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1-🌸Aerion🔥

Un diamante que brillaba en el basto negro del espacio infinito.
Eso era Aerion, una gema cubierta por roca, una extensión magnifica de llanuras de cristal, resplandeciente, en el extremo mas alejado de la galaxia, rodeada de pequeños planetas inactivos que formaban un muro protector a su alrededor.
Era difícil llegar y también salir de ahí, pero los aerials eran seres pacificos que no se metían en disputas con otras razas, vivían y prosperaban lejos de los demás seres que habitaban la galaxia. AHasta que el príncipe sugirió comerciar con las gemas y piedras preciosas que crecian en los árboles de Aerion.

Estaban poco avanzados en tecnología, pero poseian naves para moverse por el espacio. No tenian lideres o un consejo de autoridad, como en la mayoria de los planetas.

Aerion contaba con un buen rey, eran pocos, vivían por siglos y su fertilidad era casi nula. Por lo que cada nacimiento era celebrado por largos periodos de tiempo.

No tenían sol, pero si dos lunas, que gravitaban alrededor del planeta, una luna caliente y una fria, que daban luz y oscuridad en igual proporción.
La monarquía que regia en Aerion estaba en manos de Kizashi Haruno. El poder había pasado por sucesión de sangre a través de los siglos y él llevaba muchas décadas al frente de su pueblo.

Como seres elementales capaces de fundirse y ser uno con el aire, podían deslizarse en el viento como si fueran un hoja arrastrada por una brisa. Pero no albergaban en ellos un instinto de lucha. Les gustaba estar juntos, en grandes reuniones, donde comían y bebían felices. Los varones trabajaban en campos de cultivos y siembra, el mismo rey acompañaba a su gente en las labores.

Kizashi Haruno, seguía las enseñanzas de su padre y abuelo, era sin dudas el mejor Rey que habían tenido, poseía la ética y valores necesarios, tenia una buena comunicación, sabia persuadir a su gente sin imponerse. Lleno de compromiso y coraje, entendia que en ocasiones debia delegar. Siempre estaba en la búsqueda de mejorar. Quería estabilidad para su familia, y su familia no era solo Mebuki y sus hijos, su familia era todo el reino. Conocía a su gente, como buen líder, sabían que podían acudir a él cuando lo necesitaran. Era amado y venerado. Su pueblo era extremadamente pacifico por lo cual, él Rey gobernaba súbditos leales y tranquilos, trabajadores que estaban conformes compartiendo todo lo que el planeta les daba. No había separación de clases entre los habitantes. A excepción de Kizashi que era visto como una autoridad. Ya que necesitaban una figura que los representara y guiará.
Todos vivían cómodos y en armonía. El palacio real se extendía por todo el territorio, desde el centro de la ciudad, la cúpula mas alta, contenía a la familia real. Y como una tela de araña de cristal, se extendía en círculos con pasillos llenos de casas y mas casas. Todas iguales, ninguna mas grande que la otra. Mas allá los campos de siembra.

Los salones del palacio tenían amplias mesas donde les gustaba reunirse después de las jornadas laborales, llenos de doncellas, que se repartían las tareas de cocinar, limpiar y hombres que reparaban y construían.

Los niños eran un tesoro para los aerial, podian pasar cientos de años hasta que nacia uno. La primer esposa de Kizashi había muerto joven por un virus contraído en un viaje.
En esa época el padre de Kizashi era quien guiaba a su pueblo y lo había enviado a los planetas de comercio para vender las gemas y piedras de Aerion. Con eso accedian a tecnología que les permitía avanzar y no quedarse tan atrás en el universo.
Pero un extraño virus infecto a la esposa del futuro rey. No pudo curarse, dejando a su esposo solo y con un pequeño de apenas cuatro años. Esa tragedia marco al pobre hombre, y cuando asumio su lugar como guia y rey de Aerion, decidió no volver a salir de su planeta.

Tiempo después, contrajo nupcias con una de las jóvenes ayudantes del palacio, a la cual su pequeño estaba muy apegado.

Haku era un niño feliz, pero estaba triste por perder a su madre. Eso lo llevaba a cometer muchas travesuras. Los problemas que Haku le daba a su padre, lo tenían muy ocupado.
El pequeño adoraba a Mebuki, desde la perdida de su madre, el joven príncipe buscaba afecto en cada doncella y dama del palacio. Pero solo Mebuki había notado la necesidad imperiosa de limites y afecto por partes iguales.