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Luego de un largo periodo de doce horas Kung lao maldijo a los dioses antigüos por qué su cuerpo sufría el celo adelantado.

Se removía entre las sábanas atrapando con su mano no solo las suaves sábanas si no  incluso el colchón, apretaba con fuerza la tela he incluso le enterraba las uñas, estaba desesperado, no podía usar nada de lo que usaba para sus celos, todo lo dejo en su habitación, ahora estaba solo con un fuerte calor mientras el dolor se apoderaba de sus piernas y su necesitada entrada.

Se removió de nuevo en su lugar, dando pequeños quejidos, mientras movía las piernas de una manera desesperaba, la ropa le molestaba pero su pudor era demasiado cómo para desnudarse en propiedad ajena, su voz templaba y sudaba de más, las manos le temblaban he Incluso llegó a dejar escapar unas cuántas lágrimas de desesperación por todo lo qué su cuerpo sentía.

Gemía despacio. Su cabello estaba en su frente y sudaba, tenía frío y a la vez tenía calor. Tenía necesidades, necesitaba a un alfa.

Bi-han apenas y llegaba de su misión, la cumplió antes, y no se sorprendía de eso, era un perfecto ninja, nada qué no pudiera resolver, estaba algo agotado, cómo alfa también tenía necesidades, tendría también su celo dentro de unas semanas y sinceramente le estaba cansando pasar dos días con una puta cualquiera, según él.

El alfa necesitaba a un Omega con el qué pudiera compartir celo, con el que pudiera estar para siempre, disfrutar de ese calor y pasar atados por el resto de su fría vida.

Él no solo era un guerrero, también era una persona.

También es un alfa.

El alfa. Qué luego de una búsqueda larga por matar al primo de Kung Lao quería descansar, se sentía igualmente cansado, estaba decaído, pero. . . Algo en el aire de su castillo le llamo la atención.

Algo dulce y salado al mismo tiempo, un calor qué se mezclaba con el frío y lo hacía acogedor, Una presencia que sus sentidos no podían ignorar.

Bi-han fue desarmando poco a poco su armadura, sin quitar su máscara, entre más recorría el Palacio de los Lin Kuei más sentía esa mezcla de olores contra su nariz, le gustaba y lo atraía, cuándo estuvo más cerca enseguida reconoció la voz de su único huésped, tan quebrada y tan frágil, llorando en jadeos por la llegada de su alfa. ¿Pero tenía un alfa qué llegará a callar su llanto?. Claro qué no. Solo había un alfa y ese alfa necesitaba a un omega, El último de los Lin Kuei observó atentamente al Omega y lo necesitado qué estaba, Bi-han podía oír a su alfa interno empujarlo a aceptar el llamado de ese delicado Omega.

Muy despacio desapareció entre los jadeos del Omega.
Aún no estaba decidido, ¿Tomarlo o no?. Era su prisionero no su Omega. Quería complacer a su alfa interno, quería ir y clavar sus dientes en esa suave piel, prisionero o no el Omega era perfecto, un objeto del deseo, un péndulo a la lujuria, inofensivo, guerrero o héroe, era un alfa con necesidades, necesidad de un Omega y Sub-Zero no era del todo un tipo bueno.

Kung lao se dió la vuelta en su posición para estar algo más cómodo, su entrepierna dolía pero tocarse no era la solución, él solo quería que ese sufrimiento se acabará.
Pensaba que se iba a mejorar, él solo quería que algo o alguien le quitará esa sensación.

Algo lo hizo sonreír, una presencia dejaba caer su cuerpo contra el suyo, mientras le besaba la espalda con unos labios tan fríos cómo el mismo hielo, su cuerpo acepto esa atención al instante, moviendo suavemente las caderas en busca de más atención, el alfa arriba de él, subía sus fríos labios por toda su columna hasta dar con su cuello.

— ¿Q-Quién eres?. . . — sus labios fueron callados por los mismos fríos labios qué antes le daban atención  al resto de su cuerpo.

— Bi-han.

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"Perfecta Equivocación"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora