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Por fin un besito.

La chingada madre. Minho descubrió gracias a un instinto propio biológico, heredado de su amada madre, que se estaba enamorando de Taemin, y la regla que se puso —y que su jefe, Jinki, le obligó a poner—, fue justamente no tener que enamorarse. Estaba prohibido en la agencia tener novio, novia o novie, no sabemos la causa, pero estaba prohibido eso. 

Y para el pequeño y dulce pálido, planeó una escapadilla del trabajo hacia una heladería en el centro, donde nadie los viera juntos, bueno, más juntos de lo normal.

— ¡Kibum, espérate un pilín! —dijo Minho, acercándose al asistente del menor, este volteó a verlo rápidamente—. Necesito... Que... Me ayudes... —dice jadeante, apoyándose sobre sus rodillas. 

— ¿Ah? ¿En que te ayudo, Minho-ssi? —pregunta, bebiendo un sorbo de su botella. 

— Quiero invitar a salir a Taemin y- —Kim escupió el agua, mirando hacia ambos lados, quedando con la mirada fija hacia adelante y asintiendo al instante, antes de salir corriendo hacia alguna parte para esconderlos a ambos. 

— Mira, Choi Minho, no suelo hablar como un pasivo para el asunto de las citas, o las primeras, pero si quieres salir con alguien como Lee, debes impresionarlo con lo que a él le gusta, ¿Queda claro? —pregunta rápido y con un tono serio, el moreno asintió—. Nunca pensé que me pedirías consejos a mi, necesito tiempo... Ni siquiera he salido mucho con él a caminar desde hace 4 años.

— ¿Qué, acaso tu no pasas todo el día al lado de Taemin? —pregunta Minho, ahora tratando de mirarlo a los ojos, aunque este estuviera muy desesperado. 

— ¡Sí, pero eres pasiva de closet, tonto! —ahora se anima a exclamar, dejando a Minho sonrojado—. ¡¿Acaso crees que nadie nunca se daría cuenta?! Ash, bueno. Solo necesito que hagas lo que yo te pida, y que por favor, si Dios quiere, funcione. 

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Pareciera que los instintos de enamoramiento de Taemin y Minho funcionan al mismo tiempo. Para poner el contexto del tiempo de todo esto por fin, ya han pasado 7 meses desde que nuestros chicos se juntan y ríen juntos. Y sí que Taemin había caído por él apenas lo vio tartamudear al frente suyo y su hermano Jinki.

A la mierda la regla de no enamorarse, siempre ganará el amor, por más fuerte que sean las barreras. 

— ¡Jonghyun hyung, espérate un poquito! —dice Taemin jadeante, después agachándose y apoyándose de sus rodillas—. Necesito... Que... Me ayudes...

— Claro, ¿Se podría saber? —pregunta el mayor sonriente, acariciando la espalda del pálido suavemente.

— Quiero invitar a salir a ranita, me preguntaba si- —Jonghyun fijó unos segundos su mirada en el frente y después asintiendo, tomó a Taemin para encerrarlos en cualquier parte que les fuera más seguro para que nadie se enterara. 

— Mira, para serte sincero, jamás suelo hablar de estas cosas de citas o de romance en general, pero si quieres invitar a salir a Minho, debes dejarlo feliz hasta con la última cosa, ¿Entendido, soldado? —dice Jonghyun, tomando de los hombros al pálido, este asiente muchas veces—. Me estresa pensar en esto. ¿Qué podrías hacerle a Minho?

— No lo sé, por eso te pido que me enseñes. De dominante a dominante —sonríe con inocencia, dejando al mayor con los ojos abiertos como platos, haciendo una mueca asustada—. ¡Yah, hyung! ¿Acaso crees que no me daría cuenta? Eres dominante como un jaguar.  

— Ok, no sé si debería alegrarme o asustarme más, pero bueno. Necesito que hagas lo que yo te diga, y si algo sale mal, tienes todo el derecho de demandarme con la doctora Polo, ¿Estamos? 

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Era la tarde del día, el día se daba por terminado, y al borde de un atardecer tan esplendido. Era el mejor día para salir con un enamorado. Y ambos chicos se encuentran en la entrada del galpón 7. Se quedan en el silencio, y la incomodidad se siente en todo el ambiente. Con temor, Choi se animó a preguntar si quería pasear hacia la playa para ver el atardecer, no dudó en aceptar Lee esa salida.

A la distancia, se podían ver dos sombras caminando hacia la playa por la avenida principal, y estaban tan alegres como los otros días. Reían, sonreían, se contaban secretos de la jornada, y el récord de Taemin de 20 días sin un ataque de llanto o de ansiedad. Por lo menos ha tratado de no tomarle tanta importancia. 

— Min-i, perdóname si esto te parece inapropiado, pero... ¿Alguna vez que has enamorado antes? —pregunta el mayor, mirando su rostro mientras caminan. 

— Para serte verdadero, ranita. Muy pocas veces, personas se han ganado mi corazón. Mi última ruptura amorosa fue hace menos de 2 años, y ella fue muy mala conmigo. Me fue infiel con otro tipo —recuerda con pena, sintiendo el cálido brazo del moreno sobre su hombro para su consuelo—. Ranita, ¿Tú te has enamorado?

— No lo sé, pero creo que sí. No me acuerdo de mis primeros amores. 

Se sonrieron mutuamente y siguieron su camino hasta la playa. Y el susurro de las olas se llevaba el sol del cielo, ambos jóvenes sentados sobre la blanda y ligera arena de la costa de Seúl, alejados del trabajo, alejados de sus casas, alejados del galpón 7. Cuando el sol se puso a la mitad, Taemin tomó un valor, y decidió tomar el pedazo de la tela de su pecho, y suspirar hondo. Miró con un brillo especial el rostro moreno contrario a él.  

— Ranita, quiero decirte algo —dice el chico, haciendo llamar la atención de Choi—. T-Tú... Me salvaste en el momento más indicado. Jamás nadie me cuidó como tú, mi hermano fue un genio al elegirte a ti como mi ángel guardián.  N-No sé si esto suene mal, pero... Eres tan jodidamente lindo. Tu sonrojo, t-tu tartamudeo, tu timidez. Y tu como persona —se acercó a sus labios, recostando el cuerpo contrario sobre la arena, dejando el cabello largo de su nuca caer, y sus labios se acercaron a los de él—, eres tan hermoso.

Y el beso se selló con el canto de las gaviotas. Abandonado el sol su puesto, dejando llegar a la luna, para un juego debajo su sombra.