XLVI (final)

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Así es como pasa: Es un ardiente deseo, una inextinguible llama; los labios se agrietan por ser presionados por mucho tiempo en otros labios, las gargantas se atragantan con el creciente humo. Los huesos se quiebran, listos para romperse -ellos se rompen bajo el peso- su peso, ellos, Louis y Harry. Rompiendo memorias y cambiándolas por risas, ellos construyendo templos de eso. Duele, por supuesto que duele. Tiene que lastimar, doler. Corazones, golpeados y lastimados por unas descuidadas y sucias manos.

El latido todavía palpita dentro de tus costillas, y duele. Duele jodidamente mal, pero es el tipo de dolor del que nadie se arrepiente, el que dejas que te afecte hasta el final. Es equivalente a estar intoxicado, pero muy sobrio, y al devastador dolor que te da la primera ruptura. Pero la diferencia es que, vale la pena. Porque a pesar de tener a alguien rasgando un agujero en tu pecho nunca te habías sentido más lleno. Louis ama a Harry de todas formas, y Harry ama a Louis de todas formas. Porque en medio de todo ese dolor hay una abrumadora emoción. Un orgullo que viene con todos los templos que hiciste de las palabras que dijiste, y toda la saliva que hizo su camino por tu boca para llevarse las palabras.

El sentimiento es este:

Ellos están parados junto al otro, la puerta a metros de distancia, pero el letrero como un foco en sus ojos. Louis aparta su mirada de este para mirar a Harry, quien ya lo estaba mirando.

"¿Listo?" Louis pregunta tranquilamente.

Ambos buscan por la mano del otro al mismo tiempo, dedos cerrándose, ojos pegados todavía al largo letrero.

Centro de Tratamiento Wakefield por Trauma y Abuso.

Louis toma un respiro por los dos, y ambos entran.

Strawberry milk (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora