"Las cosas muertas pueden
ser arrastradas contra corriente,
sólo algo vivo
puede ir contracorriente."Gilbert Keith Chesterton
Se puede decir que la vida es binaria, que la vida es uno u otro. Puede ser que en esta realidad la vida de muchas personas se rige en esas reglas, que siempre que se presentan en una discordia tienen que, forzosamente, elegir entre una opción u otra. Puede que estas personas vivan en el estrés constante de ver que siempre se verán atacados por dos únicas opciones. Una lástima, ¿no lo crees? Así como estas personas aseguran que la vida solo tiene estas dos opciones puede que así lo sea para ellos pues es su vida, existe otras vidas en distintas personas que puede diferir de gran manera. La vida no necesariamente que regirse de forma binaria, no tiene que ser esto u otro, no cuando hay más sistemas y existe el aquello. La vida para otras personas puede estar llena de opciones. Sólo falta la motivación para encontrarlas.
Leyendas, tan distintas y tan variadas cuando al final pueden resultar ser la misma cosa. Leyendas que muchos pueden pensar son como tonterías, cuentos de miedo para asustar a los niños o quizá para demostrar el amor verdadero o mantener la esperanza, sin embargo al final de todo siguen siendo leyendas. Leyendas a las cuales muchos pueden dar su vida entera para demostrar lo reales que son mientras que otros la dan para demostrar cómo es que no son más que disparates los cuales solamente la gente ignorante pierde su tiempo en escuchar. En el fondo ni uno ni el otro se encuentra en lo correcto, ni son enteramente verdad y no por eso son una total farsa. Las leyendas, oh benditas sean, nos previenen de horribles sucesos que podrían pasarnos. Nos evitan la mala fortuna de caer en manos de alguna bruja o de la loquera, por lo menos a algunos. Una vida entera puede perderse dentro de la insania de la leyenda. Por esa misma razón hay que ser precavidos.—Escucha con atención, acuéstate y estate quieto que no pienso repetirla.— Una hermosa figura era lo que se dejaba ver por la entrada. Los cabellos rubios de un color casi igual al de una perla se movían junto con las corrientes del agua. A pesar de que el agua no estuviera serena sus cabellos no se mostraban desenfrenados, al contrario, le daban un aire poderoso. Mostraba una piel pálida, su cara se veía demacrada y aún en ese estado se veía despampanante. Mostraba en el rostro unos ojos grises, largas pestañas largas y oscuras, una nariz afilada, labios largos y finos que dejan relucir unos pequeños destellos plata de lo que serían unos grandes y temibles colmillos. Sus pómulos y mandíbula ambos se mostraban tanto que pareciera que con el más mínimo roce lograrían causar una profunda cortada. Su cuello era largo y daba paso a unas clavículas que se encargaban de sostener unos pequeños hombros decorados con pequeñas y relucientes escamas. Los brazos largos y casi esqueléticos nunca dejaron de moverse con elegancia. No había pechos, solo unas cuantas escamas que destellaban esparcidas por su torso concentrándose más en su cintura. Estás mientras más cerca se encontraban de la cintura se iban convirtiendo más oscuras llegando a un negro tan brilloso y precios como el ópalo. La cola del final lucía de un color transparente sin eliminar de la ecuación el tan llamativo resplandor.
Un pequeño joven de piel morena y cabellos castaños con unos preciosos ojos celestes que resplandecían llenos de emoción con pequeñas escamas a su alrededor destellando en tonos lilas y con una larga cola morada corría hacía su boncho de corales y algas. Una mantarraya lo esperaba para arroparlo junto con una una medusa para almohada. El joven se enterró en su cama de un clavado.—Bien supongo que ya era tiempo, ¿no crees?— La mujer lo miraba con cariño, tomó asiento a un lado de la cama y le acarició la mejilla.
—¡Pues claro! Yo ya soy grande. Y como ya soy grande ya puedo escuchar la historia.—El pequeño Lance sonreía exaltado.
—Muy bien pues empecemos. Era una vez, hace mucho tiempo en los mares del Norte por los Países Bajos existía una princesa sirena, una sirena de cabellos rojos como los corales y una cola tan preciosa y brillante...
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Libertad después de la condena
FanfictionEl mundo de la piratería no tiene clemencia ni piedad, sin excepciones. Keith lo tenía clarísimo. Two-Shot