Capitulo cuarto

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–¿Está segura de que no hay ningún guardia?

–Te he dicho que no, tú solo pasa por aquí.

No podía evitar sentirse un poco paranoico. Sin mucho convencimiento, Jungkook seguía los pasos rápidos de aquella mujer menuda, escudriñando cada pasillo del hospital con el profundo presentimiento de que algo saldría mal. Los corredores estaban demasiado silenciosos y desiertos para su gusto. ¿Dónde estaban todos?

"Durmiendo" se respondió a sí mismo intentando convencerse. "Es de noche, es normal que no haya movimiento". Pero la sensación de desconfianza crecía a medida que avanzaban, y ser conducido por aquella mujer no ayudaba a calmar sus sospechas. Había algo en todo aquello que no encajaba.

–¿Cómo consiguió que la dejaran estar aquí a esta hora?

–Como consigue todo mi esposo: con dinero. Vamos, camina, date prisa. Aquí, ven. Lo han cambiado de habitación.

Y así era. Esta vez se trataba de un cuarto bastante cálido comparado con lo que habían sido los dos anteriores, con las paredes color crema, una gran ventana al exterior, que en aquellos momentos tenía la persiana cerrada, una silla, y una mesa de luz en donde sólo había un pequeño florero blanco. Vacío.

Taehyung estaba allí, por supuesto, al fin sin aquel maldito respirador pero con una vía que le transmitía suero y medicamentos. El gran vendaje de su cabeza había sido reemplazado por un más pequeño y localizado, que envolvía perfectamente el contorno de su cráneo, dejando asomar pequeños mechones de cabellos oscuro sobre la frente pálida. Los labios apenas sonrosados, se movían en murmullos inaudibles. Parecía estar teniendo una pesadilla según cómo se agitaba en sueños, respirando agitadamente, estremeciéndose por momentos con breves temblores.

–Ha estado así durante todo el día –comentó su madre con un gesto frío, aunque el brillo de sus ojos evidenciaba una preocupación más profunda–. Había mejorado un poco, ya no decía tonterías sin razón, bebió agua e hizo muchas preguntas... Pero hoy todo empeoró. Tuvo convulsiones por la mañana, levantó mucha fiebre por la tarde. Descubrieron una infección en su vientre y acumulación de sangre en el pulmón, tuvieron que darle más calmantes y antibióticos. Y desde hace horas no recupera la consciencia.

Jungkook volvió sus ojos a la cama, mordiéndose el labio inferior, preocupado. Realmente no sabía muy bien qué hacer. Visto a la distancia le parecía tarea fácil la de cuidar del muerto vivo que había sido todos aquellos días de agonía en coma, y no como ahora, agitado y tembloroso, preso en pesadillas de las que no podía despertar.

–Me quedaré afuera –anunció la mujer dirigiéndose a la salida–. Has lo que sea que hayas hecho antes y sálvalo –pidió, y salió de la habitación cerrando la puerta tras ella.

Sálvalo. Era muy fácil echar aquella responsabilidad sobre sus hombros. Sálvalo, como si él fuera Dios.

Con un suspiro tomó valor para comenzar el ritual que había hecho en cada visita hasta entonces: acercarse a la cama y tomar la mano del enfermo. Sentirlo temblar fue una sensación extraña, aterradora en cierta forma, y lo sujetó con más fuerza al tiempo que le acariciaba el rostro. Estaba afiebrado.

–Taehyung... ¿puedes escucharme? –Más temblores, más bruscos, pero ninguna respuesta–. Mi amor... –musitó acariciándole las mejillas. Y estaba a punto de rozarle los labios cuando unos ojos negros asomaron, cansados, bajo las tupidas pestañas oscuras.

Jungkook retiró la mano, sobresaltado. Rayos, no había esperado que realmente despertara.

–Eh... Hola –saludó, de pronto sintiéndose muy estúpido.

Taehyung lo miró en silencio, o mejor dicho, sus ojos permanecieron fijos en él, sin evidenciar ningún signo de reconocimiento.

–¿Te acuerdas de mí? –preguntó Jungkook, casi con timidez, sintiendo que en cualquier momento sería él quien se echaría a temblar.

Taehyung cerró los ojos, apretándolos con fuerza, para luego de abrirlos volver a intentar hacer foco en la persona que le hablaba.

"No ve bien. No tiene noción de las profundidades y las distancias...", recordó de pronto. "Qué estúpido soy" pensó entonces, por poco golpeándose la frente, y sentándose en la cama, acercó su rostro.

Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par, y luego parpadearon, como encandilados.

–Jungkook... –susurró.

La voz fue tan extraña. Ni siquiera parecía haber salido de aquellos labios descoloridos pero tersos, juveniles. Era áspera, disfónica, débil, nada en común con la voz dulce y melodiosa de Taehyung, aquella que articulaba palabras suaves y delicadas al hablar, vibrantes y apasionadas al amar.

–Me recuerdas –balbuceó Jungkook, entre maravillado y asustado, su rostro volviéndose tenso, nervioso.

Una mano débil e imprecisa se levantó desde las sábanas y vagó errátil hasta rozar los rubios cabellos. Pero entonces los ojos de Taehyung volvieron a abrirse, asustados, su respiración agitándose nuevamente. El corazón de Jungkook pareció detenerse por unos segundos.

–Eres real –exclamó con la misma voz irritada, como si no pudiera creerlo, como si hubiera esperado que aquel rostro se desintegrara como humo al rozar sus dedos.

–Claro que sí –asintió el ruso, mientras tomaba aquella frágil mano y la pasaba por su rostro para demostrarle que era tangible.

–Vienes... te vas... nunca estás en verdad aquí... –murmuró la voz oxidada.

–No, mírame, tócame... Soy real, ¿lo ves? ¿Puedes sentirme?

–Real... –susurró Taehyung, y una sonrisa débil y delirante se dibujó en su rostro–. En mis sueños...–concluyó, cerrando los ojos, adormeciéndose de nuevo.

–No, no en tus sueños, estoy aquí, de verdad –aseguró Jungkook, sacudiéndolo suavemente para que despertara–. Mira, observa cuan real soy –agregó, e inclinándose aún más, atrapó aquellos pálidos labios con los suyos, besándolos con suavidad.

La respiración de Taehyung se volvió ligera e irregular, mientras su cuerpo se tensaba, tembloroso, y gimió quedamente arrugando las sábanas con su mano libre cuando con mucho cuidado aquella lengua se introdujo en su boca. Jungkook sabía que debía ser delicado, pero había esperado tanto tiempo para hacer esto, para poder volver a sentirlo de aquella forma que no pudo evitar prolongar su beso, acariciando con mucha suavidad la porción de nuca que quedaba a su alcance.

Cuando sus bocas se separaron, Jungkook permaneció expectante, preocupado por ver si había causado algún daño con su sentida aunque inadecuada demostración de cariño. Pero entonces Taehyung hizo algo que lo llenó de angustia.

Comenzó a llorar.

Desconcertado, lo tomó de la mano y acarició sus mejillas, intentando calmarlo, pero Taehyung parecía haber despertado muy mal de aquella pesadilla en la que se hallaba sumergido.

–Calma Taehyung, ¿qué sucede?

–Era real –exclamó con los ojos inundados–. Tú y yo... No fue mi imaginación... Es un recuerdo, un recuerdo de verdad...

–Sí, sí lo es, pero no te angusties. Si tú... estás arrepentido o algo, no tienes de qué preocuparte, yo...

–Tenía tanto miedo –interrumpió Taehyung, su voz ronca, casi inaudible–. Tanto miedo de que fuera solo un sueño... Jungkook... yo te recuerdo... Nosotros...

–Tranquilo, tranquilo –el llanto dejaba a Taehyung casi sin aire, Jungkook estaba poniéndose nervioso.

–Yo fui a verte para... –más lágrimas, cada sollozo parecía repercutir en dolor–. ¿Cómo terminé en tus brazos?

–No lo sé... supongo que fue el destino. Pero por favor cálmate. Aquella noche significará lo que tu quieras. Deseo acompañarte, estar contigo, pero si no quieres volver a verme lo entenderé, ese secreto morirá aquí y no te molestaré jamás.

–Jungkook... abrázame...

...¿Era aquello un "quédate a mi lado"? No lo sabía con certeza, pero de todos modos ¿cómo resistirse a aquel pedido? Sintiendo que la opresión en el pecho también amenazaba dejarlo sin aire, Jungkook rodeó con extremo cuidado aquel cuerpo consumido, y hundió suavemente el rostro contra el cálido cuello de su amado. Estaba demasiado delgado, era como abrazar a un niño, pequeño y delicado. Le dieron ganas de llorar.

–Eres real... eres real –susurraba aquella voz extraña en su oído, mientras algunas lágrimas caían hasta su rostro.

–Sí, y me quedaré contigo si me lo permites. Te quiero, no tienes por qué llorar.

Pero Taehyung parecía desconsolado, devolviendo la caricia con el único brazo que le respondía (el otro permanecía inanimado sobre la cama), con los ojos cerrados y un profundo gesto de dolor.

–Me voy a morir. Lo sé.

–No, claro que no. Te recuperarás.

–Me siento muy, muy...muy mal...

–Lo sé, pero créeme que has superado la etapa más difícil, ya estás fuera de peligro –mintió Jungkook, intentando infundirle ánimos–. Has estado mucho peor y te has recuperado. ¡No puedes rendirte ahora que viene lo más fácil!

–Ya... no tengo... fuerzas... –dijo, adormilado.

–Sólo necesitas descansar, es todo. Dormir, recuperar tus energías. Si intentaras comer algo, moverte o... Si empezaras por tratar de permanecer más tiempo consciente.

–Hay veces que... no sé si estoy soñando.

–A eso me refiero, intenta ordenarle a tu mente distinguir entre el sueño y la realidad. Eso puedes hacerlo sin moverte siquiera.

–Tengo... mucho... mucho dolor –gimió agotado, abandonando la cabeza a un lado, una lágrima resbalando por su mejilla.

–Lo sé, lo sé Tasehyung... pero debes ser fuerte, como lo fuiste hasta ahora. Los médicos te ayudarán, cada día, cada hora te sentirás mucho mejor, te lo prometo. Ya no tienes de qué preocuparte, han solucionado todos los problemas, de ahora en más solo tienes que ir mejorando...

Jungkook sabía mentir, se estaba volviendo un maestro en eso. Taehyung parecía haberse calmado un poco escuchando sus palabras, su llanto al menos había cesado. Pero entonces nuevamente el gesto de dolor y las pequeñas perlas líquidas volvieron a aparecer brillando sobre sus bellas pestañas.

–Mi cuerpo no me responde... no veo... no puedo... ni pensar con claridad.

–Nada de eso es permanente –se apresuró a responder el rubio–. Todo eso pasará, me lo han dicho los médicos.

–...mentira...

–Créeme, así será –continuó mintiendo–. No estás tan mal, esto es normal, todo es muy normal... Taehyung... ¿tienes una idea de lo que has superado, de lo que tu cuerpo ha soportado? ¿Recuerdas... recuerdas lo que te sucedió?

Un gesto de concentración y dolor se apoderó de Taehyung. Parecía estar poniendo todas sus fuerzas en recordar lo que se le preguntaba.

–Discutimos. Te insulté, te golpeé –recordó con culpa, entrelazando sus dedos en el cabello de Jungkook–. Te fuiste, me quedé solo... sí, me quedé solo... Todo es muy confuso... Pensé que habías regresado, pero no... no puedo... no, no recuerdo...

–Está bien, no es necesario que lo hagas ahora. Es mejor que no pienses en eso, debes descansar.

–Pasos... –con mucho esfuerzo, como si pesara toneladas, Taehyung se llevó la mano a la frente, como si aquella presión pudiera hacerle recodar mejor–... pasos, alguien vino... yo te había golpeado, te había insultado...

–Olvídate de eso –insistió Jungkook, ocultando sus ojos llenos de lágrimas–, ahora ya no importa.

–Pasos, pero no recuerdo nada –maldijo apretando el puño contra su frente, pero de pronto abrió los ojos, como si hubiera recordado algo importante–. Una luz, una luz breve y brillante... ¡el brillo de la hoja del patín! –exclamó, y todo su cuerpo se estremeció de miedo, cual si estuviera viendo nuevamente a su atacante–. Dios Santo, Jungkook –gimió angustiado–, me golpeó con un patín...

–Lo sé... lo sé –asintió el otro, consolándolo entre sus brazos.

–Pero no puedo recordar quién fue.

–No importa, cálmate.

–El brillo... no me dejó ver su rostro –continuó Taehyung aún tembloroso, asustado–. Todo fue tan rápido, tan confuso, tan... no recuerdo... no puedo...

–Nadie pretendería que lo hicieras ahora. Tienes fiebre, estás débil. En este momento sólo debes descansar.

–Algo mojó mi boca... algo mojado me corría por el rostro –lentamente se acarició la frente y palpó el vendaje–. Era sangre, mi sangre... –concluyó dolorido y acongojado–. Me salpicó los ojos, no pude ver... Estaba mojado, mi cuerpo mojado de sangre... No habló, maldito, ¿por qué no habló? Si hubiera hablado yo podría reconocerlo, lo sé, pero no dijo nada... o no recuerdo... Sí, la sangre estaba en mi boca y en todos lados, pero yo... no pude verlo, no lo recuerdo... todo fue rojo al principio... y luego negro... y... No, no puedo, no puedo recordar nada más, no hay nada más aquí –aseguró arañándose el rostro, decepcionado.

–Mejor... mejor así, mi amor, deja de torturarte.

–Pero ¿quién puede odiarme tanto? ¿Qué hice para que quisieran matarme? –lloró desconsolado–. Oh, Dios... me siento tan odiado...

Jungkook hundió más su rostro. No quería que Taehyung viera sus lágrimas, quería ser fuerte para él, ser su valuarte, el escudo en donde pudiera buscar refugio, pero el dolor de su niño le partía el alma.

–Yo te amo –murmuró, apretando los ojos para que las lágrimas cesaran–. Mucho más que todo el odio que puedan tenerte. Seré tu protector, tu amparo, te daré lo que necesites, no permitiré que jamás nadie vuelva a lastimarte.

El suspiro de alivio de Taehyung repercutió también en su pecho. Con aquella mano débil le buscó el rostro y lo condujo hasta tenerlo frente a sus ojos.

–¿Por qué? –preguntó maravillado–. Las enfermeras me contaron lo que hiciste, día tras día, siempre a mi lado... No podía creerlo... Yo caí bajo tu hechizo de inmediato, y no hice nada por ocultarlo, pero tú... Luego de la presentación creí que solo me habías utilizado.

–Te dije que no fue así, que no había sido un plan.

–Pensé que mentías, ¿cómo iba a creerte?... No quise creerlo Jungkook, porque te habías adherido demasiado fuerte a mi alma, lo suficiente para matarme con aquella traición...

–¿Qué estás diciéndome, Taehyung? –cuestionó el rubio, sus ojos celestes volviéndose más cristalinos–. ¿Vas a decirme que te habías enamorado de mí...? Me llevó días, semanas entender qué era este fuego que sentía por dentro –explicó tocándose el pecho–. No me digas que tú lo supiste esa noche.

Muy lentamente, muy débil, Taehyung sonrió. Había algo tan dulce en su gesto, tan irreal... que Jungkook pensó que no podría aguantar las lágrimas por mucho tiempo más.

–¿Acaso importa desde cuando? He perdido la noción del tiempo, ya no tiene sentido para mí. Lo sé ahora y eso me basta.

Volvieron a abrazarse. A Jungkook lo tenía aterrorizado esta nueva sensación. Toda la vida siendo tan disciplinado, frío, calculador... no entendía ni sabía manejar aquellos sentimientos. Se sentía extraño e inseguro. Simplemente no podía creer que algo en su vida fuera tan sencillo de conseguir. Amaba a Taehyung y él le correspondía... ¿podía haber felicidad tan pura y natural?

–Sí, es demasiado perfecto para ser real –dijo Taehyung, aún con su suave sonrisa. Lo de leer la mente parecía ser algo de familia–. Era obvio que algo tenía que salir mal.

–¿Qué? –preguntó Jungkook incorporándose.

–Yo –susurró el americano cerrando los ojos–. No siento que... vaya a vivir... mucho más.

Jungkook lo observó en silencio. ¿Morir ahora, después de todo lo que había pasado? No, no podía permitirlo, no iba a dejar que su primera oportunidad de ser feliz se extinguiera tan fácilmente, no después de todo lo que había hecho por conservar a su amor junto a él.

Tomando el rostro de Taehyung con firmeza, apoyando la frente contra la suya, le obligó a mirar directo a sus ojos asegurándose de que lo escuchaba perfectamente bien.

–Voy a hablar, y más te vale que me escuches –dijo, intentando recuperar su tono firme y dominante–. Te vas a poner bien, ¿me oyes? Vas a dormir, y a descansar todo lo que sea necesario. Las medicinas te ayudarán a sanar, pero tú vas a poner toda tu fuerza de voluntad enfocada en eso. Te curarás, y eso no pasará de un día para el otro, no será fácil, pero nosotros estamos acostumbrados a pelear por todo. ¿Cuántas veces nos caemos y volvemos a levantarnos? Miles, ¿verdad? Pues en esto será igual. Lucharás y lograrás uno a uno los objetivos que te marques, paso a paso, hasta que salgas de este hospital caminando para mandar al diablo a todos los que alguna vez dijeron que no lo lograrías. Prométemelo. Promete que no te darás por vencido ante nada.

Taehyung acrecentó su sonrisa. Sin mucho convencimiento, asintió lentamente. Se lo veía terriblemente agotado, y todo el peso que había perdido desde el ataque lo había debilitado aún más. Jungkook podía haber disfrazado la realidad, pero esta se mostraba con una crueldad inexorable.

Permanecieron un momento en silencio. Taehyung aún estaba recuperándose de tantas lágrimas y de la conversación a la que su pobre garganta se había desacostumbrado. Jungkook, por otro lado, lo observaba con mucha atención, como si estuviera grabando en su memoria todos y cada uno de sus detalles.

–Ten, quiero darte esto –dijo entonces, llevándose las manos al cuello. Luego volvió la palma de Taehyung hacia arriba y depositó sobre ella una cadena con un crucifijo de oro puro. Era una pieza hermosamente trabajada y de un valor evidente–. Es costumbre en Rusia, cuando bautizan a un niño, que el padrino le regale un objeto que lo protegerá para el resto de su vida. Se suponía que no debía quitármelo jamás, nunca lo he hecho hasta ahora –admitió con una suave sonrisa–, pero quiero que tú lo conserves. No te lo regalo. Irás a devolvérmelo a Rusia, cuando puedas ir por ti mismo a visitarme.

Taehyung observó el reluciente crucifijo con respeto. Él no creía en Dios, pero se sentía honrado por aquel gesto, pues sabía que Jungkook sí lo hacía. Su religión no era algo con lo que permitiera hacer bromas. Algo de lo que no hablaba ni permitía hablar a otros. Lo recordaba bien por un episodio algo espinoso que había tenido una vez con un periodista inglés, en donde había saltado como una fiera a defender aquella dichosa cruz. Taehyung había olvidado muchas cosas, pero recordaba claramente las veces que su padre se había mofado del ruso por aquel tema. "Mira al imbécil, si parece una maldita monja" decía cada vez que veía a Jungkook, siempre con su Dios al cuello. Ahora entendía la importancia de llevar consigo algo entregado por amor, algo que lo protegería y acompañaría siempre.

–Gracias –susurró, tal vez mostrando la mayor lucidez de toda la conversación–. Lo cuidaré con mi alma, no te preocupes, te lo devolveré sano y salvo.

Jungkook sonrió, y asintió en silencio. Luego, una nube de preocupación nubló su rostro, volviéndolo gris, abatido.

–¿Sabes que no podré verte en un largo tiempo? –preguntó entristecido.

La sombra parecía ahora haber alcanzado a Taehyung, que asentía con un mínimo gesto.

–Mi madre me dijo que... mi padre te acusará a ti en el juicio. Y tú a él.

–Y qué piensas al respecto.

–Yo ya no pienso nada... –susurró, tocándose suavemente la sien dolorida.

–Acaso... ¿acaso no crees que pudo ser tu padre? Taehyung, ¿recuerdas todo lo que hablamos aquella noche? Tú mismo lo dijiste, fuiste tú quien me dijo que él te mataría si no ganabas, que si...

–Basta –imploró Taehyung–, no sigas.

–¿No recuerdas cómo te golpeó? ¿No recuerdas las amenazas, los maltratos? ¿No te acuerdas tampoco del miedo que tenías?

–Por favor...

–No tienes una idea de lo indolente e insensible que se comportó mientras estabas aquí. Cuando medio mundo rezaba por tu recuperación él hacía planes sobre cómo gastaría mi dinero cuando me mandara a la cárcel por tu "asesinato".

–Basta, detente, por favor –suplicó Taehyung cubriéndose los ojos con un gesto de la mano.

Jungkook suspiró, mordiéndose el puño. Y tal como había hecho antes, se acercó para atrapar esos labios, que le correspondieron casi con alivio.

–No puedo, Jungkook –murmuraba trenzando sus palabras entre besos–. No quiero pensar que fue él, no puedo... No ha venido a verme ni una sola vez, pero es mi padre...mi padre... Si fue él, si él me hizo esto, yo...no podré resistirlo...

Jungkook se salía de sí por atraparlo con pasión, pero la debilidad de su niño lo refrenaba. Taehyung iba a volver a llorar, todo aquello era demasiado para él. Era hora de irse y dejarlo descansar.

–Debo irme.

–No, quédate... quédate conmigo...

–Escúchame, recuerda todo lo que dije. Debes ser fuerte, recuper          arte, luchar –más besos, sus cuerpos se negaban a decir adiós–. Piensa en mí. En el juicio dirán cosas horribles. Querrán convencerte de que soy la peor basura del mundo, que te odio, que deseo tu muerte. No creas nada de lo que tu padre diga de mí –suplicó con besos lentos–. Sólo tú sabes lo que hubo entre nosotros... Sólo tú me has visto como soy... Recuerda mis palabras, recuerda lo que he hecho por ti, no te dejes engañar por él ni por nadie. Sabes que te amo –confesó en un tímido susurro.

–Lo sé –susurró Taehyung agitado, ya sin fuerzas–. No lo olvidaré Jungkook... mi amor... –murmuró al fin, antes de caer en un sueño mucho, mucho más tranquilo que el anterior.


Sangre Sobre Hielo | KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora