II

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Gota a gota

...


—Volvió a pasar...

En aquel lugar tan solo se oía el gotear del agua, el grifo yacía abierto a la espera del descanso que no aparecería hasta que alguien sintiera lastima y cerrara la llave.

—¿Yūji-kun?.

Últimamente, se había notado un cambio en Itadori, quiénes eran sus más allegados fueron los primeros en notarlo, aquel chico con una pasión indescriptible había desaparecido dejando atrás a un completo desconocido, nadie entendía su pensar, para ellos, ese no era el Itadori Yūji que todos conocieron.

"Menuda mierda..."

El tener a Sukuna dentro de él de por sí ya era una tortura, sus comentarios fuera de lugar, la rudeza con la que se expresaba y la crudeza de sus palabras hacia de su compañía, la peor de las torturas y su risa, oh, no ha habido sonido mas desesperante que su risa cargada de satisfacción, Yūji se arrepiente de muchas cosas hasta el momento, no quería arrepentirse de sus actos, seguía confiando en que esto seria de ayuda.

Al menos eso creía...

—Hace unos días fue una señora... Ahora fue un hombre, no sé que hacer —expresa con notorio desespero, se toma los cabellos con fuerza y tira de ellos sin control alguno, Gojo se acerca con rapidez y toma sus muñecas para detenerlo.

—¡No hagas eso! —hace fuerza para detener la auto-lesión a la que Yūji se fuerza, como puede, lleva las manos del menor hasta su pecho y allí las detiene.

—¡Gojo-sensei! ¿Fu-Fue lo mejor? —pregunta con lagrimas a punto de desbordarse, sus ojos cafés ahora no parecen tener el brillo que antes conmovía a quienes los apreciaban, estaban casi vacíos.

—¿De qué hablas? —inquiere envuelto en confusión, sus albinos cabellos irrumpen en su visión y como puede los aparta, observa al menor y se concentra en sus orbes ahora rojizas.

—Usted... Usted impidió que me ejecutarán cuando descubrieron que yo... Que yo era el recipiente de Sukuna —explico medianamente, Satoru aguardo a que completará sus palabras, por los momentos no sabía que decir de todo ello. —¿Fue lo mejor?.

Si a Gojo Satoru le dijeran que se había equivocado él se reiría en la cara del bastardo que se atrevió a cuestionarlo, pero... Se trataba de la persona a la que decidió salvarle la vida, al chico con el que congenio desde un inicio y sentía que era mucho mas que su estudiante. Sus cejas se alzaron en completa sorpresa.

—¡Claro que si! Aunque la situación se repitiera mil veces estaría seguro de mi decisión, siempre sería la misma, nunca me arrepentiría —exclamó con desaprobación hacia su duda, él no se arrepentía de ello, le molestaba que Yūji cuestionara su decisión.

—Pero... Mucha gente ha muerto desde que Sukuna se volvió parte de mi... No he podido evitarlo, es mi culpa —giro su cabeza hacia los lados repetitivamente sin detenerse, quería librarse del agarre de Satoru, mas no lo conseguía.

—¡No, no lo es! —la determinación de Gojo se hacia presente, no podía permitir que Itadori se destruyera a sí mismo por una culpa que no le pertenece. —No cargues con muertes que no causaste, quisiste hacer una diferencia en un destino que ya estaba marcado, no juegues con el destino, el siempre voltea las cosas y juega contigo.

Se separó de Yūji y cerró la llave del agua, luego se giro hacia él y lo observo esperando una reacción la cual no llego, el pelirosa veía al suelo con expresión indescifrable, parecía alguien mas, eso le asustaba, Itadori estaba cambiando y eso no le gustaba para nada.

—Escucha Yūji-kun, no quiero que sigas pensando de esa forma, todos cuentan contigo, eres fuerte, no te dejes derrotar, muchos han pasado por lo que estas experimentando, todos sentimos el peso de la culpa, aun cuando no nos corresponde —le dejo saber el albino, le dedico una sonrisa cargada de cariño y luego de acariciar sus cabellos, se retiró de aquel baño.

Itadori se quedo allí, mirando la puerta por la cual el mayor había salido, pensó mucho en las palabras que había dicho y en las que salieron de su propia boca, luego de ello, miro al suelo y esbozo una sonrisa tan triste que de solo verla provocaba una dolorosa presión en el pecho.

—¿Todos cuentan conmigo? Eso es lo que mas me asusta.

Mientras él pensaba en esas palabras, Sukuna disfrutaba de verlo en tal situación, a sabiendas de la debilidad de la mente de aquel joven, sólo sería cuestión de tiempo para que aquella fragilidad se quebrase y de él no quedaría nada.

El rey de las maldiciones aguarda, como un cazador apreciando a su presa, a la espera de un momento de debilidad en el que la víctima no pueda defenderse para atacar y tener éxito en su casa.

¿Podría el cazador tener éxito en su jornada, o podría la víctima volverse un victimario?.

Continuará...

Eu, que esto lo escribí en tan solo unos minutos, se podría decir que la inspiración fue cósmica, porque nada me fume para escribir esto.

Mina

Ese soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora