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5. Final.⋰˚✧̥⋱

Oh, el dulce placer de la maldad.

Louis se cruzó de brazos, mirando la multitud frente a él. Evaluó cada uno de sus rostros, la noche haciendo sombra sobre ellos, todos reunidos en esa gran plaza de la ciudad a la que los había influenciado a ir. Solo habían mentes avariciosas y almas egoístas, en fin, humanos. Una considerable cantidad de personas, si tuviera éxito, esa sería como una de las travesuras de los tiempos victoriosos de Louis. Regresaría su reputación, su nombre, su prestigio. Todo eso. El Jefe estuviera orgullo, palmeando su hombro y todo eso. Zeta y Ele también, aplaudiendo a sus espaldas y elogiándolo por la gran noche que escogió. Tentador.

Pero, por una vez, Louis no quería mucho que su travesura diera resultado.

No quería caos.

Él era un demonio cruel y egoísta al final de todo. ¿Qué más daba usar a un par de cientos de humanos para su propio beneficio?

(Le recordó aquella vez que visitó una isla y conoció a un entrometido ángel. Podía haber comenzado desde ahí.)

"Esta será una gran noche" susurró al oído de la supuesta líder, la que había influenciado todo ese tiempo hasta hacerla llegar ahí. La mujer abrió sus labios, embelesada, y repitió a la audiencia las mismas palabras que el demonio susurraba en su oído. "Esta noche obtendremos lo que llevamos esperando tanto tiempo."

La ciudad vociferó un poco. Louis contuvo una risita, recordando que estaba siendo invisible para todos esos ojos, por lo que solo se encogió de hombros. Contuvo la respiración, susurrando por último "¿Por qué no empiezan prendiéndole fuego a la ciudad?"

Louis cruzó las manos tras su espalda, entonces, a la espera. Evaluó cada centímetro a su vista en cuestión de un segundo con la respiración titilando en sus labios, y nada.

No sucedió nada.

Se acercó a la mujer con un ceño fruncido.

"Préndale fuego a la ciudad. A la casa del alcalde. A cada sitio" repitió. Seguía sin suceder nada, la mujer repetía las palabras, el pueblo rugía, los minutos pasaban. "Acaben. Masácrense. Destruyéndolo todo."

Nada. Un poco más desesperado, musitó.

"Hagan el caos."

Y, sucedió.

El tiempo se detuvo.

Una sonrisa lenta y aliviada tiró de los labios de Louis.

Él volteó, ligero y calmado. Sus ojos lo buscaron. Ahí, frente a él, con dos imponentes y gigantescas alas doradas y de hilos plateados, el nuevo arcángel se encontraba. Todo de oro, desde su túnica y sus sandalias, hasta la tiara de laureles y los tatuajes de su piel. Le habían recortado el cabello, tanto que ahora los rizos solo se acumulaban en la cima de su cabeza, pequeños, el cabello marrón corto rozando sus orejas. Louis entreabrió los ojos, fascinado, mientras Harry le sonreía.

"Louis" susurró.

El demonio dio un paso hacia él.

"Es todo dorado" dijo, bajito y embelesado. Harry ladeó la cabeza, deslumbrando aunque fuera la noche de un veinticuatro de diciembre.

"Ahora soy un arcángel" expresó, tan contento y feliz que la propia emoción se extendió por el pecho del otro. Los ojos verdes se desviaron tras su espalda. "Estás haciendo una travesura" dijo.

"Llegaste a tiempo para ver los resultados."

Harry rio un poco.

"¡La detuve!" exclamó, risueño y jovial. Louis sintió su pecho calentarse y su aparentemente inexistente corazón hincharse. Sus pestañas revolotearon, una mirada espeluznante (para él, completamente) y colmada de cariño.

"No, en realidad" se burló.

Harry parpadeó, curioso.

"¿No?"

"Uhm, no" Louis sacudió la cabeza. Permitió que sus alas saliesen, solamente sus alas negras, de plumas de cuervo. Con ellas, una tiara de cobre surgió sobre su cabeza. Harry irradió un poco de luz al verlo. "Mi travesura ha dado el resultado que estaba esperando."

"¿Cuál es?"

Se encogió de hombros, serio y simple.

"Tú estás aquí."

Las alas doradas se movieron. Harry aleteó, alzándose sobre sus pies y Louis no dudó en imitarlo, el demonio y el ángel alzándose para volar juntos, el tiempo detenido bajo ellos. Hubo una risita baja y alegre y cuando Louis lo miró, Harry ya lo estaba observando, sonriéndole.

Notó que, como siempre, había un rastro de nubes enredado en su cabello, ahora corto. Era tan natural y usual, casi como si se tratara de un sentimiento hogareño. Entonces, sin pensarlo, Louis alzó su mano y la acercó. Luego, sacudió su cabello con suavidad.

Ambos se miraron.

"No quema" susurró Harry. Louis sintió su respiración trabarse en sus labios. (Era tan de sentimientos y actitudes humanas, las que antes le parecieron ridículas, pero ahora no importaban. Los humanos era un poco patéticos sobre ese tema, pero Louis era como que los entendía ahora, solo un poco.)

"No lo hace" respondió de vuelta, en voz baja.

Es ahí cuando la punta de sus dedos se desliza, cuidadosa y lenta, sobre el rostro del arcángel. Sus dedos tocan la piel tersa de su frente, primero, y luego desciendo hasta su mejilla. Es tersa y lisa, justo como Louis imaginó que sería. Harry continúa mirándolo, los ojos profundos y llenos de colores y los labios entreabiertos, el aliento cálido escapándose de ellos mientras ambos flotan sobre sus alas, aún.

Sus ojos chocan, entonces. Hay plumas negras y doradas rodeándolos, hilos de oro, plata y cobre. El ángel y el demonio se miran, suaves y dulces, cuidadosos y delicados. Anhelantes, sus pieles rozándose sin quemar.

Louis frunce el ceño. Harry sonríe, solo un poco.

"Es justo como creí que era" susurra, un poco perdido en Harry. El arcángel lo miraba.

"No vayas a salir corriendo" le dice, bajito y cálido.

Louis endurece su mandíbula, casi ofendido.

"¿Por qué iba a correr?"

Harry solo deja ir una risita, dando un suave aleteo que lo impulsa.

Luego, el ángel besa al demonio.

Y sabe tan dulce.

I hope that you don't run from me » larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora