Disturbio

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Escena 1

Que yo sepa, exceptuando la época del Gran Incendio, hacía más de diez años que no se producía un asesinato en Enbizaka.

Tras recibir la noticia, el detective privado Eikichi acudió inmediatamente al lugar de los hechos.

Cuando consiguió abrirse paso entre los curiosos, se encontró con que el agente Uibee ya estaba allí, llevando su porra favorita.

Al ver llegar a Eikichi, Uibee levantó sin mediar palabra una estera tejida de paja que había allí.

Debajo de ella estaba el cadáver de una mujer desnuda, con el cuello brutalmente acuchillado.

—... Qué espectáculo más horrible.

Eikichi acercó su mano al cadáver, cerrando los ojos.

—Le han cortado la garganta con una cuchilla. Y además hay una puñalada en el pecho... Esa es probablemente la herida mortal —explicó Uibee, mirando el cadáver.

—Una cuchilla... ¿Crees que el agresor es un samurái?

—No, no creo que la haya matado algo afilado como una katana. Fue otra cosa.

—¿Qué crees que fue?

—Todavía no lo sé. Pero dado que la dejaron aquí con el kimono quitado, probablemente fue obra de un asaltante que pasaba por aquí.

—¿Sabemos quién era la mujer?

—Sí. Mientras estabas durmiendo, me adelanté y lo busqué por ti. ... Es la esposa del dueño de la tienda Miroku.

Escena 2

—¡Kayo-san! ¡Es terrible, terrible!

Oyuka entró corriendo en la casa de Kayo en estado de pánico.

En ese momento Kayo estaba trabajando en la reparación de un kimono. El kimono rojo que tenía en sus manos estaba roto por varios sitios y tenía varios agujeros, y los estaba cosiendo con hilo.

Kayo respondió a Oyuka, sin dejar de trabajar ni apartar la vista de la aguja:

—¿Qué pasa, Oyuka-san? Estás muy agitada.

—No te vas a creer esto. ¡La esposa de Miroku-san fue encontrada asesinada al pie de la colina!

En eso, Kayo hizo una pausa y miró hacia arriba.

—... ¿Cómo puede ser? —murmuró tranquilamente.

—Fue en el camino central y ocurrió anoche, así que dicen que fue un asesino o un bandido o algo así.

—Ya veo...

—Estoy muy asustada. Enbizaka acaba de recuperarse del Gran Incendio y ahora alguien ha sido asesinado —dijo Oyuka, arrodillándose en el tatami — La señora de la tienda Miroku era muy trabajadora y muy querida. Ayer estuvo trabajando hasta tarde, y cuando volvía a casa... ocurre esto. Oh, no puedo soportarlo, ahora nunca voy a poder ir tranquilamente por el camino de noche.

—Yo creo que sí...

—-Kayo-san, eras una conocida suya, ¿no? No... pareces muy angustiada.

—... ¿Eh? —Kayo puso cara de sorpresa.

—"Eh", dices... ¿No me decías siempre que te confiaba mucho de su trabajo? —Al ver la expresión de Kayo, la propia Oyuka se mostró sorprendida.

—Una conocida... No, eso no puede ser. Nunca he visto a nadie de la tienda de Miroku.

Oyuka parecía completamente desconcertada al ver que Kayo decía tal cosa.

Pecados Capitales del Mal: La Sastre de EnbizakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora