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Miro mi viejo reloj de pulsera otra vez, llevo 20 minutos esperando, se me hace tarde. Mierda.

–No va a venir -Tom se acerca junto a Jerry

–No parece ser del tipo que deja plantado a las personas

–Y tú no pareces del tipo que espera 20 minutos por alguien

Tiene razón, pero el recuerdo de la forma en la que ese chico me miró me hace sonreír. Lo hizo de una manera tan limpia, sin rastro de reproche, miedo, ni siquiera lujuria, que es a lo que estoy acostumbrada. Quiero vivirlo al menos una última vez. Pero no llega, y ya me tengo que ir.

–Vámonos -enderezo la mochila en mi hombro

Doy un último vistazo a la salida antes de comenzar a caminar junto a mis chicos.

–¿Saben qué? -Tom se detiene- acabo de recordar que tengo que hacer algo, nos vemos luego

Y sin dejarnos siquiera preguntarle nada, me da un beso en la frente antes de entrar nuevamente a la escuela. Jerry y yo nos miramos sin entender nada, nos encojemos de hombros y retomamos nuestro camino. Media hora después llegamos a nuestro destino, un restaurante de comida japonesa. Al entrar por la puerta de servicio nos encontramos con Anne, la encargada del lugar, cruzada de brazos.

–Lo sentimos -digo juntando mis manos

Jerry me copia. Puede parecer molesta, pero sé que entiende que somos estudiantes y tenemos otras responsabilidades. Además, al ser los más jóvenes del lugar somos más rápidos y eficientes, y para ella eso es suficiente para compensar nuestra tardanza.

–¿Siguen aquí? -no puede ocultar una sonrisa

Esa es la señal de que estamos perdonados. Sale del lugar mientras nosotros buscamos el uniforme, no pienso perder tiempo en ir a los vestidores de las chicas, que está al otro lado del pasillo. Me quito la ropa, no me importa la presencia de Jerry, no es la primera ni será la última vez que me vea en ropa interior.

–Estás cada día mejor -Jerry me mira de arriba abajo

–Digo lo mismo -le sonrío

Entre bromas terminamos de ponernos el uniforme. Es simple, una falda por encima de la rodilla y una blusa con adornos en rojo, todo de negro, medias y zapatos con un pequeño tacón. En días especiales solemos usar yukatas o vestidos rojos, de esos largos ajustados que salen en las pelis.

Salimos como cohetes al salón, y como siempre, nada más llegar nos ahogamos en pedidos. Es un lugar bastante amplio, decorado en rojo y dorado, es como entrar a un mundo diferente.

–¿Cansada? -Jerry llega a mi lado con una nueva ronda

–Para nada -suspiro mientras espero los platos que pedí hace un rato

–Esto va a demorar, ¿puedes ir a la mesa 18? -me pide- en la 23 se rompió un vaso y debo ir a limpiar

–¿Y esto? -señalo la abertura por donde salen los platos

–Ya me encargo yo -uno de nuestros compañeros se ofrece- necesito un pequeño descanso

Le agradezco al chico luego de explicarle a qué mesa pertenece cada orden y camino a la 18, que está cerca de la entrada, junto a una de las amplias ventanas. Mis ojos se abren como platos al ver quién ocupa esa mesa.

–¿Alayan? -pregunto confundida

–Recordaste mi nombre -sonríe algo avergonzado

–¿Qué haces aquí?

–Yo… eh -mira a su alrededor- quería hablar contigo

Me mira fugazmente antes de apartar la mirada nuevamente. Silencio incómodo.

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