Capítulo 11: El libro de las Cuatro lunas

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Lloro. Si antes me sentía horrible ahora me siento destrozada.

Creo que Eddie ha sido la única persona que he soportado tener cerca por más de 5 minutos en años. No puedo creer que lo haya perdido. Perdido. Me duele de solo pensarlo.

Me salte el resto de las clases. No quería encontrármelo ni por casualidad. Me tele transporte a mi cuarto, me dirijo hacia el armario. Pienso por unos segundos y se oye un leve crujido, aparto mi ropa y abro la pequeña puerta que hace unos instantes se ocultaba y lo saco.

Eddie era la única razón que tenía para detenerme, y no seguir con este plan que me marcara como la villana número uno del mundo mágico en más de mil años. Me devolvió mi humanidad a pesar que yo ya la creía perdida. Me regalo una sonrisa. Me regalo una risa. Me regalo la alegría, la felicidad, el amor. Ya no. Todo gracias a la Directora.

 Una razón, no, la razón para continuar con esto.

El libro de las Cuatro lunas. El libro más deseado por todos los brujos, aquel que alberga los más poderosos conjuros y secretos de todos los tiempo. Es un honor tenerlo en mis manos. Ojala pudiera ojear en su interior. Bueno, ahora podre. Mis padres han salido y regresaran hasta la puesta del sol, tengo tiempo de sobra, Shelby esta abajo con un tutor estudiando las Artes Oscuras. Se me hace extraño que necesite uno, ella es la segunda mejor en todas las materias aunque nunca se le ha dado ese toque oscuro, no como a mí.

Bajo por las escaleras, veo a Shelby escribiendo en su libreta con una mirada iluminada. Lanzo el hechizo antes de que advierta mi presencia. Muevo mis manos jalándola hacia mi cuando oigo que alguien dice "Shelby, ¿Qué te pasa?".

¡Oh por Dios! ¡Esto tiene que ser una broma! Eddie está enfrente de mí. Se ve muy guapo, se arregló mucho para esta "cita de estudio", al igual que lo hacía cuando salimos juntos, parece preocupado y aterrado, su rostro lo delata.

-Alexa

-¿Qué haces aquí?- digo antes de que pueda evitarlo.

-Querrás decir, ¿Que estás haciendo tú? -Eso no importa. - ¿Que no importa? ¡Estas secuestrando a tu propia hermana Alexa!- dice a gritos.

-Esto no es ningún secuestro. Solo la necesito unos pocos segundos y la dejare en paz. Aparte, no soy yo quien esta coqueteando con ella.

-¿Coqueteando? ¿De qué hablas? La estoy ayudando en su tarea ¡eso no es ningún coqueteo!- noto la desesperación en su voz, esto me está matando.

-Conozco a Shelby. Le gustas y no le importara que me hayas roto el corazón para andar contigo.

-¿Romperte el corazón? ¿Andar con ella? Alexa, ¡por Dios! ¡No sabes ni lo que dices! ¡Mira hasta donde tu deseo de venganza te ha corrompido!

Eso me llego. No sabía que podía decirme algo así.

-Tú no sabes por lo que he pasado.-digo con más calma- No sabes cuánto he sufrido. ¡Ella se lo merece! He sido bastante piadosa al no quitarle sus poderes.

-¡No deberías pensar en...! Espera, ¿Dijiste que no le quitarías sus poderes? ¿A quién se los planeas quitar entonces?

Me quedo con la boca abierta pensando en que decir. Me delate.

-Eddie, vete antes que sea demasiado tarde.- levanto mi mano en dirección hacia él y en menos de un segundo empieza a brillar de un rosa intenso.

-Alexa, no me hagas hacer esto. Por favor.- dice mientras imita mis movimientos.

-Lo siento, no me dejas otra opción.- con una lágrima emanando de mi ojo, volteo hacia atrás y disparo, una bola de luz sale de mi mano.

No oigo ningún grito. Creo que he fallado. Con la vista hacia enfrente observo que está llorando formula una palabra con sus labios antes de dispararme. Esquivo su ataque, me oculto detrás mi sofá.

 -¡Esta es mi casa Eddie! ¡No dejare que la destruyas!- digo sobre el ruido provocado por objetos rotos a causa de sus rayos. Los que van dirigidos hacia mí.

-No dejare que te salgas con la tuya.

-Ya lo hice.- Corro hacia las escaleras, tomo la mano de Shelby, la coloco sobre el libro que a pesar de la batalla sigue a mi lado, este sede y se abre.

Meto un cuadro de fotos que se encuentra a mi alcance para evitar su cierre. Y... desapareció. Ahora está en un lugar seguro.

Me volteo y lo confronto. El choque de ambos rayos hace que se cree un campo de magia. Lo veo directamente a los ojos y es cuando... No puedo hacerlo.

Bajo inmediatamente la mano y dejo que el rayo me golpee. Lo último que veo es su rostro inundado de lágrimas observándome antes de que todo se vuelva oscuro...

Mi nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora