Para una chica que está por perder lo único que representaba sus ganas de vivir en el mundo, su esperanza, el resto de cosas perdieron del todo su interés.
Millonaria, hermosa, prodigio en los juegos Hikari Yoshida se siente muerta en vida.
Es una s...
—¡¿Qué pasó?! —gritó aturdida mirando a su alrededor con los ojos bien abiertos, todo era brillante y colorido como sacado de uno de sus videojuegos de fantasía.
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Miró a su alrededor brevemente fascinada por lo que veía, sin embargo, la belleza del paisaje se perdió del todo ante la terrible sensación en su estómago sintiendo como su cuerpo caía sin nada que pudiera hacer para evitarlo.
El viento arañaba su rostro con fuerza impidiéndole abrir los ojos del todo y haciendo que su ropa se pegara a su cuerpo mientras su cuerpo comenzaba a temblar del miedo ante el peligro en el que se encontraba. Mordió sus labios obligándose a mantener la calma y cerró los ojos un par de segundos antes de inhalar profundamente hasta abrirlos de nuevo decidida a buscar una solución a su situación.
Notó por el rabillo del ojo su mochila azul cielo cayendo al lado suyo y se estiró con prisas para atraparla, y tras abrazarla con fuerza entre sus brazos se la colocó en la espalda dejando en segundo plano a quien la había llevado a ese lugar.
Miró al suelo y pasó saliva antes de lograr calmarse. La persona podía esperar, por ahora lo más importante para ella era sobrevivir a esa enorme caída.
—Okey, son unos 10.000 metros —calculó a ojo de buen cubero mientras luchaba por mantener los ojos abiertos a pesar del aire—. Okey, okey, puedo sobrevivir, después de todo alguien lo hizo en una caída de 10.160... Aunque fuera por pura suerte... Dios, te juro que si me matas no pararé de acosarte desde el maldito infierno desgraciado.
Gimió frustrada antes de inhalar hondo, no era el momento de amenazar a ningún Dios, aunque no notara al que la veía divertido desde arriba esperando a ver qué se le ocurría.
—El cuerpo humano en una caída libre alcanza el 99% de su velocidad máxima después de caer 573 metros, y suele pasar entre 13 o 14 segundos, llevo 8 segundos y la velocidad final en caída plana como estoy es de unos 200 kilómetros por hora. Alguien que alcanza una velocidad terminal necesita al menos medio metro de distancia de desaceleración en la superficie y objeto en el que va a caer para evitar lesiones fatales —sus ojos miraron en todas direcciones sobre la tierra buscando el punto donde seguramente caería, pero todo se veía demasiado pequeño desde donde estaba y a juzgar por el color del lugar no podía suponer que eran otra cosa más que rocas—. Si caigo ahí voy a morir —sintió la boca seca ante ese pensamiento, no sería nada bonita esa muerte—. Lo ideal es la nieve, un pantano o las ramas de un árbol... ¡Bingo!
