«Él era un romance puro y embriagador, era una obra de arte»
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Luego de su tediosa y ridícula ruptura con su novio, Sophia decide irse a vivir con su padre. Ella no contaba con encontrar a dos completos desconocidos. Es donde conoce a Vann, un pin...
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Lo mire con incredulidad.
—¿Nunca tuviste una cita, Vann? —agarre un mechón de mi cabello y lo coloque detrás de mi oreja.
Vann, un hombre atractivo, sin duda alguna. El hombre que tiene más probabilidades de casarse antes que yo simplemente negó con la cabeza.
—No es el fin del mundo, lectura —dijo distraídamente.
En realidad el mío sí, significa que si no hago mi próximo movimiento perderé mi única oportunidad con el. Significa que una chica podría aparecer y pedirle una cita, aceptará, serán novios y luego de unos años esposos.
Retrocedí un poco analizando todo, tropecé con una caja haciendo que caiga de espaldas en la cama, me levante tan rápido como caí. Vann observaba con diversión la escena.
Sí, le divierten mis crisis existenciales.
—Demonios, Vann. ¿Cómo es que durante toda tu vida nunca tuviste una cita? —pregunte viendo como giraba en su silla y volvía a su trabajo.
Dándome la espalda solo encogió los hombros.
—¿No quieres tener una hoy?
Se cautelosa, Rossi.
Él solo volvió a negar con la cabeza aún sin tomarle importancia al asunto. Camine hasta llegar a la puerta, me quede parada en el marco.
—¿...Conmigo? —observe como el pincel en su mano dejo de moverse.
Escondí una sonrisa.
Estaba por cruzar el marco cuando escuche el sonido de una silla siendo arrastrada. Una mano cálida me detuvo agarrando mi hombro. Voltee y por primera vez en todo este tiempo vi un sonrojo en su rostro.
—Supongo que podría pensarlo —dijo tomando mi mano.
Los hormigueos se instalaron en mi al sentir la calidez que transmitía Vann. El no es una persona que muestre a menudo sus sentimientos, o que reaccione con amabilidad. Es de muy pocas palabras. No es una persona que sonríe a cada momento, pero cuando lo hace es perfecto. Su sonrisa es perfecta.
El no se siente cómodo con las personas, prefiere estar en su habitación escuchando música clásica y pintando en oleos.
—Mejor piensa en que te pondrás.
Solté su mano y corrí hasta mi habitación.
—¡7 en punto, Vann! —grité antes de cerrar la puerta.
Lo ultimo que vi fueron sus labios curvándose en una pequeña sonrisa.
Será su primera cita, debo encargarme de que sea especial, sobre todo que nunca lo olvide.
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