Asi comenzó todo

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*Ya es algo tarde, dijo que vendría a las diez. Hoy hace bastante sol, esta semana ha sido realmente calurosa...*
Mientras espera, Bruno entretiene su mente con todos los pensamientos que puede acumular. Se encuentra aburrido, cansado, no es primera vez que Sofía, su novia, llega tarde a una cita. Ambos se conocieron en la preparatoria; ya hace un año, y todo sigue igual.
-Perdona, me quedé con mis amigas, y se me pasó el tiempo-
Sofia lo mira con una sonrisa que es imposible que Bruno no perdone.
-No te preocupes, vamos a la cafetería que estoy hambriento-
Ella vuelve a sonreír, sabe que es su arma secreta y no piensa dejar de usarla.
-Ya comí algo con mis amigas antes, vamos a pedir algo para llevar y comes en el camino-
Mmmmm... algo desilucionado, Bruno no le queda más que asentir. Llevan un año, pero el sigue tan enamorado como la primera vez que le pidió salir. Caminaron un rato, pasaron x varias tiendas que Sofia se antojó de mirar, y en cada una se mantenia un tiempo revisando cosas que ni siquiera iba a comprar. Al llegar a la cafeteria y pedir la comida, Sofia recibe un mensaje de su mejor amiga: "Conseguí el vestido que tanto querías, si vienes ahora, es todo tuyo" La corta cita acababa de terminar.
-Bruno lo siento, me escribió mi mejor amiga, ya sabes, necesita urgente de mí, podemos vernos en otro momento?, prometo que te lo recompensaré-
Su pregunta ni siquiera tenía respuesta, porque aunque Bruno se negara, ella no iba a perder la oportunidad de conseguir el vestido.
Triste, hambriento, no le quedaba más que quedarse y aceptar.
-Mis padres no están en casa hoy, era el día perfecto,...
Sin dejarlo terminar la frase, Sofia le interrumpe, -Invita a algún amigo, seguro se diviérteten-
Le da un beso en la mejilla, que lo deja embobado, y se va casi corriendo a buscar su recompensa.
Bruno se queda ahí, mirando como se va, su pecho se estremece, pero no puede dejar de ver como la figura, tan hermosa de su novia, sale de la cafetería, hasta que el sonido de su barriga lo interrumpe. Ya era pasada la hora de almuerzo y se encontraba completamente hambriento.
Luego de unos minutos, recoge su orden y sale de la cafetería caminando en dirección a su casa. Un día tan perfecto, se lamentaba. Jugar con amigos? Que amigos? Todos están con su novias ocupados, menos él.
La comida le sienta bien al estómago y al humor, y que más da, piensa, cualquier otro día será.
Mientras atravesaba el parque para llegar a la parada, se sorprende al ver a uno de sus compañeros de clase, Leo.
Bruno nunca ha tenido muchas conversaciones con él, realmente Leo es algo tímido y solitario en clase, pero acaso no dijo Sofía que pasara tiempo con algún amigo. Había encontrado el plan perfecto para no pasar su tarde sólo.
Se acercó alegre a saludar, normal en su temperamento, Bruno no es para nada cuidadoso, siempre alegre y sin importar lo que otros piensen hace que sea bastante sociable.
-Hey Leo, que haces aquí? Que sorpresa!-
Su compañero lo miró sorprendido, tampoco esperaba encontrarle en el parque.
-Vengo de clases de dibujo, hoy el profe no asistió- Dijo su amigo en voz baja, eran pocas las veces que hablaban fuera de clases, y se sentía algo incómodo.
-Ah!, doble casualidad!, también me dejaron plantando-
Bruno sonreía a cada rato tratando de animar la conversación, estaba decidido a hacerse aun más amigo de Leo e invitarlo a pasar la tarde.
-Si no tienes planes Leo, te gustaría jugar conmigo, mi padre me compró hace unos días una nueva pc y tengo varios buenos juegos, que dices?-
La invitación sonaba tentadora, los videojuegos eran de los pocos temas que compartían en común, pero Leo aun así parecía indeciso, o más bien asustado. No era frecuente recibir invitaciones de otros; pasaba horas en casa solo, dibujando mangas y creando sus mundos de fantasía.
La conversación fue larga, y Bruno con su buen don de la palabra, terminó convenciendo a su amigo de ir a su casa. Por el camino solo hablaron de juegos, a Bruno se le acababan los temas y tampoco es que su compañero ayudara a mantener la charla.
Al fin en casa, invito a su amigo al cuarto en lo que se cambiaba de ropa, para una menos formal. Su cita no había salido como él pensaba, pero su mente positiva no le permitiría arruinar su tarde.
Bruno entro al cuarto, donde se encontraba Leo, esperando paciente, parado. Su mirada se desvió extraña al ver a Bruno, cambiado de ropa. Con un short de tela algo más corto y ajustado y un pulover gris desteñido, igual ceñido a su cuerpo. El rostro de Leo se torno rojizo, e hizo llamar la atención del otro.
-Te encuentras bien, creo que cojiste mucho sol- Mantuvo una sonrisa, y le extendió una bebida a su amigo, -Toma, refréscate, es un día caluroso-
Bruno invitó a su amigo a sentarse en la cama, conecto la pc a la tele y encendió unos mandos inalámbricos para mejor comodidad. El ambiente extraño, cambio completamente con el primer juego, ambos chicos, emocionados, no paraban de reír y competir a ver quien ganaba más. Pasaron dos horas, hasta que los mandos, dejaron de funcionar por la falta de batería.
Ambos se miraron, había sido un buen juego, incluso Leo, que al principio parecía apenado, su rostro había cambiado, de alegría por compartir.
-Que bueno que tus profes no fueron hoy, no la hubiese pasado tan bien jugando solo. Aunque no sabia que te gustase dibujar-
El muchacho sonrio aun más, también había disfrutado el tiempo
-Y que dibujas? Me tienes que mostrar un día-
La expresión de Leo cambió al instante, su timidez regresaba rápido. Su teléfono sonó, y el abrumado, dijo:
-Son mis padres, necesito llamarlos, dónde puedo?-
Bruno le indicó el camino a la sala y lo dejo a solas mientras hablaba. Estaba algo confuso, todo iba tan bien, que ocultaba su amigo, acaso dibujaba mal? O tal vez lo hacia demasiado bien?
Al regresar al cuarto, la mochila de Leo se encontraba abierta, y se dejaba ver un bloc de dibujo que sobresalía. Apartó la vista, apagó la tele y desconectó los mandos; que curiosidad tenía.
Su amigo comenzaba a tardar, y su curiosidad crecía rapido. Sin pensarlo más, tomó el bloc y lo abrió; dentro, habían ilustraciones de un manga, realmente muy bien dibujado y colorido. Las viñetas le interesaban poco a Bruno, pero los dibujos le encantaban, los edificios eran muy detallados, y los personajes parecían... algo conocidos... Una ilustración, de dos chicos tomados de la mano, alarmó su atención, y pegó un salto cuando su amigo, Leo, abrió la puerta para descubrir su delito. Apenado cerró el bloc y pidió disculpas. Leo se encontraba más rojo que nunca, sus ojos no miraban con enojo, parecian estallar en lágrimas en cualquier momento.
-Porfavor, no le digas a nadie-
Bruno trató de calmar a su amigo con una discreta sonrisa, -Son muy bonitos, no te preocupes, no le diré a nadie-
Leo seguía nervioso, no parecía confiar del todo en las palabras del otro, en cambio Bruno, algo confuso por lo que había visto, no pensó antes de decir:
-Te gustan los chicos?- El silencio de Leo era más que una respuesta, el ambiente era incómodo, Bruno no sabia que hacer, tampoco que pensar, se encontraba sorprendido.
Se dejo caer en la cama, aún con el libro en sus manos, y mirando a su amigo, tan nervioso y asustado, trato de hacerlo sentir mejor.
-De que trata la historia que dibujas?- Esta vez lo dijo con más confianza tratando de animar a su amigo y romper la incomodidad que había causado.
-Es una historia romantica- sus palabras se entrecortaban y escuchaban tan bajas que tenia que mirar sus labios para descifraras. -No tiene final, y creo que mejor lo dejo- Se acerco despacio y tomo el cuaderno en sus manos, para terminar guardándolo en su mochila de vuelta.
-No tienes que tener miedo, no voy a contarle a nadie. Solo nunca he entendido, cómo te pueden gustar los chicos?- Ya Bruno parecía más confiado y volvía a su tono habitual descuidado.
-No lo se, supongo es el olor-
-El olor!- Dijo Bruno interrumpiendolo y asombrado. -No entiendo, mi novia huele bien supongo, pero normal...-
-No es eso- Dejó escapar una carcajada dulce, su animo, fuera del aquel nervio, parecía liviano.
-De que te ries- Bruno estaba acomplejado, lo que hacia que el otro riera más de la reacción, -Eso no puede ser- dijo y de un gesto brusco se acercó a Leo, acercando su nariz al cuello de su amigo; que olor, era diferente, nada que ver con el de Sofia, era dulce pero tan suave que no molestaba, era... como apetitoso. Bruno sintió que su cuerpo se estremecía, debía ser el hambre, que aquel bocadillo de la cafeteria apenas había podido aplacar. En cambio Leo, totalmente inmóvil y envuelto en timidez, miraba a su amigo fijo. -Qu que ha ha haces?-
-Quería comprobar lo del olor, pero no lo entiendo-
Se dejo caer en su cama, pero su short hinchado, lo alarmó. Estaba apretado, más que de costumbre. Leo notó el cambio enseguida y apartó la mirada, agarró su mochila y salio casi corriendo del cuarto y de la casa. Que había pasado?! Bruno estaba nervioso, asustado igual, al pasar su mano x su short, este se encontraba muy inflamado y grande. Apenas se detuvo a pensar en como Leo había salido huyendo, acaso aquel olor había abierto realmete su apetito?

El aroma de los chicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora