Kylie había estado llorando en el baño porque había una mariposa en el vestidor, sí, por más estúpido que sonase, así era. No sé cuándo empezó, pero desde hace tiempo les tenía fobia a esos pobres animalitos, y no era la primera vez que le daban ataques cada vez que veía una. Ya había pasado dos veces en todo el tiempo que tenía de conocerla.
Íbamos en el auto de Khalid para llevarla a casa. Ella se había quedado dormida ocupando todo el espacio de atrás del coche. Yo iba en el asiento del copiloto mientras Khalid conducía.
—¿Por qué le tiene fobia a las mariposas? —Me atreví a preguntarle—. Nunca le pregunté a Ky porque tenía miedo de ser una inoportuna. Consideraba que si no me había dicho nada era porque no se sentía lo suficientemente segura como para contarmelo.
Khalid soltó una pequeña sonrisa.
—No te sientas mal por eso —Me miró de soslayo—. De hecho, nadie lo sabe.
Lo miré, confundida.
—¿Cómo que nadie lo sabe? ¿No te lo ha dicho ni siquiera a ti?
Negó.
—Ni siquiera a nuestros padres.
—Lo que sea que haya pasado, de verdad la ha afectado.
Hubo un repentino silencio en el coche, lo que me hizo sentir un poco nerviosa. Khalid empezó a dar pequeños toques con los dedos en el volante. Parecía como si estuviese pensando en algo. Luego, de repente, empezó a reírse, poniéndome nerviosa.
—¿De qué te ríes? —Por un momento me sentí enojada—. ¿Te estás riendo de Kylie?
Él me miró alarmado y negó con las manos.
—No, no, claro que no —Continúo riéndose—. Es que recordé algo divertido.
Me crucé de brazos sin dejar de mirarlo.
—A ver, ¿se puede saber de qué?
—Nada importante —negó, mordiéndose el labio para no reírse.
Lo miré con cara de pocos amigos y me quedé en silencio hasta llegar a la casa de los Wallet. Khalid bajó a Kylie, que aún seguía dormida y más tarde me llevó a mi casa.
—Debiste continuar en tu fiesta. Kylie me contó que la habías estado planeando por años.
Me encogí de hombros: —¿Quién crees que era más importante?
—Si, pero no creo que Ky te perdone haberte ido de tu fiesta.
—Me sentía un poco sofocada, si eso te convence.
—¿Sofocada por qué? —Me miró sonriendo de lado—. ¿Por todos tus pretendientes?
—¿Pretendientes? No, claro que no.
—Claro que sí, pequeña Wylie.
Mi cuerpo temblaba cada vez que me llamaba de esa manera. No supe que más decir, así que me mantuve en silencio hasta llegar a mi casa, y él tampoco hizo un esfuerzo en reavivar la conversación.
—Gracias por traerme —Me bajé del auto, tomando mis cosas.
—No hay problema, Wylie.
Sonreí. Le di las buenas noches y me entré a mi casa. Obviamente no faltaron las preguntas de mis padres ya que la hora acordada era hasta al rededor de las tres o cuatro de la mañana, y había llegado al rededor de las dos.
Una vez desperté, llamé a Kylie para ver su estado. Me dijo que andaba bien, que solo había vuelto a ser un estúpido susto, gracias a Dios. Me arreglé como todos los días para ir a la universidad. Tomé el bus y me encontré con Kylie allá.
Me sonrió cuando me vio llegar.
—Lamento mucho que hayas tenido que cancelar la fiesta por mí.
Me encogí de hombros: —No estaba tan emocionante —intenté que no hacerla sentir mal, pero en vez de eso, me sonrió con cara triste.
—Justo ese día tenía que pasarme —volvió a decir, a punto de lloriquear. Kylie era muy emocional—. Soy un desastre. En serio, en serio, lo siento muchísimo.
—A ver, a ver —Nos detuvimos—. Ponte en mi zapatos, si hubieras estado en mi lugar, ¿qué hubieras hecho? —Esta vez sí me sonrió un poco más con alegría—. ¿Ves? Hubieras hecho lo mismo, así que no te disculpes, que no las aceptaré.
—¡Eres la mejor! —Se colgó de mi cuello.
—Ya lo sé, ya lo sé —alardeé.
Nos dirigimos a aula y por supuesto no pudieron faltar aquellas miradas lascivas de los chicos, que me hacían sentir súper incómoda. A veces, solo quería patearlos y dejarlos ciegos. ¿Es que no ven que ese tipo de mirada incómodaba a las chicas? Me gustaría un día que el mundo se invirtiera, así sabrían lo que se siente y pararan de hacerlo.
Nos sentamos a almorzar cuando un carraspeo de garganta nos hizo dar la vuelta.
—Wylie está ocupada —habló Kylie, sin siquiera voltear para ver al chico a la cara.
—N-no es eso.
—¿Quieres un autógrafo, acaso? —dijo hostil, mirando esta vez al chico quien se mordía los labios, nervioso.
—E-es que no es Wylie con la quiero hablar —dijo, mirando sus uñas.
Kylie lo miró de soslayo con notoria indiferencia.
—¿Ah, no?
El chico negó: —Es... contigo.
Me mantuve comiendo, actuando distraída. Kylie no lo pudo notar, pero yo si lo hice debido al ángulo en el que me encontraba. El chico traía un ramo de orquídeas en sus manos. Uy, se viene declaración de amor. Obviamente las personas que habían visto el ramo, también miraron con expectación al chico, esperando que hiciera su movimiento.
—Quiero decirte que ayer estabas muy —tartamudeó y le costó decir la última palabra— hermosa —soltó de golpe.
Empecé a sonreír. El chico era atractivo, y que actuara de esa manera, tan tímido, lo hacía ver demasiado tierno. Aunque nunca había hablado con nosotras, sabíamos que se llamaba Neyzan puesto que compartíamos los tres algunas clases. Extendió el ramo hacia Kylie. Ella se quedó helada en su lugar. Sin que ella se diera cuenta, saqué mi teléfono y tomé una foto. Me lo agradecería luego.
—Estas son para ti —anunció con voz trémula.
Eran unas orquídeas amarillas y rojas.
Ay, Dios, me derrito de ternura.
Kylie miró a su alrededor, al notar que tenía muchas miradas sobre ella. Podía sentir la presión que estaba sintiendo.
—Yo no sé que decir —Murmuró Kylie, mirando el ramo de orquídeas. Llevó su mano al regalo y lo tomó con las manos temblorosas.
Varios silvidos se escucharon por todo el comedor.
Neyzan se rascó la nuca, me miró a mí y le sonreí en apoyo. Se notaba a leguas lo nervioso que estaba. Me sonrió de vuelta.
—Bueno... —balbuceó—. Nos vemos.
Salió literalmente corriendo del comedor, dejando a Kylie con la boca abierta.
—Eso fue... raro —destacó y no pude evitar reírme.
Al ver que me burlaba de ella, me dió un manotazo en el hombro, lo que me hizo seguir riendo.
—Por cierto, Khalid nos ha invitado a comer luego de las clases.
Casi escupo la comida. Y ahora la que se ríe de mí es Kylie.
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Lo incógnito de tus besos © [Pausada]
RomanceHace ocho años, cuando tenía diez, había sufrido mi primera decepción amorosa, cuando al declararle mi amor a un chico, este me había rechazado. ¿Y saben con qué pretexto lo hizo? ¡Solo porque él tenía diescisiete y yo diez! ¡Que estúpido! Ahora, e...