¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La obstinación era una de las tantas características que las personas envidiaban de la joven Kanna. Una bailarina nata, amaba la danza más que su vida, desde pequeña supo demostrar lo apasionada que era por la música y la danza de todos los tipos. La única cualidad buena en ella según sus padres. George y Dalia, eran dos exitosos empresarios que pensaban que arruinaron su vida tras su primer y único descendiente. Kanna Park.
─¿Cuantas veces debo decirte que debes llegar temprano?─ rugió su padre en cuanto vio a la menor cruzar el umbral del recibidor. Tan rapido como un leon se acerco a ella y la tomo por sus cabellos, la lanzó al suelo de una jalada y se trepo encima suya. La diferencia de cuerpo era tan significante, Kanna era una chica delgada y pequeña como su madre, al contrario de George que era el triple de estatura y peso que ellas.
Los golpes que el mayor le proporcionaban ya no surgían efecto a ese punto, solo sentía su rostro adormecido y cuando los nudillos de George comenzaron a doler decidió pasar a las patadas. Y así es como Kanna tendría que suspender sus clases de ballet.
─George─ la voz cantarina de su madre llego a los oídos de ambos, el pelinegro suspiro derrotado y acudió al llamado de su mujer con la mejor sonrisa que tenia. Kanna, quien aún se encontraba tendida en el suelo de la sala de estar, suspiro mirando al techo. Sabia que algún día su tortura terminaría pero se preguntaba si terminaría con ella muerta a causa de los maltratos de sus padres o por alguna otra razón. Aunque a este punto ya no le importaba, rogaba no morir en las manos de sus padres.
Con cuidado se puso de pie y huyo a su habitación en busca de refugio, rápidamente le colocó el seguro y corrió como pudo al baño en donde se permitió ser débil. Los alaridos se escapaban de su boca tapada con su mano, le dolía, rompía su corazón en pedazos ser tratada así y no tener la oportunidad de defenderse.
─Patético─ rio amargamente, limpio sus lagrimas con el dorso de su mano y se despojo de su ropa. Una ducha ayudaría a relajar sus músculos y disminuir la potencial hinchazón en su rostro.
{...}
El sonido del piano inundaba el estudio en el que se encontraban practicando las alumnas de la academia Yon, quienes seguían el compas de las palmas de la profesora que marcaba los pasos recién marcados.
─Muy bien niñas, es todo por hoy─ dijo la profesora sonriente, todos estallaron en aplausos y despidieron al pianista, poco a poco el estudio comenzó a vaciarse solo dejando a la menor y a la Srta. Yon─. Kanna, ¿podríamos hablar un momento antes de que te vayas?─ pregunto dulcemente la mayor. Kanna asintió y se acerco a la barra en donde la mayor se encontraba apoyada mirando por el gran ventanal de la sala.
>Sabes, cuando tenia tu edad solía ser muy torpe─ comenzó divertida, la menor que tenia su mirada en la punta de sus zapatillas la subió en cuanto la mayor hablo. Kanna realmente esperaba un regaño por su mal rendimiento en la clase hoy, había perdido tres clases después de su "accidente" ─ Mis profesores solían enojarse al verme llegar con golpes en mi cuerpo, ellos no entendían lo tan torpe que podía llegar a ser, ellos me ayudaron a entender que no podría dejar de ser torpe si no tomaba cartas en el asunto. Ten una buena noche Kanna─ se despidió la Srta. Yon antes de tomar su bolso y salir del lugar con extremada elegancia.
Kanna entendió que la torpeza de la señora Yon era la misma por la que ella estaba pasando, sin poder evitarlo chilló totalmente estresada y lanzó su bolso a una esquina del estudio ─Patético─ murmuró, se puso de pie y luego de tomar su bolso anteriormente lanzado se dispuso a salir, pero la suerte obviamente no estaba al lado de la menor. Al abrir la puerta se encontro con una mujer desconocida, era rubia y unos centímetros mas alta que ella.
─Bueno, patético es verte hacer un berrinche con un leotardo─ dijo la mujer. La pelinegra la miro con desdén, paso su peso a la pierna derecha y se cruzó de brazos, intentando tomar una apariencia mas rebelde, claramente lo único que logro fue provocar la risa de la mayor.
─¿Quien eres?─ preguntó Kanna escaneándola rápidamente. ¿Qué no sabe que vestirse de militar ya paso de moda? pensó la menor.
─Mi nombre es Sonya y al parecer Kanna, tú tienes algo que me interesa─ dijo haciéndose al lado para que la pelinegra saliera.
─¿Así? Pues mis padres confiscaron todas mis tarjetas y mi mesada, así que lamento informarte que dinero no tengo─ se dirigió a los vestuarios, volteo a ver cuando cayó en cuenta de que la rubia no la seguía. Sonya no podía creer como la menor se encontraba tan calmada ante su presencia─ Mi chofer vendrá en unos 10 minutos, es tiempo suficiente para que me expliques todo ¿no?─ dijo antes de adentrarse a la habitación, arrojó su bolso a una de las bancas y busco en el una muda de ropa.
Sonya entro sonriente al vestuario y tomo asiento en una de las bancas cerca de las duchas, el sonido del agua estrellarse contra los azulejos le dio luz verde para que comenzará a hablar─ Pues tienes la marca de un dragón, ¿no?
La libertad tiene un gran precio que Kanna estaba dispuesta a pagar.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.