Miré por la ventana de la sala otra vez. No veía a nadie, pero eso no quería decir que no estuvieran ahí.
—¿Siguen ahí? —le pregunté a Kylie.
Ella se acercó, disimuladamente a la puerta, apartó un poco la cortina y la cerró nuevamente. Me miró asintiendo.
—¡Por Dios! —Me dejé caer en el sofá—. ¿Cuánto tiempo más estarán ahí afuera?
Kylie se acercó a mí y se lanzó al sofá de igual manera.
—Hasta que salgas —dijo. La miré con cara de pocos amigos—. Sabes que hasta que no salgas, estarán ahí plantados como macetas.
Resoplé.
Desde hace dos años, chicos venían en mi cumpleaños y se plantaban en la puerta, esperándome con un regalo. Y todo la popularidad que tenía entre los chicos, se debía a mi mejor amiga, ya que hace dos años me inscribió en un concurso de belleza y terminé ganándolo, lo que me llevó a también participar en un comercial de belleza.
Un día era una chica normal y al otro de repente tenía un chico detrás de mí hasta para querer sostenerme la mochila. No era malo, he de admitirlo, pero hay momentos en los que se vuelve tedioso y que no te dejasen respirar ni en tu cumpleaños, era uno de ellos.
—¿Debería sólo planear mi muerte? —pregunté en broma. Kylie rió—. Oye, ¿ya enviaste las invitaciones a todos?
Asintió.
—Cada una de ellas. Todos han confirmado que vendrán a tu cumpleaños —dijo con una gran sonrisa—. Es que, ¿quién se perdería una increíble fiesta de máscaras patrocinada por la chica más hermosa de la tierra?
Sonreí.
El cumpleaños número dieciocho, era, para la mayoría de las adolescentes, un cumpleaños inolvidable, así que queríamos hacerlo literalmente inolvidable. Con mis padres habíamos pasado un año planeando mi cumpleaños. Rentamos un gran salón donde haríamos una gran fiesta tipo gala, dónde los invitados tendrían que vestirse de etiqueta y usar una máscara hasta las doce de la noche, donde cambiaríamos todo el ambiente para que parezca más un antro.
—Ay, no exageres —rodé los ojos—. Por cierto, no me has contado que pasó con Brace. ¿Te sigue molestando?
Torció los labios.
—Eso es lo raro. No lo he visto en días.
—Gracias a Dios. Tal vez se dio cuenta de que era hora de dejarte ir.
—¿Dónde están tus padres? No los ví cuando llegué.
Encogí los hombros.
—No sé, quizás hayan ido a comprar mi regalo a último minuto porque se le olvidó —reí.
La puerta de la sala de abrió y supuse que eran mis padres que al fin habían decidido recordar que hoy por fin su niña se convertiría totalmente en una mujer.
—Querida, estos chicos estaban esperándote en la entrada —habló mi mamá mientras entraba a la sala con mi padre a su lado y cinco chicos detrás de ellos.
«¡Mamá!»
Sonreí forzada.
—Ah, es que no los había visto —mentí.
Mi papá pasó por mi lado y me guiñó un ojo mientras reía.
—Igualita a tu madre —dijo para luego dejarme sola con tremendo desastre.
Los chicos que sostenían cada uno diferentes objetos o regalos en sus manos, se acercaron a mí y empezaron a pelear para ver quien hablaría conmigo primero.
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Lo incógnito de tus besos © [Pausada]
Roman d'amourHace ocho años, cuando tenía diez, había sufrido mi primera decepción amorosa, cuando al declararle mi amor a un chico, este me había rechazado. ¿Y saben con qué pretexto lo hizo? ¡Solo porque él tenía diescisiete y yo diez! ¡Que estúpido! Ahora, e...