Hola, hola. Bueno, venía a decirles que espero les guste la historia y la apoyen. Ahora sí, los dejo con la historia. ♡
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16 de septiembre de 2022. 23:45 hs.
Ya era hora.
Debía hacerlo ya, porque era el momento perfecto.
Las pastillas yacían en mi mano, esperando el momento en que las ingiriera y acabara con todo.
Era el momento perfecto. Era el momento de que deje atrás todo lo que me atormentaba. Era el momento de acabar con todo esto.
Tomé una pastilla entre mis manos y la observé. Una pequeña cosa blanca podía hacer que mi vida terminara. Podía hacer que el dolor que se oprimía en mi pecho desapareciera.
En ese momento pensé en dejarlo todo, dejar el plan de acabar con todo, dejarlo atrás para cambiar y volver a ser feliz como alguna vez lo había sido. Pensé en dejarlo y hacer que todo cambiara. Pero me di cuenta de que nada iba a cambiar por más que lo que quisiera. Todo iba a seguir siendo la misma mierda y no quería seguir, así que retomé mi plan.
Coloqué la pastilla sobre mi lengua y la tragué. La pastilla era dura y un poco grande para mi garganta, así que cuando recorrió mi garganta, dolió. Dolió como cuando mi padre se ausentó de mi vida y lloré cada noche esperando que él se diera cuenta de la falta que me había hecho y tratara de arreglar las cosas conmigo y pasar más tiempo junto a mí. Dolió como cuando descubrí lo reemplazable que era, como cada persona que me conocía podía llegar a reemplazarme en cuestión de segundos. Dolió como las palabras horribles que mi mamá dijo de mí, las que hicieron que me odiara como nadie lo había hecho. Dolió como cuando supe que nadie daría su vida por mí, que nadie podría dejar sus cosas solo por mí, que nadie me amaría y daría todo por mí.
Tomé otra pastilla y la tragué. Las pastillas pasaban mi garganta y pensaba que cada una que tomaba era un problema que desaparecía. Dolía, pero no dejé de consumirlas, seguí y seguía. Luego tomé dos más y las tragué.
Mi garganta ardía por las pastillas, pero no me rendí, tomé otra y la coloqué en mi boca para tragarla. La pastilla recorrió mi garganta y todo eso que me atormentó alguna vez, desapareció. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y me sentía mareada. Se hizo un pequeño recuerdo de algo malo que me hizo pasar un mal momento. Se esfumaron y mi mente comenzó a proyectar recuerdos.
Recuerdos de cuando aprendí a andar en bicicleta y la única que se alegró fue mi abuela. Recuerdos de mi primer novio y como sentí que alguien realmente me amaba. Recuerdos de mi primera vez y como me sentí tan segura como para hacer algo tan íntimo. Recuerdos de las noches que pasábamos bajo las estrellas junto a Justin y sentía que podía quedarme a su lados mil noches. Recuerdos de mí intentando que mis padres estuvieran orgullosos de mí, aunque solo pensaban que todo lo que yo hacía estaba mal. Recuerdos que solo serán eso, recuerdos.
Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras pensaba que solo eran recuerdos y que eran del pasado. Tomé otra pastilla y la tragué, y luego otra y otra y otra.
Mi garganta ardía por la rápida acción. Mi vista se nubló por completo. Mis manos se volvieron débiles y el frasco de pastillas cayó al suelo. Ya no escuchaba la fuerte música que reproducía el estéreo. La oscuridad comenzó a rodearme. Me tomó entre sus brazos, no me negué, ya que esto es lo que quería, morir.
Una ola de paz se apoderó de mi cuerpo mientras pensaba en la locura que había cometido y como afectaría a las personas que me rodeaban. La oscuridad comenzó a quitar sus brazos de mí y me dejó en un lugar donde solo había silencio, paz, soledad y tranquilidad. Era un lugar donde siempre soñé estar.
Me giré y me vi. Me vi ahí en la cama con el brazo extendido. El frasco de pastillas en el suelo y mi rostro empapado de lágrimas.
¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué se me cruzó por la cabeza al hacerlo?
Mi mamá entró y quitó la sonrisa de su rostro al verme. Se arrodilló a mi lado y tomó mi rostro entre sus manos. Las lágrimas se desprendían de sus ojos mientras gritaba por ayuda.
Lo imaginé. La había destrozado sin la intención de hacerlo. Por más que no lo pensara, yo era su chiquita y ella me quería mucho.
Odié ver a mi mamá así. Su grito llegó a mis oídos de manera desgarradora.
Apagó el estéreo y gritó nuevamente por ayuda. Se sentó sobre la cama y colocó mi cabeza sobre su regazo. Mi papá entró corriendo y ese hombre fuerte y duro que siempre conocí, desapareció. Se acercó lentamente a mi mamá y la abrazó.
Y ahí fue cuando lo supe. No fue lo correcto.
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Los monstruos que nos rodean.
Teen FictionGemma nos cuenta su historia con decepciones, lágrimas, sexo, fiestas, ansiedad y una vida de adolescente. Gemma relata todo lo que sufre día a día junto a su familia y conocidos; nos cuenta que nuestras decepciones se logran gracias a "Los monstruo...