atención y le recordaban que tenía compañía. Frunció el ceño y sonrió en cuanto su cabello fue despeinado, sus manos húmedas recorrían su rostro y bajaban para terminar sobre sus hombros y aunque no quisiese abrir por completo sus ojos, veía por los pequeños espacios su atuendo desordenado. 

Deberías seguir durmiendo su voz era tranquila y con una sonrisa le daba la bienvenida a un nuevo día. Tomé una ducha, espero que no te moleste. Tomó las llaves que yacían sobre la mesa y antes de salir giró y caminó sólo unos pasos para estar cerca del pelinegro. No olvides tocar el chelo. besó su mejilla y sin más salió.

Abría la ventana dejando pasar a su amada, a aquella que le hacía compañía noche y día y la que ha escuchado sus lamentos y no ha dado consejos. Repetía la misma acción de siempre, dejaba un tazón en el borde incitándole a comer del mismo y caminaba por doquier escuchando como sus diminutas uñas chocaban con el piso. Observó desde lo lejos su chelo, guardado como aquellos sentimientos de los cuales hace intento de olvidarlos y se vio obligado a salir de su mundo al sentirle sobre su hombro, picoteando su cuello para dejar marcas. 

Lo sé, debes tener mucha hambre. volvió a la ventana para dejarla al lado del tazón, acariciaba su cabeza con cuidado y sonrió en cuanto dio el primer bocado. Sigilosamente retrocedía para volver al lugar inicial, tomó el instrumento y con las yemas de sus dedos delineó su figura. —Tal vez Jimin tenga razón. abría con cuidado el estuche y se detuvo en cuanto escuchó un golpe. Su corazón palpitó rápidamente, dándole poco tiempo de poder respirar con normalidad, su amiga la paloma había dejado caer su comida y volaba asustada por la habitación, pensando seguramente de que aquello fue un crimen atroz. 

No sabía que hablabas con los animales —quiso gritar al escuchar su voz, su sonrisa burlona le incitaba a iniciar una discusión y se sorprendió al verlo en perfecto estado, fumando en compañía de un trago en plena luz del día donde los vecinos son testigos de su armonía. 

Solamente hablo con ella. —se defendió ignorando el hecho de querer pelear. Se puso en cuclillas para recoger la comida restante y la tranquilizó al tenerla en sus manos, besando su cabeza para dejarla sobre la cama y ver como caminaba con dificultad sobre la misma. Por otro lado, Taehyung nunca apartó la mirada. 

Te estuve observando. —dio una calada a su cigarrillo y continuó. —Duermes como un bebé. —sonrió viendo el interior de su casa como si estuviese pendiente de no ser escuchado. —El chico de hace unos minutos, ¿es tu novio? 

Es mi hermano —contestó sin pensarlo. ¿Por qué tendría que pensarlo? Jimin era su hermano, sin embargo, había dudado por un segundo. —¿Por qué piensas que es mi pareja? 

—Porque le gustas —frunció el ceño al colocar el cigarrillo en su boca y volvió a él con un semblante más serio. —Y además, yo nunca me equivoco. —elevó sus cejas con una mirada picaresca. —Para ser tu hermano no es idéntico a ti, sabes.  

No lo conocía del todo, pero sentía que sabía más que él. Jimin no era su hermano, tampoco su novio, simplemente su amigo, pero debido a las circunstancias tan desastrosas de la vida tuvo que aceptar el hecho de que eran familia, al menos no por lazos de sangre. Gracias a su padre tuvo un amigo y creció junto a él, conocí su vida como él lo hacía con la suya, cada secreto que jamás fue contado por ningún otro eran guardados en el cajón de su corazón, sin importar la distancia que se formó entre ellos, admiraba a Jimin como ninguna otra persona lo ha hecho, aquel hombre de estatura media y manos simples le hacían ver la vida de manera distinta y gracias a su padre, la compañía de esa persona le sienta bien en los días de sombra.

Su sonrisa era impecable y aunque supiese el significado de la misma prefería mantener silencio. Observó como volvía a su casa sin decir un adiós o dirigir alguna palabra, lo había dejado frente al balcón con miles de palabras, pensamientos que quería expresar y sentimientos los cuales soltar. Tomó asiento en su cama asomando su cabeza un par de veces para comprobar si volvería una vez más, sin embargo, había esperado demasiado. Caminó hacia el interior de su casa en busca de su instrumento más amado y al tenerlo cerca lo admiró como si fuese la pieza más valiosa dentro de un museo, aquella que todos desean poseer y acoger. Pasó sus dedos suavemente por las cuerdas y sonrió al sentir su corazón latir con más fuerza y tomando asiento dejó que la melodía tuviese vida.

Cerró sus ojos dejándose llevar por la canción, sintiendo cada momento como si fuese el último. El calor en su cuerpo incrementaba con cada mover de sus dedos, su respiración se volvía más tranquila y sentía como volvía a la vida, estaba enamorado de una melodía, una canción compuesta por alguien más pero amada por muchos, enamorado de un corazón roto y la tristeza que al mismo tiempo le transmitía "my heart will go on" de la película Titanic, estaba fascinado por los bellos momentos al lado de sus padres, donde siempre les veía tocar la misma canción sin cansarse y disfrutaban de su amor y ahora que podía tocarla sentía como era observado desde lo lejos por ellos, con una sonrisa en el rostro, con un corazón roto.

Soltó su arco y detuvo su tocar cuando escuchó la misma melodía venir desde afuera. Corrió hacia la ventana y todo su cuerpo se congeló al verlo en el balcón, con su boina color marrón. El chico que solía fumar en la ventana le hacía compañía con su eufórico tocar, sus mejillas fueron humedecidas con sus lágrimas y aguantó la respiración al verlo tocar con tanta pasión. Taehyung también mantenía sus ojos cerrados pero a diferencia de él su sonrisa era lo que más llamaba su atención, sus delicadas manos acariciaban con delicadeza el violín y sintió celos al no ser igual a él. Su corazón era estrujado con fuerza, con dolor y agonía, un sentimiento inexplicable invadía todo su cuerpo. El aroma de una taza de café mezclado con el olor de cigarrillo invadían su habitación, invadían su alma y despojaban su mirada.

Taehyung tocaba con tanta pasión haciendo que su interior ardiese de dolor.

—¿Quién te enseñó esa canción? —preguntó sin antes dejar que el chico del frente terminase. Extrañado a su pregunta detuvo cualquier acto y observando hacia adentro, temiendo de ser escuchado, simplemente sonrió. 

—Tú —respondió. —Tú me has enseñado lo bello de esta canción garçon angélique (chico angelical) —Jungkook no podía hablar. —He querido acompañarte con mi alegre tocar, chico de la ventana. 

—Jeon —habló. —Jeon Jungkook, ese es mi nombre. —suspiró y correspondió a su sonrisa, mirando el cielo que era testigo de aquel suceso. 

Había pasado tiempo desde la última vez que escuchó a su padre tocar y Taehyung volvía a despertar recuerdos que creía muertos. Tocaba en lo más profundo de su corazón la caja de sus sueños y susurraba cerca a su oído lo bello del momento. Taehyung amaba tocar el violín y Jungkook admiraba su pasión, sintiendo celos de ser inferior. 

Desde el cielo, el padre de Jungkook comprobó lo enamorado que está de París, comprobó en Jungkook la sonrisa que había añorado hace tantos años. 

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2021 ⏰

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parís está llorando ©taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora