Un día común.

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La primera semana que Yugi estuvo en la mansión Kaiba, lloro.

A las tres semanas dejo de hacerlo de manera libre, llorando solo en las noches cuando nadie estaba despierto y siendo extra silencioso, no quería que Kaiba le gritara, no de nuevo.

Al mes no tenía mas lágrimas, se había cansado de llorar, pero no dejo de estar devastado, no comía, no sonreía, no se quejaba de nada, lo que hizo que su "tutor" se molestará con él.

Al mes y medio Seto se arto y lo castigo aislándolo de todos, no recibió comida ni agua durante dos días, ninguna visita de la servidumbre, le prohibieron la luz del sol, solo se encontraba él en una de las tantas habitaciones alejadas de la mansión, solo entre las tinieblas.
Cuando salió no dudo en corresponder el abrazo del mayor, tampoco se alejo del casto beso que le dio y todo el día estuvo a su lado. Seto Kaiba comprendió que el tricolor solo sería obediente con esa clase de castigos.

A los dos meses comprendió que debía dejarse hacer con Kaiba, no quería más castigos, ni regaños... No quería estar solo.

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Ya ha pasado un año desde que se encuentra bajo la tutela de Kaiba y no podía decir que se sentía cómodo o por lo menos acostumbrado a todo lo que pasaba en aquella mansión.

— Muy bien clase, pueden salir a receso — la voz de un viejo profesor se escucho en el aula, siendo seguido por agradecimientos por media clase, estaban aburridos de su materia pero el profesor era bueno y compresivo con ellos, así que la toleraban.

Cierto chico de flequillo rubio y cabello morado que se oscurecía a la raíz se levantó de su lugar. No habló con nadie, ni siquiera miraba a su alrededor completamente, solo tomó su comida, cortesía de Mina cocinera de Kaiba, y salió del salón sin esperar a nadie.

Total, no es como si ellos le hablarán.

Desde que Seto lo inscribió a esa escuela privada supo que sería diferente, y no se equivocó. Nadie hablaba con él, los profesores solo lo trataban con educación y aunque llegará tarde o no entregará algún trabajo a tiempo no se lo recriminan, gracias a esto muchos de sus compañeros lo detestaban, incluso sabía que si no fuera la "perra" de Kaiba ellos ya se habrían desquitado con él.

Se trago el nudo que quería formarse en su garganta, no lloraría, ya no por ellos.

— ¡Yugi! — una chica de cabellos rubios se acerca rápidamente a su amigo no oficial.

Yugi no se detuvo, no quería que la vieran con el, sabía qué hacían con las personas que se acercaban a él y aunque Rebeca le había dicho y jurado bajo su nombre que ella jamás lo dejaría, prefería que todos pensaran que pasaba de largo de su existencia. Al menos así a ella no la molestarían tan feo y solo la verían como alguien bueno, queriendo ayudar a alguien insolente.

Una vez que se encontraron solos en un lugar apartado y que pocas personas frecuentaban se detuvo, para luego tomar asiento en el pasto donde se encontraban, cerca del cancel que protegía la instalación academica.

Rebeca se sentó aun lado de Yugi, recuperando el aliento pues al ser más pequeña de estatura tenía que caminar rápido, incluso correr para poder alcanzar al mayor.

— ¿Cuántas veces te he dicho que me esperes para venir juntos? —.

— ¿Cuántas veces te he respondido que es mejor llegar cada quien por su lado? — respondió de la misma manera, recibiendo una mirada de descontento por la rubia ojiazul — al menos así dejarían de decirte de cosas —.

— ¿y que ellos se sientan la mamá de los pollitos solo porque cumplieron su cometido de que nadie se junte contigo?, Antes muerta que hacer sentir bien a esos idiotas —.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2023 ⏰

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