04| Copia

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Copia

Reproducción exacta de una obra artística.
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Su mente intentaba enfocarse en la clase que Ijichi impartía, pero en esos momentos era lo menos que podía importarle.

Porque su consciencia no para de viajar a Arabella, y de Arabella viajaba al beso, y del beso viajaba a Gojo Satoru. ¿Pero quién era Gojo Satoru? Bueno, Megumi podría describirlo como la persona más irritante del mundo, pero a Megumi le irritaban muchas cosas, así que quizás todo el mundo era irritante, pero de ser Gojo Satoru, todo el mundo sería insignificante, porque ese hombre siempre era más. Siempre era más guapo, siempre era más rico, siempre era más idiota, y sobre todo, siempre sería su tutor. Porque Megumi era huérfano, o así había sido desde sus seis años de vida, hasta que, de forma ridícula y estúpida, Gojo Satoru entró a esta como si de un hada madrina se tratara.

Aquel hombre le había dado un techo y educación con tan solo 17 años. ¿Pero por qué? Porque es millonario y los millonarios nunca saben en qué gastar su dinero. O también, porque quizás gracias a él es que Fushiguro Megumi era huérfano.

Gojo Satoru le había dicho que era una cuenta que había dejado pendiente, y que era un hombre de palabra, y que la palabra es lo más importante que tienen los hombres. Megumi pensó cuán ridiculo era eso, pero en realidad, todo en Gojo parecía ser ridículo y extremista.

Era por eso que no comprendía qué relación tenía Arabella con Gojo. Quizás salen, pensó. Y quizás era así, porque Gojo no era tan viejo, y era rico, y guapo. Pero de ser así, ¿Por qué Arabella lo besó frente a él? Además, sí, no era tan viejo, pero sí lo era, y pensar en Arabella saliendo con él le producía arcadas. Porque de alguna forma Gojo era su inexistente figura paterna, y él se había enamorado de Arabella, o bueno, de la idea de Arabella.

Porque eso era otra cosa, durante cuatro meses Megumi se dedicó a observar a Arabella en su burbuja de misterio sin atrever a acercarse, por lo que de alguna forma terminó idealizándola, creando una imagen de ella la cual probablemente no era la real. Y ahora que comenzaba a conocerla, o un intento de conocerla, se daba cuenta que Arabella no era como él pensaba, pero tampoco podría decirlo con exactitud, porque apenas y habían intercambiado palabras.

Agotado de tanto pensar y no llegar a una conclusión estable, dejó caer su cabeza sobre el escritorio produciendo que su compañero de banco le mirara con extrañeza, pero poco le importó.

El resto de la clase la paso así, recostado intentando ignorar la idea de Arabella saliendo con Gojo. Porque en realidad no debería de importarle, pues él no era nada de ella y ella no era nada de él.

—Hola. —Dio un brinco cuando la moribunda silueta se posó al lado de él en el pasillo de la universidad. Su clase ya había acabado y en esos momentos caminaba hacia la cafetería.

Extrañado le dirigió la mirada y descubrió su siempre negro cabello y sus labios resecos, aquellos que había besado días atrás.

—Hola.

—¿Quieres ver algo genial, Megumi? —Sus ojos grises le miraron y por primera vez notó que Arabella no se encontraba fumando como en sus encuentros anteriores. Algo lógico dado a que estaban dentro de la universidad.

—¿Algo cómo qué? —Preguntó él haciendo que Arabella frunciera el ceño con molestia.

—¿Sí o no?

Se tomó unos segundos antes de responder, segundos en los cuales Arabella detuvo su paso y él junto a ella. De nuevo llevaba sus sandalias blancas y un pans de pijama, pero esta vez no portaba la chamarra de mezclilla, únicamente llevaba una camiseta de lo que parecía ser una banda occidental.

𝑨𝒓𝒂𝒃𝒆𝒍𝒍𝒂 • 𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊𝒈𝒖𝒓𝒐 𝑴𝒆𝒈𝒖𝒎𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora