Capítulo 8: Condenados a un Eternidad

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Le hago un gesto con la mano indicándole que se vaya, me levanto rápidamente y lanzo un conjuro para arreglarme.

Bajo las escaleras y él está sentado en el sillón. Es tan guapo. Pero no está solo. Shelby está con él. Parece poco interesado en lo que sea que le esté diciendo.

-Alexa- dice al verme.

Shelby se voltea al oír aquello.

-Hola, Eddie.

-Bueno Shelby, suerte con tu obra de teatro- dice y se levanta rápidamente del sillón y se acerca a mí- Hola, bueno quería saber si querías ir conmigo al parque.

-Claro, me gustaría.

Bajamos las escaleras y salimos a la calle. Caminamos en silencio hasta llegar al parque. No sé si esto se consideraría una cita. Me gusta mucho. La última vez que me enamore tanto de una persona termine siendo una muerta viviente. Creí que era bueno pero no lo era. Todo por amarlo sin conocerlo realmente dejándome llevar por sus elogios, sin saber que me mentía cada instante de mi relación con él. Por eso, no he salido con chicos desde entonces pero Eddie es distinto.

Vemos un camión de helados al borde de un camino. Nos acercamos. Un señor de mediana edad, le pregunta que quiere.

-¿De qué sabor lo quieres?

-Mm vainilla ¿y tú?

-Igual. Me da dos de vainilla por favor.

El señor se levanta. Y abre unos compartimientos a su espalda. Guardamos silencio hasta que nos los entrega. Caminamos, un silencio abrumador se apodera del parque, sé que si no lo hago ahora jamás podré hacerlo. Es la oportunidad perfecta.

-¿Cómo paso?

Al principio no dice nada. Aunque se perfectamente que me entendió.

-Tenia, tengo, 17 años y conocí a una chica, Verónica, me enamore y jamás sospeche nada raro de ella. Un día estábamos saliendo tarde de ver una película y la lleve a su casa. Me empezó a hablar de vampiros, me di cuenta que lo decía con tanta seriedad que parecía que creyera realmente en su existencia, no le creí nada y cuando llegamos nos besamos, estaba tan perdido en sus besos que no note como se le afilaban los colmillos, me mordió, y me desmaye. Desperté en su cama al día siguiente con dos puntos en mi cuello. Me explico todo y la considere loca hasta que hizo una demostración de sus habilidades, entonces le creí, me dijo que tenía que beber sangre humana si no moriría. Lo hice. Me quede con ella para aprender a dominarlo. Al fin lo había echo cuando una noche oí voces que provenían de su cuarto me acerque y escuche que decían de que desharían de mi la noche siguiente. Aquella mañana, le mentí diciendo que iría a cazar y escape. No la volví a ver. Y no me interesa hacerlo- lo escucho atentamente mientras pienso, fue condenado a esta eternidad por amor igual que yo- Era hermosa pero tambien  manipuladora, mandona, malvada y cruel- Suelta un profundo suspiro y me mira- ¿Cuál es tu historia?

Abro bien los ojos tratando de recordar aquella noche que me maldijo para siempre.

-Yo solía ser fea, gorda...- empiezo a decir pero me interrumpe.

-Tú no podrías ser fea ni gorda- me dedica una sonrisa y me sonrojo.

-Además de nerd y antisocial...

-Tú no podrías ser nerd y antisocial- se ríe

-Ya. Deja de interrumpir- alza sus manos en señal de rendición y continuo- Bueno en ese entonces lo era y usaba frenos. Me fui por un tiempo para cambiar todo eso. Cuando llegue a un pueblo a las afueras del estado, fui a una tienda de ropa de segunda mano, la dueña se compadeció de mí y me ayudo a elegir algo más apropiado que mi suéter de la abuela. No había comido y entre accidentalmente a un bar. Me encontré a Axel, era hermoso, audaz y rebelde, me gusto enseguida. El me invito a una fiesta suya, si lo sé no tengo que ir a fiestas con extraños en un pueblo fantasma jajá pero acepte. Me vio como un blanco fácil. Todo era normal hasta que me invito a su cuarto. Subimos y me beso, estaba tan distraída que no note que me mordiera. Desperté minutos después y vi que ya no tenía que usar lentes y ni frenos. Me pidió que mordiera un chico, lo hice y me convertí. Jamás creí en vampiros así que no sabía mucho entonces me quede con él para aprender. Me enseño todo lo necesario además de trucos de gran ayuda entonces escape aunque no tan discretamente como hubiera querido, peleamos y me fui- tomo aire a pesar que no lo necesito.

Me mira fijamente. Ese fue un corto resumen de lo que paso ese año. Recordarlo hace que me entristezca. Logre mi objetivo volver diferente pero a que costo.

- ¿Estas bien?

-Sí, sí, claro- apenas le presto atención, me sigue mirando sabiendo que miento- Si estoy bien... solo que ese año no fui muy feliz que digamos. Jamás encaje ahí.

-Yo tampoco. Creo que nunca nadie encaja en una parte.

Me quedo observando mi helado que se ha empezado a derretir. No me agrada la comida mortal. Pero hago un intento.

Mm extrañaba ese sabor. Oigo una ligera risa a mi lado, volteo y veo a Eddie tapándose la boca para evitar soltar una carcajada.

-Deja de reírte- digo entre risas- No es gracioso.

-Sí, si lo es- no puede contenerse más y empieza a reírse y yo también.

-Jajá basta- y le lanzo mi helado.

-¿Quieres guerra?- me corretea por el parque intentando embarrarme su helado. Parecemos niños pequeños. Es divertido.

Cuando casi me alcanza, lanza su helado y me cae en el cabello, doy media vuelta y me avienta el resto en la cara. Nos tiramos en el suelo sin parar de reír. Hace tiempo que no me reía se siente bien.

-Me divertí.

-Yo también- dice y me da un beso en la mejilla- Sabes a vainilla.

Nuestras bocas quedan separadas por poca distancia. No me separo. Quiero saber que se siente besarlo. El se va acercando y yo también.

Nos besamos. Es un largo y lento beso que no parece tener fin. Después de unos instantes nos separamos. Se sonrojo pero no puedo dudar que yo igual. Es el beso más hermoso y mágico de mi vida.

***
La he besado. Al fin.

Me moría por saber el sabor de sus hermosos labios rosas. Estamos sonrojados, pero con una sonrisa de lado a lado.

-¿Con que quería a Shelby he?- digo sin poder quitar mi sonrisa.

-Calla- dice, mientras se acerca para darme un segundo beso. Me encanta sus labios, sus besos, sus ojos, su todo.

Esta vez lo que nos hace separarnos es su celular. Lo abre y se nubla su cara.

-Me tengo que ir- dice- al parecer sigo castigada.

-Vamos. Te acompaño.

Llegamos a su casa al atardecer. Subimos unas escaleras a un costado del restaurante y nos detenemos en la puerta.

-Me la pase genial. Quizá podamos repartirlo- digo

-Si me encantaría.

Me acerco para besarla. Amo sus besos. Oímos ruidos al otro lado de la puerta y nos separamos. Suelta una risita mientras abre la puerta.

-Hasta luego

-Adiós

Se ha ido.

La quiero. Como jamás he querido a alguien más.

Mi nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora