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Louis siempre tenía buenos planes.
Y, probablemente, si no existiera ese pequeño ángel entrometido, todos serían un éxito.
Pero, el punto. Él siempre tenía buenos planes, objetivos fuertes y una gran y satisfactoria victoria asegurada. Al menos, a veces. La mayoría del tiempo. El tiempo en el que aún no conocía a Harry, por supuesto.
(Idiota y bonito ángel.)
Por ejemplo, su última hazaña era un poco gloriosa. Y muy lujosa, definitivamente. Él se encontraba en uno de los reservados de un elegante y costoso restaurante, la mesa de la esquina permitiéndole ser discreto cada vez que sonreía, estando solo y pudiendo ocultar con un trago de su copa de vino. Su vista fija en el centro del restaurante, donde una familia de la alta sociedad cenaba. Tenía una risita contenida en la garganta, maliciosa y a la espera.
"¡Eres un maldito pervertido!" gritó la mujer, de repente, alzándose de la mesa y llamando la atención de todos. En sus manos y recién extraído de su bolso se encontraba la ropa interior de encaje que Louis se había encargado de dejar. Los niños lucieron espantados mientras el marido abría los ojos desmesuradamente "¡¿Cómo te atreves?!"
Él dejó ir una sonrisita pequeña, dando un último trago de ese vino amargo. Y, probablemente, Louis había organizado todo. Aunque, en su no tan defensa, había bastado un mero susurro suyo para que el padre de familia ese cayera en la tentación de la lujuria y faltara a los votos de su matrimonio, siéndole infiel a su esposa con su secretaria. Está bastante seguro de que en realidad, sin él tener que incitarlo, el hombre lo hubiera hecho de todos modos en algún momento. Los seres humanos son criaturas salvajes y sin escrúpulos –con vinos malísimos realmente caros.
"Eso no es lo que parece..." empezó a decir el hombre, poniéndose de pie bajo todas las miradas de los comensales. Parecía un poco encolerizado y definitivamente avergonzado. Louis se humedeció los labios, una expresión satisfecha mientras aguardaba, fingiendo interés e impresión.
Hasta que, claramente y como si nada, se detuvo el tiempo.
"¡Louis!"
Borró cualquier rastro de sonrisa en su rostro y trató de enseriar su expresión, eliminando ese sutil brillo cálido y cariñoso que amenazó en abrirse paso cuando miró al ángel. Frunció el ceño ante su repentina aparición.
"Tú" acusó, entrecerrando los ojos. "Llegas un poco tarde. Demasiado, para ser exactos. Aunque, al tiempo justo para ver mi travesura dar resultados."
Es ahí cuando, sin impedimentos, Harry le da una sonrisa pequeña, agitando su cabeza. Está sentado frente a él, sus alas desapareciendo ya con un poco más de práctica y no tiene rastro de nubes o polvo blanco; solo su túnica y sus sandalias. Los rizos se sacuden a su vez, todo tan delicado y angelical que Louis cree que está viendo en cámara lenta.
"No, en realidad. ¿Notaste que ya estamos en diciembre?"
"¿A qué te refieres con 'no, en realidad'?"
Harry siguió divagando, por supuesto.
"¡Se acerca la coronación!"
Oh, era cierto. Louis lo notaba en ese momento, viendo la piel dorada expuesta de los brazos del ser. Era todo trazos y tatuajes de líneas de oro, cada parte de él, excepto su rostro. Era bello. Tanto como solo un ángel podría serlo.
"¿Me vas a traer un poco del banquete? ¿Una de esas dulces manzanas del pecado?" murmuró, disfrutando en secreto de la expresión risueña de Harry.
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I hope that you don't run from me » larry
Fanfic"Y bueno, la realidad era que Louis nunca había recibido un regalo. Esas eran cosas de mortales. ¿Quién le iba a regalar algo a un demonio que era encargado de provocar el caos? No. Nadie. Ni siquiera cuando fue creado. Y entonces, ahí estaba Harry...