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Akaashi Keiji ha soñado con su alma gemela desde que es pequeño. Y se supone que eso no es raro, a todo el mundo alguna vez le ha ocurrido. Su madre soñó con su padre a los 16 años, justo antes de conocerlo en una feria del pueblo de sus abuelos. En el sueño, ella tropezaba en la pista de baile y se caía al suelo. Entonces, de la nada, una mano aparecía en su campo de visión para ayudarla a levantarse.
Akaashi sabe que soñar con tu alma gemela suele ssuceder muy pocas veces en tu vida antes de conocerla, pero a él le ocurría lo contrario. Desde que entró en la secundaria sueña con unos brazos que le rodean cada noche y no le sueltan hasta la madrugada. Al principio le pareció algo tierno. Después, con el pasar de los años, comenzó a pensar que su alma gemela debía sentirse solitaria y rogó madrugadas enteras poder conocerla para intentar amainar su supuesta pena. Solo le bastaba, al menos, ver su rostro. Un rápido vistazo. Pero eso nunca ocurría. Akaashi solo sabía que, fuese quien fuese, se sentía seguro entre sus brazos.
¿Le vería su alma gemela en la televisión cada vez que jugaba algún partido? ¿Asistiría alguna vez a alguno de ellos? ¿Se habrían topado alguna vez sin dase cuenta? Al menos deseaba que ese partido en concreto no lo estuviera viendo, porque Bokuto Koutarou, el capitán del equipo contrario, volvía por cuarto año consecutivo a hacerles morder el polvo en la pista.
Akaashi solía pensar mucho en su alma gemela, pero en quien más pensaba era en Bokuto. Sobre todo, para maldecirle por su estúpida energía. El equipo de Akaashi apenas conseguía subir en la liga de voleibol universitario por culpa del bicolor. Da igual cómo entrenaran o lo mucho que se esforzaran, el equipo de keiji solía quedar descalificado solo unos días después de que iniciara el torneo (porque su mala suerte siempre obraba para que ambos equipos se enfrentaran en los primeros partidos). Ni siquiera conocía al tal Koutarou antes de entrar a la universidad, pero desearía no haberle conocido nunca si cada vez que reencontraban el equipo de Keiji terminaba lloriqueando en el banquillo.
--Buen partido, Agashi, puede que en el próximo tengáis más suerte.
Akaashi se queda petrificado en el lugar al escuchar esas palabras, ni siquiera sabe si lo dice en serio o se está riendo en ese momento en su puta cara. Sus compañeros se han adelantado a las duchas abatidos, pero él había decidido acercarse a las taquillas para coger unas toallas. Ni siquiera tendría que estar el mayor en ese lugar que no le correspondía, pero Akaashi sabe que le estaba buscando para hurgar en la herida un año más (porque Bokuto solo quería reírse de él, ¿verdad?).
--¿Por qué siempre tienes que ser tú? --le espeta el pelinegro, encarándole por primera en años y dejando salir su rabia.
--No te entiendo --responde el bicolor con una sonrisa inocente que hace reventar la poca paciencia del más bajo, que comienza a guardar sus cosas de manera frenética para salir lo antes posible del lugar
--Olvídanos a mí y a mi equipo. Si necesitas reírte de alguien, hazlo de tu propio reflejo en un espejo --Akaashi se acerca a él decidido y enfadado, dispuesto a empujarle al salir --.Porque juro que el año que viene vamos a-
Keiji deja de hablar en el momento exacto en el que pisa una botella de agua que alguien ha olvidado en el suelo y se resbala hacia atrás. Por acto reflejo, cierra los ojos esperando un catastrófico golpe, pero, para su sorpresa, Bokuto Koutarou le ha agarrado de la muñeca y ha tirado de él hacia adelante para agarrarle entre sus brazos antes de que se hiciera daño.
Y lo más curioso de la situación no es eso, sino que Akaashi sabe en ese instante que conoce muy bien esa sensación de estar siendo rodeado por los brazos de Bokuto de Koutarou. ¿Cómo no sería capaz de reconocerla si llevaba soñando con ella casi una vida entera?
--¿Estás... bien? --le pregunta el bicolor con preocupación.
Ah, piensa Akaashi, a veces la vida podía dar tantas vueltas......
