Capítulo 2. ¡Acción!

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-         ¿Eres de figuración? - Me dice el dueño de esos increíbles ojos azules, acompañados de una sonrisa perfecta.

-         Si. – Su cautivadora mirada me intimida, causando así que mi voz suene ahogada.

-         Ven conmigo. – Dice dándome la espalda y empezando a andar. Sin decir nada más, me levanto y sigo sus pasos hasta llegar junto a él.

En cuanto salimos de la carpa, caigo en que aún no me han vestido ni maquillado, eso significa que mi rostro debe ser espantoso y no me gustaría salir en mi primera película con este aspecto.

-         ¡Pero no me han maquillado!- Le digo alterada.

-         No te preocupes, no te haremos planos de cara. – Dice con una sonrisa.

-         Vale. Pero tampoco me han vestido. – Y pienso “Al menos que me deje cambiar de vestimenta”.

-         ¿Has traído vestuario?- Me pregunta parándose en seco y mirándome a los ojos. Detesto que me mire fijamente a los ojos, invade mi intimidad; pero no quiero que deje de hacerlo.

-         Si, claro.

-         De acuerdo, pues vamos a ver que has traído. – Me dice.

Volvemos a la carpa y me dirijo directamente al banco donde está mi mochila. Al llegar, empiezo a sacar toda la ropa que he traído: Pantalones, camisetas, chaquetas, blusas, etc. Pero de reojo veo que coge una de mis chaquetas y la mira con interés.

-         ¡Esta va perfecta! Tiene un estilo americano que va genial con esta escena. – Dice satisfecho.

La chaqueta es parecida a las que llevan los jugadores de baseball. Es azul marino y con la letra A naranja cosida en el lado izquierdo.

Al ponerme la chaqueta noto como sus ojos memorizan cada parte de mi cuerpo, desde los pies hasta mi rostro, donde se encuentran con mis ojos. No se cuanto tiempo ha pasado, puede que menos de 5 segundos, pero han sido suficientes para ver mas allá que unos simples ojos azules, así que bajo la mirada.

Volvemos a salir de la carpa y nos dirigimos al lugar donde están todas las cámaras, focos, micros… Al llegar, se acerca a unos de sus compañeros gritando:

-         ¡Mira esta chica que chaqueta ha traído! ¡Mola eh! – Dice ilusionado.

-         Si, si. ¡Esta muy bien! – Dice su compañero.

-         Lo se. – Digo entre carcajadas. Creo que mi respuesta no ha sido la correcta, pensaran que soy una egocéntrica. Pero en seguida “él”, el propietario de los ojos azules, ríe mi broma como señal de complicidad.

Nos alejamos, y nos dirigimos justo donde está todo el material de grabación. Al llegar, se pone frente a mí y me dice seriamente:

-         Mira ponte aquí y gira un poco la espalda. – Me indica colocando sus manos sobre mi espalda para moldearme y mostrarme la postura que debo hacer en cuanto digan “acción”. – Por cierto, ¿como te llamas?

-         X. – Le respondo con una sonrisa sincera.

-       Vale X pues ponte aquí. Pon el brazo recto y la espalda un poco doblada hacia la derecha. Vale. Ahora deja caer así el pelo. 

-        Así? – Le pregunto.

-         Si. No quieres que se te vea la cara, ¿no? – Me pregunta con una gran sonrisa.

-         No. – Le respondo medio sonriendo. La verdad es que este chico es realmente agradable.

Repetimos varias veces la escena, colocandome en diferentes puestos, y empiezo a sentirme un poco agotada por estar tanto tiempo de pie. Además, con esta chaqueta y bajo el sol de pleno Agosto, el calor es insoportable.

-         X, C, T, venid un momento. – Grita “él”.

C es la chica morena y bajita con la que he venido esta mañana, y T es otra de las figurantes especiales con la que no he tenido mucho contacto aun. Es una chica alta, muy delgada de cuerpo y cara, y teñida de un pelirrojo con un toque marrón.

- Mirad, ahora os ponéis aquí las tres. Y cuando digamos “acción” tenéis que imaginaros que un profesor, que además os encanta, pasa cerca de vosotras. Mirad a la cámara como si fuera el profesor, con gestos seductores. – Dice intentando imitar gestos de seducción con la cara y la mano, sin lograrlo exactamente. Las tres nos miramos sin contener la risa y “él” incluye la suya, formando así un bonito coro de risas. Pero entonces, repito la frase en mi mente: “Mirad a la cámara como si fuera el profesor.” Eso significa que saldré sin maquillar, es decir, con un aspecto espantoso.

-         Pero a mi no me han maquillado. – Digo con un tono de alarma.

-         Lo siento…- Se disculpa con sinceridad. – Además, estas muy bien así. –Dice intentando esconder el error que sabe que esta cometiendo, ya que yo me enfadare, o al menos me disgustare.

-         Te matare! Como me haces salir con esta cara? – Digo riéndome, pero interiormente no me hace ninguna gracia salir con ojeras.

“Él” pone cara de aludido ante mi comentario y simula un pequeño desmayo poniéndose la mano en la frente e incorporándose levemente hacia atrás. Realmente, ese chico sabe como hacerme reír y quitarme el enfado. Así que mi única respuesta ante esa actuación es una gran carcajada y posicionar bien mi cuerpo como el me había marcado segundos antes.

Las horas han pasado volando, y sin que nos demos cuenta ya son las 14:30h: La hora de comer. Durante estas horas, han habido algún cumplido entre nosotros dos, más por su parte que por la mía. Pero sobre todo yo he hecho lo imposible por meterme con él, cariñosamente. Se puede decir que le tiro los tejos, aunque él me corresponde del mismo modo, o aún mas marcado. 

Todo el mundo deja lo que está haciendo y recoge un poco el material o lo prepara para las escenas que grabaremos después de comer. Hay bastante movimiento pero nosotras, las figurantes, decidimos irnos a la carpa. Cuando intentamos salir de esa “manada” de gente en movimiento, le veo distraído caminar hacia el lugar donde me encuentro e intuyo que en pocos segundos me voy a cruzar con “él”: es el momento perfecto para recordarle mi venganza por haberme grabado sin maquillaje, que por cierto, aun sigo sin maquillar. Pero, como se llama? Es increíble que no sepa su nombre. Lo he escuchado alguna vez, pero no consigo recordarlo.

-         Emmm,… - Le digo al cruzarnos como intento de llamar su atención.

-         ¡¿No sabes mi nombre?! – Dice repitiendo teatralmente la cara de asombro.

-         Lo siento, no me lo has dicho. – Le digo en un tono pícaro con una pequeña risa final.

-         Seguro que te sabes el nombre del cámara... – Me dice fingiendo indignación.

El cámara, sin duda, es el chico más atractivo de todos los que hay hoy aquí: moreno, alto, y de ojos azules.

-         Pues no. – Respondo con una gran carcajada.

-         Se llama A.

-         Mmmm, me gusta el nombre. – Digo repitiendo la carcajada anterior.

-         Vale, vale… - Dice con desilusión exagerada y teatral.

Intercambio de sonrisas y risas.

-         Yo Y. – Indica cambiando la expresión de alegría a otra mas serena, sin dejar de sonreír, y clavándome su intensa mirada. Aunque esta vez, hago el esfuerzo por no sentirme cautivada por ella.  

-         Bueno, no esta mal... – Y riéndome con picardía, vuelvo junto a mis compañeras, las figurantes, y caminamos con estilo y gracia hacia la carpa.

Si, definitivamente este chico es mono y tiene un toque de dulzura aunque la quiera esconder. Pero es demasiado mayor para mí, así que me centrare en el rodaje que es lo que realmente me importa. Además, el ha venido a trabajar y es imposible que tenga posibilidades con un chico que probablemente sea una década mayor que yo.

Es increíble lo equivocada y ciega que estaba.

El café se enfría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora