3. Caídas y vergüenzas

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—¿Sabes, Alec?, no me sorprende para nada saber que se encontraba en el hospital porque, obvio, es el director y no el jodido paciente —dije sin quitar la vista de la enfermera sacando sangre del brazo de Connor

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—¿Sabes, Alec?, no me sorprende para nada saber que se encontraba en el hospital porque, obvio, es el director y no el jodido paciente —dije sin quitar la vista de la enfermera sacando sangre del brazo de Connor. 

—Estaba igual que tú hace unas horas, Sophia —Dijo mientras se paseaba por toda la habitación. 

Vann no entró con nosotros, el comportamiento que mostró desde la casa de Connor cambió por completo al entrar al hospital. Su postura tranquila y silenciosa cambió a una tensa y peligrosa. Caminaba por los pasillos apretando con fuerza el bolso negro hasta que sus nudillos se volvieran blancos, no miro a nadie hasta llegar a la habitación donde le dio el bolso a Alec y luego se fue. 

Connor aún no ha despertado, tiene una venda enrollada en la cabeza, grandes manchas oscuras se apoderaron de todo el lado derecho de su rostro. La mitad de su pierna está enfundada en yeso. 

Limpie con una toalla unas cuantas manchas de sangre en sus nudillos. 

—¿Tienes dónde quedarte? 

Negué.

—Puedes quedarte con nosotros hasta que arreglemos su casa. 

—¿Cómo lo conoces? —Dije dándome la vuelta. 

—¿Por qué no llamaste? —Estaba dándome la espalda viendo por la ventana del gran edificio. 

La tristeza en sus ojos verdes se reflejó en la ventana. ¿Soy estúpida o porque esta triste por una persona que no conoce?

Lo soy, es obvio que se preocupa por la salud de Connor.

—Te conozco desde hace unas horas, ¿Por qué tendría que darte explicaciones? —no me importa ser grosera, era demasiado tarde y a este punto sentí que podría caer en cualquier momento. 

 Honestamente no me interesa. Solo quería envuelta en todas mis mantas y esperar a que toda la realidad caiga sobre mis hombros. 

—Aún no lo sé, Alec. 

—Puedes quedarte con nosotros hasta que la casa esté arreglada. 

Asentí. 

En lo único en que podía pensar era en Connor, en su reacción al verme luego de tantos años, ¿se enojará?, ¿me odia también?, si lo hiciera lo entendería, no lo llame en años, hasta ahora y con una razón ridícula. Apreté la toalla con fuerza al hacerme tantas preguntas, mi odio hacía tres personas en específico creció cada vez más, los pensamientos sobre hacerles daño no abandonaron mi mente. Sentí un gran peso en mi pecho y los comienzos de un dolor de cabeza. La cólera corría por mis venas, mis latidos se aceleraron y odié cada segundo de mi existencia. 

—Disculpen —dijo la enfermera —la hora de visitas ya termino, podrán volver mañana a la misma hora. Llamaremos número que nos dieron si el estado del paciente se complica. 

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2021 ⏰

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