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Se necesitó mucho tiempo de idas nocturnas al parque, charlas y peleas continuas para desahogarse para lograr hablar de la mayor parte de recuerdos con humor en lugar de gritos y comentarios hirientes.

Su escuálido cuerpo desnutrido quedó atrás dando lugar a uno más saludable gracias a las múltiples comidas y pociones nutritivas enviadas todas las noches y mañanas por parte del rubio.

Esa tarde, como todas las semanas desde hace más de dos años, Harry había sido arrastrado hacia Leroux Ice Cream Parlor, una pequeña heladería que frecuentan lo sufiente para ser amigos del dueño del local, para luego ser llevado al parque que se convirtió en un punto de encuentro común después de tanto tiempo.

—En poco tiempo tendrían que llegar nuestras cartas —dijo repentinamente Draco apoyando su cabeza en su hombro.

Asintió pensativo.

—¿Recuerdas que hacer? —preguntó el rubio.

-Cuando llegue la carta guardarla y esperar a estar a solas con Petunia para hablar con ella -respondió de memoria, llevaban mucho tiempo planeando las cosas para primer año.

—Y luego...

—Responder la carta y exigirle a Petunia que me lleve a Diagon Alley donde voy a conseguir mis útiles escolares y a Hedwig —terminó de hablar con voz solemne.

—Perfecto —le dijo Draco con una sonrisa que él correspondió.

—¿Y tú que vas...?

—Hablar con papá para ir el mismo día que tu vayas, vernos en Madame Malkin's y terminar de comprar los útiles juntos

—Bien —levantó la mano para chocar los cinco con el contrario-

-ahora sólo hay que esperar -dijo Draco acomodandose más contra su hombro.

-Sí -suspiró apoyando su cabeza sobre la de Draco.

Y así siguieron hablando de los planes hechos para ese año.

—¡Mi carta llegó! —fue lo primero que exclamó el rubio al llegar, lanzándose sobre para abrazarlo

Riendo entre dientes, Harry le devolvió el abrazo:- Ya sabías que llegaría

—Sí pero eso no quita que sea tan emocionante como la primera vez —se alejó con una sonrisa aún plasmada en su rostro—, había olvidado que llegó una semana después de mi cumpleaños

—La mía llegó más o menos una semana antes de mi cumpleaños —murmuró pensativo.

—Eso es porque las inscripciones del año cierran el día de tu cumpleaños.

—Vernon y Petunia se volvieron locos intentando que no leyera las cartas -dijo recordando con diversión los rostros de terror al ver todos los días las cartas llegar cada vez en mayor cantidad.

—Debió haber sido divertido de ver —habló Draco con un pequeña risa.

—Oh, lo fue —respondió— aún más cuando llegó Hagrid la noche de mi cumpleaños para entregar la carta y antrs de irnos le dio una cola de cerdo a Dudley.

Aunque ya había contado eso varias veces, Draco seguía riendo de la misma manera... No le importaba seguir haciéndolo.

Una vez calmó su risa, Draco hizo un puchero diciendo:—Lástima que no vaya a pasar nuevamente

Harry tarareo de acuerdo.

—Vayamos a la heladería de Nathan para festejar que recibiste tu carta —dijo tirando del rubio.

Había olvidado lo ridículo que se veía Dudley con su uniforme de Smelting.

Mientras miraba otra vez a Dudley con sus nuevos pantalones, Vernon diciendo de nuevo con voz ronca que aquél era el momento de mayor orgullo de su vida. Tía Petunia estallando en lágrimas y diciendo que no podía creer que aquél fuera su pequeño Dudley, tan apuesto y crecido. Harry creyó que se le iban a romper las costillas del esfuerzo que hacía por no reírse, de nuevo.

En cuanto tuviera un pensadero a mano tenia que mostrarle esto a Draco.

A la mañana siguiente, cuando Harry fue a tomar el desayuno, un olor
horrible inundaba toda la cocina.

Parecía proceder de un gran cubo de metal que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo estaba lleno de lo que parecían trapos sucios flotando en agua gris.

—¿Qué es eso? —preguntó a tía Petunia. La mujer frunció los labios,
como hacía siempre que Harry preguntaba algo.

Sonrió internamente, adoraba molestarla actualmente.

—Tu nuevo uniforme del colegio —dijo.

Harry volvió a mirar en el recipiente.

—Oh -comentó— No sabía que tenía que estar mojado.

—No seas estúpido —dijo con ira tía Petunia—. Estoy tiñendo de gris
algunas cosas viejas de Dudley. Cuando termine, quedará igual que los de los demás.

Harry tenía ganas decir que no se molestara porque no las necesitaría, pero se encogió de hombros pensando en no molestar de más a su tía.

Dudley y tío Vernon entraron, los dos frunciendo la nariz a causa del olor
del "nuevo" uniforme de Harry. Tío Vernon abrió, como siempre, su periódico y Dudley golpeó la mesa con su bastón del colegio, que llevaba a todas partes.

Todos oyeron el ruido en el buzón y las cartas que caían sobre el felpudo.

—Trae la correspondencia, Dudley —dijo tío Vernon, detrás de su periódico.

—Que vaya Harry

—Trae las cartas, Harry

—En camino

Harry fue rapidamente a buscar la correspondencia. Había tres cartas
en el felpudo: una postal de Marge, que estaba de vacaciones en la isla de Wight; un sobre color marrón, que parecía una factura, y una carta para Harry.

Harry la recogió y la miró fijamente, con el corazón vibrando como una
gigantesca banda elástica. Allí estaba su carta.

Señor H. Potter

Alacena Debajo de la Escalera

Privet Drive, 4

Little Whinging

Surrey


El sobre era grueso y pesado, hecho de pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda.

Con las manos temblorosas, Harry le dio la vuelta al sobre y vio el sello de Hogwarts en lacre púrpura con un escudo de armas: un león, un águila, un tejón y una serpiente, que rodeaban una gran letra H.

—¡Date prisa, chico! —exclamó tío Vernon desde la cocina—. ¿Qué estás
haciendo, comprobando si hay cartas-bomba? —Se rió de su propio chiste.

Se volvió hacia la cocina, pasando por el alacena y arrastrar la carta por el pequeño espacio entre la puerta y el suelo.

«La carta llegó» pensó mientras le entregaba las cartas correspondientes a Vernon.

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Publicado: 22-10-2021

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