Tetera de Vapor

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Amor, el niño loco de la loca sonrisa,

viene con pasos lentos igual que viene a prisa;

pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco

lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.




Para cualquiera que mirara, los días seguían como siempre. Los pájaros seguían cantando a las cinco en punto, justo antes de que los suaves rayos naranjas del amanecer comenzaran a colarse por las rendijas de las ventanas de los habitantes de la ciudad. La brisa fresca de las mañanas seguía meciendo las hojas verde de los árboles, que al tambalearse dejaban caer algunas de sus coloridas flores en el asfalto, llenando la calle de color y el ambiente con un aroma dulce y fresco. La gente seguía saliendo de sus casas, desde las siete de la mañana para ir a sus trabajos, escuelas o para asistir a sus responsabilidades diversas, dejando un olor a café en la calle, haciendo resonar sus pisadas apresuradas, acompañado del sonido de los automóviles en las calles; todos tratando de llegar lo antes posible a sus destinos.

En efecto, todos los días seguían siendo comunes y sin cambios aparentes, pero para Deku, cada día que pasaba era diferente, y todo era gracias a su amigo de la infancia, y recientemente, amor no correspondido: Bakugo, o Kacchan, apodo que le había puesto de niño de manera cariñosa, pero que ahora cada que lo pronunciaba sentía el latir desbocado de su corazón enamorado.

Entrelazó sus manos sobre su abdomen, recargando su espalda sobre el respaldo de la banca de metal, deslizándose levemente hacia abajo, soltando un suspiro con más fuerza de la que hubiera querido, sintiendo una ligera opresión en el pecho y un nudo de nervios en el estómago, sentimientos contantes desde que había aceptado (resignado) que estaba enamorado.

La brisa fresca de un jueves por la mañana le despeinó sus verdes cabellos, y entrecerrando levemente los ojos, se perdió en sus pensamientos, mientras miraba por encima a la gente pasar por fuera de las rejas del parque central. ¿Qué estarían pensando? ¿Acaso alguna de esas tantas personas se sentía e la misma forma que él? De ser así, ¿cómo lidiaban con ese sentimiento? Porque era un sentimiento que a ratos lo consumía, sobre todo cuando estaba solo, pero bastaba con la presencia del rubio para acallar todas esas dudas y apaciguar el dolor que le causaba estar enamorado de su mejor amigo. Disfrutaba de su compañía, y sufría su ausencia, pero al mismo tiempo se sentía asfixiado cuando estaba con él; el aire le faltaba, las manos le sudaban y la cabeza no dejaba de darle mil y un vueltas. Era un sentimiento incómodo, pero que de alguna manera le reconfortaba. Sostuvo el puente de su nariz con su dedo índice y pulgar, presionando levemente, buscando alivianar la tensión que le provocaba la confusión de sus sentimientos.

Un dulce olor floral inundo sus fosas y relajó el entrecejo levemente, suspirando entre aliviado y desesperanzado, pues de alguna tonta y extraña manera, esperaba que fuese el rubio que le quitaba el sueño quien se había sentado junto a él.

—Vas a llegar tarde si sigues aquí sentado. —Pero la sola presencia de Uraraka lo tranquilizaba. Soltó el puente de su nariz y destensó los hombros de manera despreocupada.

—Tal vez no quiera llegar a clase. —La miró con un deje de diversión en los ojos y ella negó con una media sonrisa apenas perceptible.

—Tú no eres así, Deku. Estos últimos días has estado faltando a clases, ya no te preocupas por tus pruebas ni tampoco convives con nosotros, tus amigos. Es como si te hubieras encerrado dentro de una muralla que no quieres que penetremos, ¿qué está pasando? —Deku ahogó un suspiró y se mordió el labio de manera nerviosa. Según él, todo estaba bajo control, pero dentro, muy dentro, sabía que no era así.

El Amor Nunca Llega TardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora