Dancing With Shadows

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Pov. Jeno

De pequeños nos enseñan a jugar a las escondidas para liquidar el aburrimiento; pero para un homosexual de los 60's como yo, se vuelve un juego al que nunca dejas de jugar. Desde que descubrí mi sexualidad, me he vuelto en ese niño escondido en lo más profundo de la oscuridad, camuflado con las sombras, a tal grado que ni notan que sigo aquí. El lado divertido de este lugar lleno de oscuridad que es donde me encuentro, es que aprendes a reconocer a tus iguales, ves a los chicos que están escondidos en la oscuridad, al igual que tú.

Cuando entré al reformatorio conocí a aquellos que al igual que yo viven en las sombras. No éramos un grupo grande, mi banda de fieles amigos solo ondeaba entre la cifra de 4 chicos (5 contándome a mí), con los cuales compartí mis miedos. Miedos en común, miedos que nadie escucharía ni entendería como ellos lo hicieron, miedos tales como la inminente amenaza de muerte, que es aceptar nuestra sexualidad al mundo. Al escrutinio de nuestro familiares y entorno, al ver que no deseamos la clásica imagen familiar a la que se nos acostumbra, aquella que según sus ojos es digna de pleitesía, pero que para nosotros no es más que una condena que limita nuestros deseos de libertad. Además de esto y por sobre todo nuestro miedo más grande era, es y será ese que muchas veces no nos dejó dormir por las noches, el que nunca dejará de atormentarnos: el miedo al futuro. Tenía 15 años cuando los conocí, pero en aquel entonces tanto ellos como yo le temíamos al hecho de que nuestras vidas fueran siempre así; que tal vez y solo tal vez habíamos nacido con la desdicha de tener un pensamiento demasiado adelantado para nuestra época.

Las mejores charlas nacían en las noches de insomnio, donde los demonios que vivían junto con nosotros deseaban ser atendidos. Hablábamos de como no nos sentíamos cómodos entre los prospectos de ser un "hombre", en como nos encasillan, como si jugar algún deporte que entre dentro de sus estándares nos fuese a hacer menos "maricones". Algunos de mis amigos lo habían intentado, tal era el caso de Mark; quien era dos años mayor. Durante mucho tiempo jugó fútbol americano, salió con la típica porrista, y fueron el cliché de la pareja popular; pero aún con todo eso, nada pudo evitar que luego de un partido, Mark fuese descubierto besándose con uno de sus compañeros de equipo, para terminar aquí.

Durante mi larga estadía allí vi cosas que ningún niño de 15 años debería de ver. Lloré un par de veces (tal vez demasiadas), terminando siempre en el mismo triste final: cayendo de rodillas en las gastadas tablas de madera en la cabaña donde aquellos iguales a mi habíamos sido designados, cuestionando el por qué de mi manera de ser. Me aferré a los hombros de Mark muchas veces, recibí palabras de aliento por parte de Renjun otras más, y protegí a Jisung; el más pequeño de nuestro grupo, de los golpes que nos brindaba cada tarde las monjas del lugar, como si mi vida dependiera de ello. Solo Dios sabe cuántas veces le imploré cambiar, ser a quien mis padres querían, todo con tal de que me aceptaran de nuevo y me sacaran de aquel lugar; no obstante, eso nunca pasó.

Hoy es cuando arreglo mis pocas cosas, en el mismo bolso con el que llegué. Solo me queda decir que he aprendido a ser fuerte, le agarré costumbre a vivir en la oscuridad y ser una sombra más. Fui preso de mi libertad desde muy temprana edad, mas ahora con 19 años puedo decir que estoy listo para vivir sin temor a los demás. Porque no hay nada que yo ni los demás puedan hacer para que cambie.

Viví en el infierno durante 4 años. Sé de los horrores que allí se pueden dar, y ya no le temo a nadie, porque ellos no conocen a los demonios que habitan con nosotros en la oscuridad.

Tomo mi bolso y me despido de este maldito lugar de una vez por todas, sin duda no hay nada (a excepción de las personas que aquí conocí) que vaya a extrañar.

Camino hacia la salida y apenas pongo un pie fuera siento la sensación de libertad apoderándose de mí, estoy dispuesto a largarme de una vez por todas, más cuando estoy apunto de irme sin dar marcha atrás.

Brave|NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora