Capítulo 2.

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Un rayo de luz me despertó. Abrí mis ojos lentamente, y miré el lugar donde me encontraba. Recordé que me caí del pozo, y que ahora debo de estar en el fondo de éste. Miré hacia arriba, en busca de ayuda, pero me sorprendí al darme cuenta de que en lugar de haber un techo había un hermoso cielo celeste. Mis codos ardían, estaban rasguñados de seguro por el impacto. Mis maletas estaban amontonadas en una esquina.

Noté que unas lianas colgaban de las paredes, así que opté por subirlas cuidadosamente, evitando caerme de nuevo. Al llegar a las orillas del pozo, me llevé una sorpresa.

Un gran campo, con bosques  y pasto estaba alrededor mío. Salí del pozo completamente y observé el lugar con más detenimiento.

¿Acaso me he perdido? ¿No se supone que debería estar en el templo?

De repente, un extraño ciempiés inmenso apareció a toda velocidad. Se dió cuenta de mi presencia, y estaba a punto de atacarme cuando un boomerang grande lo atravesó de par en par, seguido de una flecha que cayó a su cabeza. Miré a la dirección de donde venían los ataques, y observé a dos chicas. Una tenía un arco en su mano y flechas en su espalda, mientras que la otra sostenía el boomerang que había regresado a su mano.

- ¿Te encuentras bien? -preguntó una.

-  ¿Qué diablos ha sido eso?  -grité.

- Espera un momento - habló la del arco- ¿Has salido por el pozo?

- Sí, ¿Cómo lo sabes?

Ambas se mostraron sorprendidas. La del boomerang habló.

- Lo que acabas de ver es un demonio que atacó una aldea cercana, nosotras lo exterminamos. Por cierto, me llamo Sango.

- Vienes del Templo Higurashi, ¿no es así? - la chica que iba vestida de verde sonrió. - Me llamo Kagome, Kagome Higurashi. Yo vivía en el templo de donde vienes.

- ¿En serio? -pregunté. Ella asintió.

- Verás, es algo complicado de explicar. Mejor acompañanos a la aldea y de camino te explicaremos todo, ¿si?

- Está bien.

Sacudí el polvo mis tejanos con las manos y salí detrás de Kagome y Sango, esperando que me explicaran todo.

(+)

Llegamos a una aldea. Hombres que trabajaban paraban su labor observando la manera en la que iba vestida. En todo el camino, me dí cuenta de que estaba en la época feudal (Sengoku) y que he viajado en el tiempo a través del pozo. Kagome y Sango se mostraron soprendidas al darse cuenta de que no me impresionó ni dudé de que era cierto, pues yo suelo ser así.

"Eres indiferente, odiosa, grosera, repugnante, callada y aún así te amo pulga, siéntete afortunada de tener semejante galán a tu lado como mejor amigo." Las palabras de Thomas reboteaban por mi cabeza.

Según todos, eso era cierto. El hecho de tener a Thomas cerca mío es un milagro. Mi indiferencia suele herir a aquellos que están a mi alrededor, al igual que mi repugnancia y grosería. Suelen molestarse porque les ignoro, o no les hablo, pero esa es mi manera de ser desde pequeña, y nada puede cambiar el hecho de que -según todos- sea tan fría como el hielo.

Llegamos a una pequeña cabaña y nos sitúamos ahí.

- Parece que Kaede no está, tampoco Rin. De seguro se han ido a buscar hierbas medicinales -le habló Sango a Kagome.

Sango era una chica de 19 años. De camino, me contó que tenía tres hijos (Dos gemelas y un varón) y que era esposa de un monje de nombre Miroku.

Mientras que, Kagome tenía 18 años. Ella me explicó todo sobre los demonios, sobre la profesión de Sango y la de ella, y el hecho de que me encuentre atrapada en un período antiguo de Japón. 

- Sí, de seguro es eso. -asintió- Y dinos, Lena. ¿Cómo llegaste a caer por el pozo?

Estaba a punto de hablar, hasta que  un muchacho interrumpió la escena, entrando a la cabaña.

- Miroku -le llamó Sango feliz.

Así que este es el esposo de Sango, pensé.

Llevaba un extraño traje de monje, junto a sus artefactos. Podría calcularle 21 años. Su cabello era negro, y sus ojos eran un azul oscuro como la noche.  En sus brazos llevaba a dos gemelas, y en su espalda llevaba a un niño.

- Sango, Señorita Kagome -sonrió.

Sango tomó a las gemelas entre sus brazos y le dió un beso en la mejilla a cada una, mientras que Miroku ahora cargaba al bebé en sus brazos. Me miró.

- Pero que señorita tan hermosa. Por sus ropas he notado que no es de por aquí.

- Ella ha llegado por el Pozo, Miroku -Sango le miró amenazadoramente.

- ¿El pozo? Eso es extraño. ¿Cuál es su nombre?

- Lena.

- Pues gusto en conocerte Lena, yo soy Miroku.

La sonrisa coqueta del monje se borró apenas Sango le pegó con su boomerang en la cabeza.

- ¿No haz visto a InuYasha? -le preguntó a Kagome.

- No, ¿a dónde se ha ido?

- Dijo que iría a preguntarle a Totosai si habrían nuevas técnicas para su espada, pero desde ayer en la noche no viene.

- Entiendo -finalizó Miroku- Y, Señorita Lena, ¿desde hace cuánto está por acá?

- Desde hace una media hora, creo.

Toda la tarde pasamos platicando sobre diferentes cosas, la razón por la cuál pasé por el templo, demonios entre otras cosas.

La cara de Miroku de un pronto a otro lució preocupada, al igual que la de Aome. Inmediatamente, sentí una extraña sensación que me causó escalofríos.

- Señorita Kagome, ¿ha sentido eso?

- Sí. Y por lo que veo, tú también lo sientes Lena.

Asentí.

- No salgas, ya volvemos.

Y los tres salieron de la cabaña.

Estruendos, gritos, de todo sonaba. Mis escalofríos no paraban, y viendo la habitación me dí cuenta de que Kagome no llevó su arco ni sus flechas. Agarré éstos y decidí llevarlos donde ella.

¿Tú? ¿Ayudando? Eso es nuevo.

Al salir de la cabaña, cientos de demonios destruían todo. Uno de ellos atrapó a Sango, Miroku y Kagome dejándolos inmóviles y sin poder hacer nada.

¿Qué se supone que debo hacer?

Sin pensarlo dos veces, puse el arco en posición y antes de lanzar la flecha, una luz salió de ella. La lanzé, y pulverizó al demonio en cuestión de segundos.

¿Y esa luz? ¿De dónde ha salido?

HOLA, HOLAA.
Edité este capitulo dnfjk, la verdad me di cuenta de que ya hay personas leyendo esto y me emociono mucho JAJA :(

¿qué creen que habrá sido la luz de la flecha de Lena? Eh, eh?



La Luna Dorada (Sesshomaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora