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Llevaban recorriendo casi todos los puestos ya que el menor estaba curioso por ver las diferencias entre un mercado humano y uno espiritual. 

— ¿Puedo comer algo de aquí? — preguntó con curiosidad el menor. 

— Bueno hay algo parecido al pastel de arroz y puede ser consumido por los humanos. — Satoru miró por los puestos para localizar en donde vendían aquellos postres para ir con el menor. 

Al llegar al dichoso puesto compró suficientes para que Yuji comiera y se mantuviera callado. 

En el transcurso de regresó al templo de Suguru, ambos se sentían observados pero el mayor ignoraba aquello. 

Yuji comía con alegría de los bocadillos mientras seguía de cerca de Gojo, realmente a pesar de que disfrutaba de esto no podía negar que estaba incómodo al sentir que alguien los seguía pero al voltear no notaba algo diferente por lo que pensó que eran imaginaciones suyas. 

— Señor Gojo, ¿No quiere un poco de esto? Es muy delicioso. — El menor le extendió uno para que lo tomará pero no espero que el mayor lo comiera desde su mano, el sonrojo que se notaba en Yuji por aquel acto era todo un dilema.

— Tienes razón es delicioso. — Satoru lo miró con burla al ver su sonrojo, aunque no quisiera admitirlo nuevamente, en verdad le parecía lindo. 

A pesar de que Yuji hablaba más el mayor, platicaba con él haciendo agradable el regreso. 

Pero como si fuera una advertencia el viento se detuvo haciendo que el ruido de los árboles cesarán. Yuji sólo sintió como era empujado atrás siendo cubierto por el cuerpo de Satoru. 

— Veo que tienes reflejos aún, maldito... — Yuji quiso mirar pero Gojo bloqueo su vista con su espalda, lo único que observaba el menor era la espalda del mayor sangrando por una gran cortada. 

— No sé quién eres... — el mayor lo miró con duda. 

— Eres un... ¿Como te atreves a ser un dios cuando mataste a toda mi familia sin ningún remordimiento. — Con enojo apuntó a Satoru con la katana. — Maldito Kumiho odioso, ahora cobraré venganza. 

Yuji se quedó sorprendido al escuchar aquella confesión. El menor notó como la sangre de Gojo escurría por el arma de aquel sujeto. 

El sujeto lleno de odio y rencor sin dudar corrió un poco para atacar a Satoru, Yuji pensó que el mayor lo esquivaria pero este se mantenía inmóvil mirando al sujeto fijamente. 

Solo notó como gotas de sangre cayeron al suelo, el sujeto hirió a Satoru en su cien por su mala puntería, pero lo que Yuji no entendía es porque Gojo no se estaba defendiendo. 

Cuando el sujeto iba a clavar la katana en un punto vital Yuji negó frunciendo su ceño. — Ni siquiera te atrevas a tocarlo otra vez. — Apretó los puños para cerrar los ojos y no ver lo que pasaba, sin que se diera cuenta creo un campo de fuerza para mandar lejos al atacante sorprendiendo a Satoru.

Tal vez no quería admitirlo pero Yuji tenía miedo de ver morir a alguien importante más frente a sus ojos. 

El mayor lo miró. — Abre los ojos... — hablo en forma de orden. 

El menor los abrió poco a poco para derramar lágrimas y golpear al mayor en el pecho. — ¿Por qué no te defendiste de él? ¿Dónde está ahora? — Pregunto con preocupación. 

— Lo mandaste lejos tal vez se haya desmayado por el impacto, dime, ¿desde cuando puedes hacer eso? — interrogó el mayor. 

— ¿Hacer que? — Hablo más confundido el menor. 

禁断 | 𝘗𝘳𝘰𝘩𝘪́𝘣𝘪́𝘥𝘰  - 𝗚𝗢𝗬𝗨𝗨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora