11.- Confía En Mí...

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Esme:

Haber, por donde empiezo. - Dijo Carlisle pasandose la palma de la mano por el rostro como gesto de frustración.

Tomate tu tiempo. - Le dije para que se relajará. Carlisle se quedó en silencio con los ojos cerrados durante un largo rato, así que me dedique a esperar. Estábamos sentados bajo un árbol, en la linde de una explanada llena de hierba y flores. Era un lugar tranquilo para poder tener una conversación seria. Carlisle estaba frente a mi. Aún que nos separaban unos centímetros, lo sentía más cerca de mí que en cualquier otra situación. Cuando por fin los abrió me miró de forma extraña.

Esme, quiero que sepas que todo lo que te voy a contar es verdad, y que yo nunca te haría daño. - Me dijo serio, y sus palabras me asustaron un poco. - Pero también quiero que entiendas que es peligroso y estarás en riesgo.

Lo se. - Le conteste. En el fondo siempre lo supe. Sabía que había algo más oscuro detrás de todo esto. Por eso quería saber la verdad. - Pero quiero que también puedas confiar en mí. - Carlisle me miró con un gesto tierno y alzó la mano para acariciarme la mejilla.

Esta bien. Procuraré comenzar por el principio. - Me dijo. Entonces comenzó a relatar. - Veras Esme, yo no soy la persona que tu crees, pero para que lo entiendas tengo que contarte la historia desde el principio, es decir, cuando yo aún no vivía aquí.
Hace bastantes años, cuando yo aún era solo un crío, en mi pueblo comenzaron a haber ataques y desapariciones. Desapariciones de niños y adultos por doquier. El miedo dominaba en la ciudad.
Mis padres eran muy creyentes en  Dios, y decían que el causante de esta desgracia era un diablo. - Carlisle hizo una pequeña pausa, pero después continuo. - Por eso un grupo de hombres, que se caracterizaban por sus creencias y su odio a el diablo, se unieron para acabar con el monstruo. Entre ellos se encontraba mi padre, que acabó arrastrándome a mi con el en su pequeña guerra con satanás.
Estubimos buscándolo por mucho tiempo pero nada. Las desapariciones y las muertes continuaban, y el pueblo cada ver perdía más la esperanza. Yo no sabía en qué creer. Estas desgracias acontecían ante mis ojos sin explicación alguna. Yo crecí, y la cosa no cambio en mi pueblo. Cada vez éramos menos.
Un día de expedición, nos habíamos dividido y cada uno iba por su cuenta. Entonces fue cuando me alcanzó. El demonio, como lo llamaban mis padres, logró llegar hasta mi.
Apenas recuerdo como ocurrió, solo se que sentí mucho dolor y vi sus ojos rojos como la sangre. Estube mucho tiempo con ningún  otro sentimiento más que el dolor. Pensé que me acabaría muriendo allí, en medio del bosque, sin poder mover ningún musculo de mi cuerpo. Solo. De mi garganta solo salían gritos desgarrado por el dolor. Hasta que un día todo paro.
De repente deje de sentir dolor y por fin pude abrir mis ojos. Todo a mi alrededor era diferente, lo veia de otra manera, más nítido, con más detalles. Pude incorporarme sin dificultad alguna a pesar de el sufrimiento que me había estado embargando durante los días anteriores. Mi piel se había vuelto más blanca, pude notarlo al contemplar mis manos. Entonces supe que era lo que me había ocurrido. Aquel demonio me había transformado en uno de sus iguales. Me había convertido en otro monstruo como el.

Carlisle dejó de hablar, pues su voz se fundió en un susurro. Entonces me miró directamente a los ojos, como inspeccionando mi reacción. Debería de haber sentido miedo por el, pero no era así. A su lado me sentía segura, pero entendía de que equello tenía una seriedad mayor.
Nos quedamos los dos en silencio mirándonos.

Entiendo que por lo que has contado, aquel demonio, es en realidad un vampiro. - Dije, aún que lo último salio de mi garganta en un susurro.

Así es. - Dijo el. Sabía perfectamente lo que eso significaba. Carlisle era un vampiro.
De no haberle conocido no me habría creído su historia y está revelación, pero sabía que Carlisle no era una persona que decía mentiras, y menos aún a mí. También podía notar que algunas cosas si encajaban con la descripción de vampiro. Sus ojos no eran del color de la sangre como había descrito en su relato, sin embrago si eran dorados, los seres humanos no tienen ese color. También había notado que no comia en mi presencia, y eso podía deducirse de que en realidad no lo hacía, al menos no comida típica.
Comence a deducir cosas aún más escalofriantes. Si Carlisle era un vampiro, los habitantes del castillo encajaban perfectamente en ese perfil. La mayoría poseía ojos color carmesí y sus pieles eran más blancas de lo normal. Un escalofrío recorrió mi columna vértebral. De ellos si tenía miedo, y mucho.

No debes de denerme miedo Esme. Yo nunca te haría daño. - me dijo Carlisle al notar mi temor.

No eres tu el que querría hacérmelo. - Dije casi en un susurro. Entonces entendí algo bastante obvio. - Cuando me salvaste por primera vez ellos querían matarme, pero a la forma vampirica.

Asi es. - Dijo Carlisle. - Querían saciar su sed con tu sangre.

¿Por qué me salvaste? - Pregunté, esa duda  lleva rondado en mi cabeza durante todo el tiempo que lo conozco.

Es complicado. - Me respondió.

Podré con ello. - Dije y me sonrio divertido.

Lo sé. - Dijo. Hizo una pequeña pausa y después agregó. - Pero antes debo contarte otra cosa.
Charles es también un vampiro.
La última vez que lo vimos nos sorprendió, pero la guarda, liderada por Edward lo está buscando para acabar con el. Pero aún así no estas muy segura. Por eso debía de avisarte y contarte lo que estaba ocurriendo.

La última vez yo también lo note cambiado.- Respondí. No me sorprendía, pero si me asustaba. ¿Quién lidera con esta información sin tener miedo?

No dejaré que te dañe. - Me dijo Carlisle agarrando mis manos con delicadeza.

Lo sé. - Le respondí. - ¿Puedes explicame ahora por que me salvaste la vida?

Esta bien. - Dijo, pero antes hizo una pausa, para después comenzar a explicármelo. - Verás, los vampiros también tienen dones y cualidades. Por ejemplo, todos los vampiros tienen una velocidad superior a la de un ser humano. Nuestros sentidos están el doble desarrollados.
Pero a demás de estas cualidades los vampiros también tenemos ligaduras, por así decirlo. Nosotros tenemos lo que se llama la Tua Cantante. La Tua Cantante consiste en que la sangre de un ser humano nos atrae más que cualquier otra. Es una especie de hechizo. Convierte al humano en nuestro compañero o compañera. Normalmente el vampiro que recibe esta Tua Cantante no logra contenerse y acaba matando a su compañero o campañera. Sin embrago, mi don es el de auntocontrol. Por eso pude controlarme contigo.

Espera... ¿Estas diciendo que soy tu compañera de vida? - Pregunté confundida.

Así es. - Dijo Carlisle.

¿Toda la vida? ¿No dejaras nunca de amarme? - Pregunté confusa.

Nunca. - Respondió él. Me quede sorprendida ante esa revelación. Nunca nadie me había dicho algo así, y no creo que esto sea algo muy común en las personas.
Me quede en silencio. Tenía la vista puesta en Carlisle, quien me miraba esperando alguna reacción de mi parte.

Eso es algo muy... ¿Fuerte? - Dije sorprendida aún.

Si, lo es. - Me respondió el. - De hecho. Tu y yo no deberíamos estar juntos.

¿Por qué no? Si soy tu... ¿Compañera de vida? - Dije.

Si, lo eres, pero también eres humana. Mi naturaleza me impide estar contigo. - Me respondió el.

¿Y vas a hacerle caso? A tu naturaleza. - Pregunte con temor.

No lo sé. - Respodio Carlisle.

No lo hagas. - Pedi. El me miró fijamente.

Dame un motivo. - Pidió.

Por qué te amo. - Dije. Entonces se inclino a besarme. Unimos nuestros labio en un tierno beso donde se podían distinguir nuestros sentimientos. - No me dejes. - Susurre cuando nos separamos.

No lo haré. Te lo prometo. - Me respondió. Entonces me senté sobre el y me abrace a su cuello. Carlisle me rodeo con sus brazos y acarició mi pelo tiernamente.

Podremos con lo que sea juntos. - Le dije.

No lo dudo. - Me respondió.

Lo Que Mas Quiero (Carlisle & Esme Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora