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DESPUÉS DE ATRAVESAR UN TRAFICO HORRIBLE, finalmente llegas a la oficina de tu esposo, encuentras un lugar para estacionar en el estacionamiento y suspiras antes de mirarte en el espejo antes de agarrar la lonchera en el asiento del pasajero y salir del auto.
Llamaste a Aizawa antes para ver cómo estaba y, desafortunadamente, estaba teniendo un mal día. Algunos errores dentro de las acciones de las empresas les hacen retroceder meses y meses de trabajo. No había comido hoy, así que decidiste prepararle una comida.
Todos estaban acostumbrados a verte aquí, como eran una familia, así que sabían que cada vez que venías Aizawa estaba molesto, quería comida o simplemente te extrañaba.
Caminarías directamente a su oficina con un golpe y él siempre te sonreiría sin importar el estado de ánimo en el que se encuentre. Afortunadamente para ti, no estaba en una reunión, así que una vez que te acercaste a su oficina y llegaste cortésmente consciente, se aclaró la garganta y habló con voz ronca.
—Entra, bebé—
Tu corazón se calentó con el nombre normal y entraste en su oficina. Como predijiste, se veía agotado, pero sin embargo, te sonrió. Aizawa se sentó en su escritorio de madera y este estaba con montones de papel y un bolígrafo en la mano.
Su cabello estaba fuera de su cara en un moño y la corbata que le pusiste esta mañana se aflojó. Suspiraste y te acercaste a él, dejando la lonchera en su escritorio.
—¿Te sientes mejor?— preguntas.
—Para nada— Aizawa deja caer su bolígrafo y se recuesta en su silla.
—Bueno, te hice el almuerzo. Te dije que dejaras de irte rápidamente sin comer. No es bueno para ti—
—No era necesario, cariño...—
—Es bistec con papas fritas— lo interrumpes con una risita y él aplaude, abriendo rápidamente la bolsa y poniéndose de pie para calentarla en el microondas. Siempre fue su comida favorita, nunca se cansaba de ella.
—Gracias, cariño. Realmente ha sido un día difícil. Estoy listo para irme—
—Sabes, eres tu propio jefe, puedes irte cuando quieras—
