Capitulo 2 "Una perra maldita"

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- ¡¿Familiares de Ann Stone?!- Gritan del otro extremo del pasillo.

Me levanto del suelo rápidamente y como suricata buscaba de donde me estaban llamando, hasta que me encuentro con la mirada de la enfermera la cual me hace un gesto con su mano para que me acercara.

-Habitación 208, segundo piso. - Me decía la enfermera mientras miraba una tableta con nombres de más pacientes.

Lo único que recordé mientras iba corriendo a donde mi abuela, era que no solo de decirme el número de la habitación, me contaba que mi abuelita tuvo una buena recuperación, pero como mayor de edad debe quedarse un par de días para recobrar energías y estar con un constante cuidado de los médicos.

Llegué a la habitación 208 donde miré por la pequeña ventana de la puerta y pude notar como mi abuela estaba ya en una cama, lentamente entré a la habitación con el corazón palpitando rápidamente, mire a mi alrededor para familiarizarme con el espacio y solo veo un gran ventanal el cual alumbraba toda la habitación, a su vez frente de este se encontraba un mueble con las prendas y algunos recipientes vacíos. Vuelvo mi mirada donde está mi abuela, su camilla era muy grande permitiendo que hasta dos personas durmieran ahí, en ambos lados tenía unas repisas, quizá tenga que traerle un par de cosas para rellenarlas. 

Sin más deambular tomo una silla que estaba cerca de la puerta y me acomodo al lado de ella, pero me percaté que me senté en el lado equivocado, ya que en su mano se encontraba una intravenosa la cual me daba miedo tocar y provocar algo en mi abuela. Así que me levante, tomé la silla y me acomode al otro lado de la camilla, con mis dos manos tomé las de mi abue y con los pulgares empecé a masajearlos como muestra de cariño, lo hice sin preocupación, ya que esta no está intervenida por ningún tipo de aguja.

Las lágrimas recorrían mis mejillas impidiéndome abrir los ojos, estaba muy inquieta, muy preocupada. Una sensación de escalofríos recorría mi cuerpo y sentía que en algún momento me iba a desmayar, pero un apretón en mis manos me distrajo y me hizo mirar fijamente a mi abuela.

Esta, me miraba con una sonrisa muy amplia, la cual me trajo de inmediato una especie de alivio que me hizo de un momento a otro abrazarla.

- ¡Abuelita, estás bien! ¡Pensé que me ibas a dejar! - Expresaba sollozando,  mientras la abrazaba y todas mis lágrimas mojaban su piyama. Mi abuela no dijo nada, ella solo respondió a mi abrazo con uno más fuerte y reconfortante.

Durante tres de los cuatro días que mi abuela debía estar en el hospital, pasaron muchas cosas. Sus amigas del club de lectura y Riley, una de mis amigas del club, vinieron a visitarla con mucha comida, hablaron de la vida mientras algunas tejían y otras simplemente se dedicaban a orar por ella mientras Riley y yo nos devoramos las galletas, pasteles y bollitos de pollo. Vino el amigo de mi tío Edmont y chofer de la familia, el señor Bruce, si tuviera que describirlo... diría que es la copia exacta del agente Cobra Bubbles de lilo y stitch, pero con tés más clara, Él llego con mi ropa de cambio y algunos refrigerios para mi abuela y para mí, incluyendo un abrazo.

Otra de las visitas que no esperábamos era la de la policía, la cual se presentó solo para entregarnos los objetos recolectados en el accidente dentro de un bolso azul, el cual guarde en una de las repisas que mi abuela tenía. No quise abrir nada, no sentí que fuera el momento para abrirlos sabiendo que tendré que volver a sentir dolor en el funeral que será en 3 días más.

Durante la tarde del tercer día me encontraba con mi abuela, ella recostada en su cama y yo sentada en la silla a su lado viendo las noticias del canal nacional, en este, presentaron una noticia sobre la muerte de mi padre en la que se explayaban diciendo que la compañía organizó un funeral para la próxima semana donde irán las personas más importantes.

La Pesadilla Que Vive En MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora