♯O1↳ υɴ clιeɴтe coмplιcαdo.

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─¡Que tenga un buen día!

Ahí va otro cliente satisfecho; Hakuji suspira aún manteniendo su sonrisa. Amaba su empleo.

─¡Akazaaa!

Bueno, amaba mucho su empleo, pero nada en la vida podía ser perfecto.

Volviendo a suspirar pero esta vez con pesadez, se gira para ver directamente los ojos multicolores de quién lo llamó.

─¿Qué? ─pregunta con fastidio que no se molesta en disimular.

─¡Veo que has convencido a otra persona de cambiarse de línea! ¡es impresionante! ─halaga, juntando sus manos y recargando su mejilla en el dorso de una de estas─ ¡muchas personas han dejado de usar Claro y Tigo solo por ti!

─¡No me hables de los rivales ahora! ─exige frunciendo su ceño notablemente─ y vamos, no exageres... sí soy un buen empleado y me gusta lo que hago, pero es solo eso, no soy el único que promociona las líneas aquí.

─No, pero eres prácticamente el único que las vende. Cuando yo trato de convencer a alguien no lo logro.

─¿No será por qué solo has intentado con mujeres? ─ironiza y alza una de sus cejas─ no es como si fueras muy amigable ni respetuoso con ellas ¿sabes?

─¡No sé de qué me hablas Akaza! ─ríe─ Me gusta hablar con las mujeres, no llego a entenderme muy bien con los hombres.

─Corrección, tú no entiendes a nadie y nadie te entiende a ti. Eres extraño en muchos sentidos.

─¡Akaza, que duro de tu parte! ─Se muestra afligido─ creí que tú y yo nos llevábamos bien.

─¿Qué te hizo creer que podríamos llevarnos bien? ─Lo inspecciona con la vista, formando una mueca de extrañeza y disgusto─ No tengo nada que ver contigo salvo que trabajamos en el mismo lugar, no puedo creer que aún no comprendas que no me agradas.

Douma quiere contestarle, pero en ese momento alguien más aparece.

─Buenos días.

Enfocan su atención en un hombre de cabello largo y oscuro que ya se encuentra frente a ellos.

─Buenos días ─responden casi al mismo tiempo al saludo de su gerente.

─Douma, necesito tratar algunos asuntos contigo, acompáñame a la oficina.

─Oh, ¿de nuevo?

─Sí, de nuevo ─Michikatsu no se perturba por la forma en la que las cejas de Douma se arquean hacia abajo y su boca forma una mueca disgustada e intrigada. Hakuji tiene que cubrirse la boca para evitar reír.

No es la primera vez que los superiores citan a Douma a sus oficinas; eran varias las personas que presentaron quejas con respecto a ese trabajador en particular, casi todas eran mujeres.

─Sígueme, ya sabes el camino ─indica de nuevo el gerente, dándose la vuelta para irse a su oficina sin esperarlo.

─Me pregunto qué motivo tendrá esta vez ─el aludido suspira.

─Probablemente no uno muy diferente de los anteriores. No me extrañaría que te metieras en problemas de nuevo por una mujer.

─¡Oh, ellas son tan complicadas cuando quieren! son hermosas, pero complicadas. Con esta ya serían tres veces.

─Y ni aún así aprendes ─Mueve la cabeza de un lado a otro, decepcionado─, por el momento será mejor que lo sigas.

─Sí, es lo mejor. Te veo después Akaza ─El de cabello claro se despide de su compañero y va hacia la oficina de Tsugikuni.

Hakuji al fin puede sentir paz.

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El azabache regresa a su puesto luego de haberse escapado por unos minutos para hablar con la linda trabajadora de atención al cliente; no era algo que pudiera hacer muy seguido así que tuvo que aprovechar la oportunidad. Algún día reuniría el suficiente valor para pedirle una cita.

Nota que de momento nadie se encuentra en el establecimiento, a comparación de otros días, las ventas están un poco flojas.

Mira la hora en su celular; su turno termina a las 17:OO y son las 16:47. Ya debería estar preparándose para irse.

Justo cuando piensa en hacerlo, el sonido de la puerta abriéndose lo alerta; su mirada da con un hombre muy llamativo, juraría no haber visto unos ojos iguales a los suyos jamás... su cabello también es muy particular. Es ese tipo de persona que no podría pasar desapercibida.

El hombre se adentra en el negocio e inspecciona un poco los mostradores adyacentes al suyo. Normalmente eso es una señal de que es la primera vez que el cliente les visita o también podría significar que no estaba seguro de lo que quería así que tiene que ir hasta la tienda misma para ver opciones.

Sea cual sea el caso, Hakuji no está ahí de adorno. No importa que su turno esté por acabar, puede encargarse de este cliente y salir del trabajo después.

Pan comido, ya lo ha hecho muchas veces.

─Buen día ─saluda primero, en un tono bastante confiado y amigable como el que usaba para todos sus clientes─ ¿en qué puedo ayudarte?

Espera pacientemente su respuesta; nunca llega.

El azabache está desconcertado, ¿acaso no habló lo suficientemente alto? ¿acaso el hombre... lo estaba ignorando?

No queriendo pensar mal de su potencial cliente, Hakuji carraspea disimuladamente y lo intenta de nuevo.

─¿Estás buscando algo? podría ayudarte, sólo dime que...

Corta sus propias palabras en cuanto el rubio cruza miradas con él. Okey, debía admitir que sus ojos daban algo de miedo, pero no era para tanto.

─¡Hola! ─saluda él, sonriente─ ¡¿trabajas aquí?! ¡necesito ayuda con algo!

Hakuji mentiría si dijera que no se alarmó por su voz, o por su sonrisa. Okey, tal vez sus ojos no eran lo único que daba miedo de este tipo.

─¿Qué necesitas? ─pregunta por tercera vez, ¿acaso el tipo no escuchó cuando le ofreció su ayuda las veces anteriores o qué?

─¿Puedes decirme la hora?

Okey, esto era algo que no se esperaba.

─¿Qué? ─Quiere corroborar.

─¡¿Me puedes decir qué hora es?! ─habla más fuerte, creyendo que el contrario no había podido escucharlo bien.

Los pobres oídos de Hakuji pagaron el precio.

Quizás atender a este cliente terminará siendo más difícil de lo que pensó; adiós a eso de salir a su hora.

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₊❏❜ ⋮ cαмвιαтe α мovιѕтαr, ĸyojυro [ᵏⁿʸ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora