1

49 9 38
                                    

–¡Hade!

Los gritos de mi hermana terminan con mi dulce sueño, no quiero levantarme. Me tapo la cabeza con la sábana, como si eso evitara oírla. Estoy a punto de dormirme cuando escucho sus gritos de nuevo.

–¡Levántate de una vez!

–¡Ya voy!

Refunfuñando me levanto dando traspiés y camino hasta la cocina, donde veo a Sera, mi hermana, en ropa interior, no entiendo esa manía de andar así por casa.

–¿Qué haces levantada tan temprano? -le pregunto

–Tengo cosas que hacer

–No me digas -mi tono irónico no pasa desapersivido

Me siento en la pequeña mesa del comedor.

–Tengo algunos trabajos

–Ya hablamos de esto -le digo algo molesta- pensé que lo ibas a dejar

–No puedo, ¿quién crees que pone comida en la mesa?

–Yo -levanto una ceja

–Vale, esta será la última vez

–Eso dijiste la semana pasada

–Lo sé, es solo que…

–Para -la interrumpo- estoy harta de tus excusas. Haz lo que quieras, pero no quiero nada de esa mierda aquí en casa

Y sin decir nada más me levanto, menuda forma de amanecer.

–¿No vas a desayunar?

–No, comeré algo por el camino

–¿Tienes dinero?

–Para algo trabajo

Le dedico una última mirada antes de subir a mi habitación. Una vez allí tiro la puerta furiosa, sabe que no me gusta nada esos rabajos, pero igual los hace, ¿no puede buscar trabajo como la gente normal? ¿Cómo yo?.

Maldiciendo en voz baja tomo algo de ropa interior de mis cajones y entro al baño. Una vez siento el agua caliente caer sobre mi cuerpo, todo el enojo lo abandona y logro relajarme. Tarareando una de mis acnciones favoritas me envuelvo en mi toalla y regreso a mi habitación. Lo mejor para alegrar una mañana como esta es escuchar música, así que tomo mi celular y pongo la reproducción aleatoria.

Perfecto, ahora sí puedo comenzar mi día con una sonrisa. Mientras canto una de las canciones me pongo mis mallas negras, una falda corta de mezclilla y una blusa negra de mangas largas. Me paro delante del espejo, mi cabello está todo revuelto, lo peino un poco, después de todo la vida es muy corta para peinarse todos los días. Estoy un poco pálida, nada que un poco de maquillaje no pueda arreglar, con mi mejor lápiz de ojos, coloreo el contorno de estos, resaltando su verdoso, agrego también un poco de color a mis labios y estoy lista para un nuevo día.

Termino de recoger mis libros, tomo mis botas negras, las cuales amo, y bajo. Busco a Sera, no está, mejor así. Al salir, el sol mañanero me recive con todo su esplendor.

–Buenos días –saludo a mi vecino

Me devuelve el saludo. Mi apartamento está en uno de los barrios pobres de la ciudad, pero a pesar de eso, es uno de los más tranquilos de la zona. Una vez abajo busco mis audífonos, pero no están, tengo que ir a por ellos, pero al ver los cinco pisos que acabo de bajar se me pasan las ganas. Ahora solo queda sobrevivir al riudo de autos, bicicletas, niños jugando y otros, mientras camino en silencio.

–¡Hade!

Vuelvo la vista al escuchar mi nombre cuando un auto para a mi lado, es de esos lujosos de cristales tintados, y sé perfectamente de quién es. Un señor con traje baja del asiento del conductor, camina hasta llegar a una de las puertas traseras con la intención de abrirla, pero la chica rubia que me ha llamado con tres metros de su cuerpo fuera de la ventanilla del coche, se le adelanta.

Enamórate de alguien más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora