Y aquí estoy, en un bar-restaurante cerca de casa, celebrando el decimoprimero cumpleaños de mi primo con familiares y algunos amigos; de la familia, no míos. Aunque el cansancio pueda conmigo, no puedo evitar pensar y analizar con todo detalle lo largo e intenso que esta siendo este día. Lo que menos me apetece ahora es quedarme sentada en una silla de plástico observando a mi madre y mis tíos recordar tiempos pasados, con una cerveza en la mano. Si por lo menos la batería de mi móvil estuviera de mi parte, podría encenderlo y gastar la ultima rallita de bateria entreteniéndome con el un rato… En lugar de eso, me paso los minutos y segundos preguntándome por que no le pedí su numero. ¿Por qué no le pregunte por su apellido para luego agregarlo al Facebook? Es cierto que es mucho mas romántico dejar todo en la incógnita y que nuestra “historia” se resuma en un magnifico día de rodaje. Si, es un final muy bonito, para la primera de las cuatro películas que forman la nueva saga de amor juvenil. Pero cuando se trata de la vida real, del presente en el que vivimos, lo cierto es que un final de película es lo mas aburrido que uno pueda desear. En este caso, creo que el final mas emocionante será jugar al tetris, si mi batería esta de acuerdo.
Por lo visto no es así. Mi móvil ni siquiera se digna a encenderse, así que tendré que armarme de valor y pedirle el móvil a alguno de los adultos aquí presentes para conectarme al enfermizo Facebook. Por suerte mi tío nunca ha tenido problema en prestarme su móvil, lo que también es una ventaja por el móvil ya reconoce mi correo al entrar en mi cuenta de Facebook.
Error. El tiempo sigue pasando igual de lento que hace 10 minutos. El echo de repetirme lo estúpida que soy por no darle mi numero no ayuda mucho, la verdad. Si al menos supiera su apellido… Entonces me doy cuenta de lo idiota que he sido. En el mail donde nos informaron del la hora y el lugar del rodaje, también nos dijeron quien era el director, y estoy segura que Y es amigo suyo. Solo tengo que buscar al director en Facebook y en sus amigos aparecerá el.
¡Bingo! Aquí estas. A veces me sorprende lo inteligente que puedo llegar a ser en según que circunstancias. Ahora solo hay que enviarle una solicitud de amistad, y el decidirá si la historia continua o se queda en un final “de película”. Si soy realista, debería esperar que rechacé mi solicitud, no solamente por que sea 9 años mayor que yo, sino porque no tenga ningún interés en mi… Lo que pasa es que yo soy soñadora, no realista. Y como si el destino me hubiera escuchado, Facebook me informa que mi solicitud ha sido aceptada, seguida de un mensaje privado que ponía:
“Te he enviado un watsapp.”
La alegría y la confusión de apoderan bruscamente de mi provocando que aparezca una sonrisa estúpida en mi rostro. ¿Me ha aceptado? ¿Quiere entablar conversación? ¿Un watsapp? ¡¿Tiene mi número?! Esta última pregunta es la que me hace dudar y preguntarme varias cosas. Y ahora, ¿qué le respondo?
“No tengo batería… ¿Como es que tienes mi numero?”
Creo que mi respuesta ha sido correcta, deja claro lo que quiero saber, sin rodeos, directa al grano.
“Te lo he explicado en el mensaje”
Yo que creía que mi pregunta había sido clara. Si no tengo batería, es lógico que no puedo leer el mensaje. Aun así tengo que responderle algo:
“Vale, guay!”
Tal vez no me lo quiera explicar ahora y espere que me entere por el mensaje.
“No tendría que haberlo hecho. Lo he cogido de la lista de figurantes. Soy una mala persona.”
Si fuera realista dejaría la conversación y entendería que esto no puede llevar a nada bueno. Pero repito que no lo soy.
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El café se enfría.
Romance¿Cuantas veces has soñado con tener una vida de película? ¿Cuantas veces has repetido la mítica frase: "Eso solo pasa en las películas."? ¿Y si no solo pasara en las películas? ¿Y si la realidad superara al séptimo arte, rompiendo las barreras de...