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Mihrimah Sultan estaba la lado de su madre contándole lo feliz que era al lado de su marido. ¿Hürrem Sultan? Bueno, ella nada más podía limitarse a sonreír falsa e hipócritamente luego de aquella noche loca que la Haseki había vivido tan solo la noche anterior al presente día.

—Sé que seremos muy felices por el resto de nuestros días. —afirmó la Sultana con una enorme sonrisa.

—Allah mediante así será. —Hürrem contestó con una sonrisa forzada, le sorprendió lo inocente que fue su hija, no lo notó.

—Amén —completó la Princesa otomana ésta vez con una sonrisa más grande que la anterior—. Lo amo tanto.

Esto ya era demasiado para la pelirroja rutena o por lo menos eso era lo que ella quería creer—. Veía tan feliz a su hija tan feliz hablar sobre el amor de su vida y ella se había revolcado con su yerno.

Qué sucia. ¡Y ni siquiera me arrepiento!

𝑫𝒂𝒎𝒂𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora