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La oscuridad de un miedo

...

Mientras se encontraban en el sótano, en el entrenamiento de Yūji, este decide entablar una conversación algo inesperada para el albino adulto, pues de un chico como el pelirosa, no esperaba tal conversación.

—Gojo-sensei —llamó sin despegar la vista del televisor frente a él, tampoco es que se podía desconcentrar mucho, no quería recibir un golpe por parte del muñeco maldito.

—Dime Yūji-kun —el más alto se encontraba a su lado viendo una película, no giró a ver al adolescente, se mantuvo inmóvil.

—¿Sabe? Me he cansado de intentar comprender a las personas —inició con voz calma, Satoru se extraño por tan extraña declaración, más Itadori decidió continuar —¿No sería un peligro?.

Esta vez, Gojo si volteó a verlo, estaba algo sorprendido, intento pensar en que decirle, pero él era el menos indicado para aconsejarlo o si quiera escucharlo, Satoru tampoco comprendía a las personas.

—Una mujer joven me llamó egoísta, porque intenté evitar que se quitará la vida, ¿Sabe cuáles fueron sus palabras? —ante esa interrogativa, obviamente el albino negó y Yūji prosiguió; —"Eres un egoísta, yo ya he decidido acabar con mi vida, ¿Por qué intentas evitarlo?  No quiero vivir, ¿Vas a obligarme?".

En ese momento, Gojo se dio cuenta de que la situación se salía de control, nunca se había imaginado que alguien como Yūji Itadori, tuviera esa clase de pensamientos, por lo que parecía, el chico sabía ocultar muy bien sus problemas. Esto era grave.

—Esa mujer tenía personas que la querían mucho, pero ella solo pensó en si misma, no considero el dolor que le causaría a quienes la querían —el pelirosa dejo de ver el televisor y bajo la mirada al suelo, era claro que estaba triste y contenía las ganas de llorar. —No creo poder seguir... Con esto más tiempo.

Admitió con sinceridad, para Satoru eso fue un eco que lo puso en alerta, acercó su mano a la venda que cubría sus ojos y decidió quitársela. Sus ojos azules tenían un toque de sorpresa y dolor, para el albino, Yūji era un chico increíblemente alegre que en tan poco tiempo había congeniado bien con él.

—Odio ver morir a quienes están a mi alrededor, no importa lo que haga, siempre muere alguien, temo que un día... Sea yo quien arrebate una vida —he allí la primera lágrima, Itadori lloraba de impotencia, su cuerpo comenzaba a temblar. —Lo intente... De verdad que hice lo que pude, pero al final, ella solo... Salto.

Gojo abrió sus ojos a más no poder, era desgarrador oírlo decir algo como eso, él no imaginaba lo horrible que era para él, tan solo un niño asustado de hacer algo que pueda perjudicar a los inocentes. Satoru no sentía lástima de Yūji, sentía lástima de sí mismo, allí ese pequeño se destruía y él ni sabía ni que hacer.

—Cada error cuesta una vida... ¿Cuántas cobraré yo? —entonces alzó su mirada, sus ojos desbordantes de lágrimas, sus mejillas rojas y su nariz moqueante.

—Yūji-kun —el albino vio que el muñeco iba a golpear al pelirosa, lo sostuvo y lo alejó un poco, se encargó de alimentar a esa cosa mientras abrazaba al pobre niño.

—Estoy cansado... Yo, yo tengo miedo sensei —admitió presa del llanto, devolvió el abrazo y se aferró al adulto, necesitaba a alguien con quien desahogarse, jamás pensó que sería su profesor.

—No tengas miedo, estoy aquí, nada de lo que pasó fue tu culpa, jamás se puede entender a una persona que está cegada, cuando solo ven su sufrimiento, nunca piensan en los demás, solo están hartos de lo que deben soportar y terminan haciendo esas cosas —explicó con calma y acarició la espalda del menor, lo sentía temblar, Satoru decidió ser suave, el pobre chico estaba mal.

—Pero aún así... Algún día, podrían ser mis manos las que se manchen de sangre... No quiero hacer algo así —la voz entrecortada de Itadori causó un nudo en la garganta del chamán, odiaba que ese pequeño rayo de sol, tuviera que pasar por esto.

—En ese caso, yo te traeré de vuelta y evitaré que hagas eso —afirmó, si eso hacia falta, lo haría, todo por la tranquilidad del pelirosa.

—¿L-Lo harás Gojo-sensei? —el joven se alejó un poco y lo miro directo a los ojos, sentía la insistencia de observar esas maravillas que el hombre solía ocultar.

—Prometo que lo haré, por favor, ya no llores, vuelve a sonreír, Yūji-kun se ve lindo con una sonrisa —claro que Satoru no se dio cuenta de lo que decía hasta que lo dijo, tanto él como el menor se avergonzaron un poco.

—S-Si a Gojo-sensei le gusta verme sonreír... Entonces lo haré —tras estás palabras, Itadori dejó ver una hermosa sonrisa, Gojo vio más allá de las lágrimas y las mejillas rojas, le pareció perfecto.

—Si Yūji-kun, sonríe, adoro esa parte de ti.

Continuará...

Amo a esos dos, son tan ains, bueno... Tengo como mil historias en borrador así que bai.

Mina

Ese soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora