La leyenda de los 7 mares 《KOOKMIN》

CAPÍTULO 3

A lo lejos se escuchaban gritos y aplausos de alegría que recibían a Namjoon y logrando que este se sienta orgulloso y con un sentimiento de grandeza ya que por fin había hecho algo que siempre deseo y eso es traer a su cuidad el maravilloso libro de La Paz, las cosas no podían estar mejor, ahora el sería el orgullo de su cuidad y también de su padre quien era el gobernante del lugar.

Cuando por fin llegó a tierra donde muchas personas estaban esperando por su regreso fue recibido con gritos y algarabía por parte de los ciudadanos quienes no ocultaban sus emociones y sin esperar mucho se acercaron al príncipe para poder darle las gracias junto a su tripulación por el gran sacrificio que hicieron para poder traer de vuelta el libro.

Luego de esa gran recibida Namjoon se dirigió junto con su tripulación hacia el palacio donde su padre lo esperaba junto con los otros señores del magistrado, al llegar frente a las personas con mayor poder en la cuidad lo primero que hizo fue hacer una reverencia por respeto junto con sus soldados, el salón en donde estaban era un lugar grande y lujoso. Al frente de el se encontraba el sillón donde se sentaba el rey, su padre y al costado de este se encontraban doce hombres mayores, seis a cada lado del rey, sus vestimentas eran elegantes con unas túnicas hechas de la tela más fina de la cuidad, sus posiciones en el palacio eran los más altos sin contar el del rey claro esta. Los señores del magistrado se encargaban de tomar decisiones en el tema de la justicia en el reino ya que cada uno era un representante de cada cuidad de Siracusa.

— Muy buenos días Rey Kim y señores del magistrado — saludo con respeto — el día de hoy vengo a traerles a ustedes el tesoro más deseado y valiosos que el mundo pudo tener. El libro de la paz —dijo para hacerse a un lado y que los soldados junto con los guardias trajeran el pedestal donde se encontraban el libro — lo traigo con mucho orgullo para entregárselo a ustedes como muestra de mi lealtad hacia mi cuidad y reino — termino de decir con una reverencia y poniendo el libro frente a él consejo de magistrados y el rey.

— Mi querido hijo — hablo el rey levantándose de su asiento para poder dirigirse donde se encontraba su hijo y pararse frente a él — el pueblo entero y los magistrados estamos agradecidos contigo, tu gran valor y esfuerzo será recompensando con una banquete por el honor que nos has otorgado — dijo mientras posaba si mano en el hombro de Namjoon — el libro será colocado en donde corresponde frente a todos lo invitados del banquete — ordeno para luego darle una sonrisa a su hijo.

— Gracias padre — respondió Namjoon

— no debes agradecer nada hijo mío, el pueblo está en deuda contigo y tus valientes soldados — dijo por último

Después de una cuantas palabras por parte del magistrado, todos fueron invitados a pasar para la sala donde se festejará el logro del príncipe. El lugar estaba totalmente decorado y en el centro estaban una gran mesa donde se podía encontrar cualquier variedad de platillos, la música clásica tocada por los mejores músicos del reino. Los invitados llegaban para la ceremonia y entre ellos un gran amigo del rey.

El Señor Park Eun Seok, quien era el gobernante de las tierras de Mesina que se encontraban al norte de Siracusa, junto a el estaban sus guardias quienes protegían y veían por la seguridad de este y de su hijo, el príncipe quien era hijo único por lo que siempre estaba rodeados por guardias, el rey Park era muy cuidadosos en la protección de su hijo y como no cuidarlo si su hijo era lo único que le quedaba en esta vida. Su esposa lamentablemente había fallecido años atrás dejándolo solo con un niño quien era una copia exacta de ella. El príncipe tenía una belleza única que destacaba entre las personas, además de su personalidad sumisa y respetuosa que demostraba ante los demás.

— Park Eun Seok, es un placer recibirlo en mi reino — dijo el rey Kim dando un gran abrazo a su amigo de la infancia

— El placer es todo mío, Soo Hyun — respondió mientras correspondía al abrazo de su gran amigo