Chatear se había vuelto habitual, pasaban horas hablando, y ya no solo de videojuegos, música, dibujos, películas, incluso la escuela. Resulta que tenían muchas cosas en común, y Leo, tan callado pero tan buen oyente, hacia sentir que las conversaciones eran eso, compartidas.
Quedaron esta tarde, Bruno había hecho progresos en el videojuego que ambos más compartían, y más ansias tenia de mostrarle.
"Esta tarde sin falta" sonrió hacia dentro al escribir el mensaje a Leo. Lo conocía de tiempo, pero su pecho no podía dejar de emocionarse, era distinto, su vida hace un tiempo solía ser toda una rutina. Ocupado en satisfacer a su novia, Sofía, una chica hermosa y alegre, captaba toda su atención desde hacia ya un año.
Ding, dong* sonó el timbre. Sus padres salieron a visitar unos familiares y Bruno se había quedado en casa para jugar con su amigo; pero aun era temprano, quien sería? Se pregunta, y abre la puerta, que para su sorpresa, era completamente inesperada.
-Hola cariño- La chica se abalanza sobre él y llena de besos las mejillas con un abrazo apretado y cariñoso, que el responde, asombrado, sin demostrar la misma emoción.
-Te tengo una sospresa...- Susurra en su oído, suave y atrevido; sin notar la expresión intranquila y extrañada de su novio.
Sofia es una chica muy centrada en su propio mundo, y eso la hace una triunfadora, le decían a seguido. La mejor de su clase, apuesta, coqueta, alegre, adaptada a ser en centro de atención en todo momento. Compartir su vida, era solo un pasatiempo, su mayor deseo, era tenerlo todo. Esa fue la razón por la que empezó su historia con Bruno, amor de la infancia de una de sus mejores amigas, o mejor dicho, de su mayor rival. Al principio sería solo por venganza, pero quien diría, el chico elegido tan cariñoso, hacia todo lo que sus antojos pedian, y así fue pasando el tiempo.
Autoinvitandose, se sentó en el sofá y le pidió a Bruno algo para beber. Lo tenía todo preparado, había hablado con los padres y estaba enterada de su salida; por lo que aquella tarde cumpliría otro de sus últimos antojos.
Mientras Bruno le alcanzaba el refreco, dejó caer uno de sus tirantes por su hombro, descubriendo la porción superior de su pecho.
-Estas listo?, se que esperabas mucho este momento-
Y sus palabras no mentían, contaba cada noche el momento de perder su virginidad. Este, ya más seguro, se acercó al regazo de su novia y besó, despacio, su hombro, lo que provocó a la inquieta chica soltar un chillido de satisfacción.
Tomó su mano, y la llevó al cuarto, regado por varios videojuegos que Bruno planeaba mostrarle a su amigo, lo que hizo que esta hiciera una mueca de enojo, que trató de controlar, tenia que ser perfecto. Ignorando el estado de la habitación, se sentó en la cama, deslizó su cabello recogido en un moño alto, y dejándolo caer, cubrió su cuello parcialmente. Bruno, acostumbrado, solo seguía lo que ella hacía, no quería incomodarla con nada.
Ella hizo un gesto provocativo, y feroz, atacó los labios carnosos de su novio, en un beso salvaje y atrevido; que continuo con caricias, que casi agarraban por completo el cuerpo del otro.
Bruno seguía calmado, respondiendo las acciones frenéticas de su novia, pero por alguna razón, algo lo incordiaba. Mantuvieron algunos besos un rato, hasta que alzó la vista y vió su celular; recordó su compromiso con su amigo y apenado retrocedió.
-Necesito ir al baño- La chica asintió con una sonrisa perversa, y le alcanzó de su bolso, un paquete de condones.
-No demores- Dijo en su oído, incitándolo.
Bruno se levantó y tomando su móvil cruzó la habitación hacia el baño. Nervioso, apenas podía pensar en que decir, las mentiras no eran su costumbre, "estoy enfermo, lo siento, te escribo luego", apartó su teléfono, pero este sonó de vuelta, "Que lástima, espero mejores pronto" respondió Leo. Una sensasion extraña sofocó su pecho, un dolor ligero y persistente. No podía quedar mal con su novia, este es su momento, habrá más tiempo para jugar luego; se autoconveció hasta hacer casi desaparecer aquella extraña sensación.
Colocó el condón luego de reanimar la ereción y regresó al cuarto, donde estaba Sofia, impaciente, desvestida casi por completo. Su fina piel, sin marcas pedía el roce. Desesperada, jaló a Bruno hacia ella, acostándolo en la cama, y subiéndose ella encima.
Los jóvenes, entregados al momento, empezaron el juego de caricias. m
Moviendo su vientre, Sofía ya bastante exitada, hizo una ligera mordida en el cuello, que como un rayo, activó aun más a Bruno, ya emocionado.
Con sus manos agarró la nuca de su amada, e hizo el mismo gesto, pero al colocar sus dientes, un aroma lo sacudió, repugnante, agobiante, un olor tan artificial que revolvió su estómago, separando a la chica y sacudiendo su cabeza a un lado para lanzar un vómito al suelo.
Sofia no reaccionó bien, parecia enojada más que preocupada, -Que te sucede! Mira que comes basura y no cuidas tu salud- su mirada, rabiosa y asqueada, empeoró ante el silencio de Bruno; lo que causó un ataque de ira, recubriendo su cuerpo con sus antiguas prendas.
Bruno, algo mareado, trató de detenerla, pero aquel olor aun le molestaba. En minutos, Sofia había abandonado la casa, dejando a Bruno completamente sólo, confundido, triste y asqueado.Más tarde, ya de noche, limpiaba su cuarto mientras revisaba su móvil, en espera de alguna respuesta de las varias llamadas y mensajes en disculpa que había hecho a su novia. Ya no quedaba rastro de aquel herdor causante de aquel incidente. Caminaba por el cuarto, intranquilo, había destruido el momento que más deseaba, y por qué? qué era ese olor? los perfumes extravagantes de Sofía, algún producto para la piel, o el espeso maquillaje que generalmente cubría su rostro? No tenia idea, no podía tampoco pensar. Se dejo caer al suelo, y recostó su cabeza.
Casi envuelto en la culpa, otro olor capturó su atención. Este era ligero, pero lo suficiente intenso como para ser percibido por Bruno. Levantando su rostro, en dirección a aquel aroma tan familiar y dulce. Se acercó al estante donde se apoyaba la tele. Justo encima, el origen del aroma, el videojuego que le había dado Leo. Lo tomó en sus manos y acercó aun más a su nariz, recordando la sensación de la primera vez, el día cuando todo comenzó...
Aunque eran compañeros en la misma escuela, un día invitó a Leo a casa y jugaron juntos. Allí comenzaron a socializar. Fue su curiosidad lo que desveló el secreto de su amigo, que dibujaba en un cuaderno, escenas románticas entre chicos. La respuesta está en el olor, eso le dijo Leo.
Bruno empezaba a entender sus palabras, aquel aroma era tan diferente, tan agradable; apretó aun más el cartucho a su nariz. Su cuerpo comenzaba a escurrirse, como un cosquilleo que recorre desde la punta de su nariz, calienta sus mejillas y sacude su espalda hasta terminar en las piernas. Cada calambre se hacia más intenso con la profundidad de la inhalación, era adictivo, gratificante. Deslizo entre sus manos su genital ya sensibilizado, y acompañó con suaves roces aquella sensación... aquel recuerdo, tan corto y vívido. En su mente repetia aquel día, y cuanto más nítido, más podía reunir las notas melódicas que componían la fragancia; hasta que su cuerpo, completamente extasiado, cedió...Habia quedado dormido, en el suelo, envuelto y abrazando aquel videojuego. "Estoy preocupado, espero mejores", la notificacion del mensaje iluminó la habitación; que no logró despertar los dulces sueños en los que Bruno se embarcaba en esos momentos.
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El aroma de los chicos
RomanceUn chico alegre y descuidado, atraviesa una confusión extraña después de pasar tiempo con un amigo. El aroma lo guiará x el un sendero de dudas, a una historia de amor.