Capitulo 4 "Sabía que alguien como tú no era digna de tanto"

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-Toc toc-

Sentada en mi cama miré hacia la puerta, era Bruce con una sonrisa muy tranquila y un pote de algo que no logro ver.

-Adelante Bruce, ¿Qué necesitas? -Le decía mientras me acomodaba en la cama.

Este se acerca y se sienta frente a mí, ofreciéndome un pote con arándanos congelados. Era mi antojo favorito, la verdad no tenía idea de cómo se enteró, quizás mi abuelita le contó.

- ¿Cómo sabes que me gustan congelados? - Le pregunté mientras los recibía y comencé de una vez a comer.

-Cuando eras bebé te encantaban, cada vez que llorabas iba a buscar algunos y- Se detuvo en seco, me mira y rápidamente se va de la pieza sin antes voltearse, sonreírme y salir.

Subí los hombros en forma de desinterés de la situación sin antes comerme un par más de arándanos.

Frente a mí tenía las cartas que me había dejado mi familia, pero sinceramente tenía mucho miedo de abrirlas y por sobre todo me preguntaba ¿Por qué Julieta y Freddie tenían su testamento escrito? Siendo que ni siquiera yo tengo uno. ¿Qué se supone que escribes en un testamento?

Yo Margaret Barley dejo todo ¿Pero que es todo? ¿Acaso algo de lo que tengo realmente me pertenece?

Mensaje Recibido*

-Hola palomita, ¿Quieres venir a cenar? (Winnie)

Escribiendo...

¿Debería ir? No lo sé aún, pero quiero ir, tengo mucha curiosidad sobre lo que Félix me dijo de ella, aún no se si confiar o no en todo lo que me dice.

Escribiendo...

Pero ¿Y si me dice algo importante que debería saber de Julieta?

-Claro, dime a qué hora quieres que vayamos y le pregunto a Bruce si podría llevarme.

Mensaje recibido*

- Ven en 2 horas más, así puedes arreglarte y yo preparo la cena. (Winnie)

Escribiendo...*

-Claro, nos vemos luego.

Durante la tarde, Bruce me llevó a casa de Winnie, diciéndome en el camino que debía comportarme y no debía faltar el respeto a nadie. A lo cual le conteste que ya no era una niña pequeña y sabía lo que tenía o no que hacer.

La casa de Winnie se parecía a la casita que tenemos en el jardín de mi antigua casa, pero incluso un poco más grande.

-Hola es un gusto realmente recibirte- Decía Winnie mientras abría su puerta y de la nada aparece un perrito, a quien le parecía amigable por lo que intentaba llamar mi atención.

- ¡Cruella! ¡Cruella ven para acá! Lo siento, siempre hace lo mismo- Decía Winnie mientras "Cruella" rasguñaba mi pierna tratando de subirse.

Cruella era como un bulldog muy gordito y chiquito, la cual, en cada paso daba un pequeño brinco, y me provocaba mucha ternura.

Tomé a su perrita en mis brazos, lo que provocó que me lamiera la cara.

-Lo siento mucho, dámela-Decía Winnie mientras me intentaba sacar a la perrita de encima.

Finalmente entramos a su casa, nos sentamos en su sofá, y sinceramente el ambiente era algo incómodo.

- ¿Cómo estas Maggie? - Me preguntaba para callar aquel silencio que abundaba la habitación.

La miré fijamente y me di cuenta que en sus ojos había un tono rojizo, el cual me hizo preocupar.

-Yo estoy bien Winnie, y tu ¿Lo estás? - Le preguntaba mientras le tocaba el hombro con mi mano, dando a entender que me preocupaba.

La Pesadilla Que Vive En MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora