Hoy era el funeral de la abuela.
Todos estábamos alrededor de su ataúd, llorando. La abuela era muy querida en esta ciudad, todos la conocían, era imposible no quererla.
El abuelo está con su brazo sobre mis hombros y con un pañuelo en su mano.
Me acerco al ataúd de la abuela y la miro. Miro sus facciones. Sus labios que alguna vez formaron sonrisas, sus ojos que alguna vez me miraron con amor y dulzura, su nariz con la cual olía sus maravillosas recetas y sus negros y canosos cabellos los cuales me pedía que peinara todas las tardes que iba a su casa a merendar.
-Lo siento, Abuela, no pude despedirme de ti - coloco mi mano sobre su pecho -.Tu no merecías esto.
Coloco mi mano sobre su rostro. Toco cada parte de su rostro para saber si esto no es un sueño. Quiero que no se vaya.
-Tu no merecías irte - las lágrimas comienzan a recorrer mis mejillas -, tu no mereces esto, no mereces estar en un maldito ataúd, no mereces irte con tantas metas aquí.
Coloco mis manos sobre mi rostro y comienzo a llorar. Siento como alguien coloca su brazo en mi espalda y comienza a acariciarla. Me quito las manos del rostro y miro a quién está detrás de mí.
Papá.
Se siente raro cuando mi padre me da amor, porque el es un hombre muy duro y jamás lo visto llorar, pero está tan humilde que no puedo pensar en eso ahora.
Me siento tan mal con mi padre porque él la amaba demasiado y no puedo despedirse de ella.
-Lo sé, hija - dice con la voz quebrada -. Sé cuanto amabas a tu abuela, pero nadie es eterno, llegó su momento y ella está en paz allá arriba.
-Papá... - mi voz se quiebra y mi papá me abraza.
Cuando me separo de mi papá veo que mi abuelo está cerca del ataúd, llorando.
-No te preocupes, May, ya estaré yo contigo. Hasta siempre, querida May. - se inclina hacia el ataúd y deja un beso en la frente de mi abuela.
Me acerco a mi abuelo y lo abrazo. Que bien se siente abrazarlo, siento que necesita un hombro sobre el cual apoyarse en estos momentos, porque él no está bien.
-Está bien, abuelo. Ella está en paz, solo debemos dejarla ir y ella estará feliz. Ella siempre permanecerá en nuestros corazones - digo en el oído de mi abuelo.
Él no dice nada y solo se queda sollozando en mi oído. Mi hombro se moja por sus lágrimas y me abraza cada vez más fuerte como si no quisiera soltarme.
-Ella te quería mucho, abuelo. - digo cuando me separo de él.
Mi abuelo asiente y algunas personas vienen a darle sus condolencias. Salgo a afuera, ya no quiero estar rodeada de tanta gente, quiero estar sola.
Cuando salgo me siento sobre una gran roca.
-Te quiero, abuela - digo y bajo la cabeza.
Recuerdo todo lo bueno que pasé cuando ella estaba con vida y me siento como una mierda porque yo jamás hice nada por ella.
-Tu abuela era una gran persona - escucho una voz grave y masculina detrás de mí.
Me giro y veo de quién proviene la voz. Un chico muy guapo. Tiene el cabello color chocolate y ojos verdes. Es alto y tiene una leve sonrisa acompañada por unos tiernos hoyuelos.
-¿Tu quién eres?- no puedo evitar preguntar.
Siento que no lo conozco de nada, y a todo esto, ¿cómo conoce a mi abuela?
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Los monstruos que nos rodean.
Novela JuvenilGemma nos cuenta su historia con decepciones, lágrimas, sexo, fiestas, ansiedad y una vida de adolescente. Gemma relata todo lo que sufre día a día junto a su familia y conocidos; nos cuenta que nuestras decepciones se logran gracias a "Los monstruo...