Capítulo 2.

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Al caer el día siguiente muy temprano se levantó a terminar de empacar sus cosas que habían quedado a medias el día anterior.

A penas llegó a la universidad Jungkook no lo había dejado sólo ni un segundo, queriendo saber qué le pasaba, qué ocurría. Él lo evadía, aludiendo que había despertado con mal humor. Aun así el azabache lo invitó a su casa a jugar con los demás y no pudo decir que no por el remordimiento de que se iba y no era capaz de decírselo.

A él, a su todo.

Unas cuantas lágrimas se le escaparon. Hacer esto era tan deprimente, huir. Eso era lo que hacía, escapaba de su realidad por un tiempo con la excusa de que su abuelo murió y no era del todo falso, pero no era la razón por la que iba realmente. La universidad le cedió el tiempo de dos meses por ser en Busan y por tratarse de un familiar cercano, el padre de su mamá. Claro que sus notas debían estar excelentes para eso.

Siempre había sido cercano a sus abuelos, de parte de mamá y de papá, los amaba a los cuatro y era recíproco, obviamente. Su padre había muerto de una enfermedad, pero aun mantenía contacto con sus abuelos.

Cuando le dieron la noticia no lo pensó mucho y aceptó el tiempo, le serviría de algo. Su abuela ahora estaba solita, vivía en el campo y tendría una ayuda de su parte, trabajaría en la granja y sería útil en su estadía allá.

Excelente idea. O eso quería creer para ahuyentar el dolor en su pecho.

Llevaba la ropa suficiente, abrigada y no tan abrigada, lo necesario para mantenerse en buen estado, nada de perfumes o cremas para la cara. Solo ropa y zapatos.

Su madre lo había despedido el día anterior, cuando llego en la tarde, con una torta y muchos abrazos. Él agradecía tenerla a ella a su lado, no hablaron sobre lo de Jungkook aunque pudo ver en sus ojos como siempre quería preguntar pero no se animaba y él lo agradecía silenciosamente. No quería hablar de eso con nadie.

Cerró su maleta y colgó su bolsito al hombro saliendo de su habitación, hoy sería el último día que fuera a la universidad hasta que pasaran los dos meses y para eso ya era navidad.

Dejo la maleta en la sala y fue directo a la cocina. Ahí en la encimera había una nota y su comida favorita. Sonrió por inercia, tomándola.

"Te amo mucho príncipe. Sea lo que sea que te suceda con Jungkook todo puede tener solución. Cuida de tu abuela, y cuida de ti también, te llamaré cada que tenga tiempo. Y avisale a Jungkook, o jamás me dejará en paz.

Att: Tu mamá favorita."

Jimin sonrió aun más a medida que seguía la lectura. Su madre era la mejor, pero no creía mucho de sus palabras y tampoco sería capaz de hacer lo que le había pedido. ¿Podría solucionarlo? No, porque Jungkook no lo amaba amorosamente, porque él quería a la chica dulce de la universidad. ¿Podría confesarle que se iría por un tiempo? No, porque él entonces querría una razón y no sería capaz de mentirle porque era débil ante el azabache. Simplemente no podría e intentaría ser lo más normal posible.

Comió el desayuno y se fue a la universidad, con el estómago revuelto y una opresión en el pecho. Tomo su moto y se fue a gran velocidad, sus ojos aguándose, quería culpar la brisa pero no engañaba a nadie.

Cuando llegó aparcó lo más cerca posible de la entrada y secó sus ojos con la manga de su suéter negro. Suspiro profundo y posó su mejor sonrisa avanzando por el pasillo. La gente lo saludo como siempre, era conocido junto a Jungkook por ser inseparables y los más populares del instituto.

Al llegar al salón varios de sus compañeros ya estaban ahí, los saludó con una mano y se fue a sentar en su asiento sacando su teléfono para distraerse, pero al ver el donde de pantalla su pecho volvió a apretarse, Jungkook y él estaban abrazados mientras reían por cualquier broma echa por el menor. Siempre siendo su mayor alegría, pero a la vez siendo su mayor dolor interno.

Apagó el teléfono, y cerro los ojos, intentado calmarse porque sabía que en cualquier momento llegaría el azabache, ya no quería más preguntas, no quería mentirle más y tampoco quería que Jungkook supiera que le estaba mintiendo.

Una risa lo hizo abrir los ojos, al verla su cuerpo se tensó y ese dolor intenso se hizo más fuerte. Ahí estaba Cha Bokhee, la chica dulce de la que Jungkook estaba enamorado, con el suéter azul que se había puesto ayer y que por tanto había estado triste. Lo dejó en el bolso del azabache, regresandoselo como le había dicho. Sin embargo ahora se arrepentía enormemente por esa decisión, verla usando algo de Jungkook, que quería como suyo, empeoró su estado de ánimo.

Se veía tan hermosa con el suéter, que quizás creyó que no mejor si fue devolvérselo. Algo contradictorio, porque sabía que no era ni la mitad de hermosa que ella, y que por eso Jungkook sí la merecía.

Con la garganta doliendo, se levantó y fue al baño vomitando todo lo que su madre le había echo. Bajó la palanca y se lavó la boca y también la cara, queriendo sacar por fin todo sufrimiento de su ser.

No podía seguir así, era inaceptable para una persona cargar tanto dolor encima, por eso lo mejor era irse de una vez por todas.

Secó su rostro y salió directo a la clase, necesitaba hacer ese examen e irse corriendo. Se sentó en su puesto ignorando a todo el mundo, hasta que un brazo se enroscó en el suyo, sacándolo de sus pensamientos deprimentes.

—¿Estas bien? Te he gritado cinco veces y no me parabas.— dijo Jungkook sentándose a su lado. Jimin tragó saliva asintiendo— ¿Ya no estas molesto por lo de ayer?

—Ella tiene tu suéter...— susurró— Le queda bien.

Jungkook sonrió asintiendo.— A ello todo le queda bien.— respondió el azabache, apuñalando su corazón una y otra vez.

Jimin intento sonreír, aunque antes de poder mentirle de nuevo el profesor llegó llamando la atención de todos. Jungkook fue a su asiento despidiéndose de su amigo y el examen pronto comenzó. El rubio lo respondió a gran velocidad, palabras cortas pero justas, respuestas sencillas pero acertadas. Y pronto se levantó de su asiento entregándole el examen al profesor.

Jungkook lo miraba, alzando una ceja interrogante cuando se acercó un poco al profesor para comentarle a cerca de que debía irse o sino perdería el tren. Antes de salir lo miró lastimosamente y salio corriendo por el pasillo, subió a su moto y llegó a su casa recogiendo su maleta, dejó su moto en el garaje dejándole un beso. La extrañaría. Así se subió a un taxi y en cuanto subió al tren pudo llorar con un bebé por todo lo que había ocurrido y por todo lo que estaba pasando. Dejaría a Jungkook, a su madre, a su casa y a todo el resto de las personas por un tiempo. Esperaba que al menos valiera la pena para olvidar lo que alguna vez fue como lo mejor que le había pasado en la vida.

Esperaba volver y no seguir amándolo como lo hacía.

Aunque en el fondo sabía que no lo lograría, jamás dejaría de amarlo, por más que su corazón se partiera en miles de pedazo por verlo con alguien más.

(🍃)

My sweet boy➸Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora