"El niño... él es..." / Desaparición. Parte 2

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Arboles negros.
Arboles deshojados.
El otoño es frío por las mañanas y gelido por las noches.

El sol se esconde de la mirada de la luna, da paso al astro plateado, poco a poco pintando sobre el cielo azul unos trazos naranjas y rosados.

-Anochece...- hizo notar Kanao, que era la primera que se había percatado de que las nubes empezaban a tomar unos tonos amarillentos y que el cielo oscurecía -La persecución se a alargado bastante.

-Como se desplaza el cabrón ese... pero no le hemos perdido el rastro- dijo Zenitsu que se paraba para tomar el aliento.

-Su rastro es todavía muy vivo porque lo hemos seguido sin descanso- Tanjiro también se paró -Sin embargo, tenemos que parar unos minutos... yo me ocuparé de rastrear su olor.

-Creo que habría sido mejor idea salvar al crio y punto... y no esperar- opinó Zenitsu.

-La decisión ya está tomada Zenitsu, mataremos dos pajaros de un tiro si nos lleva hasta su madriguera- replicó Tanjiro -Salvamos al crio y destruimos el... lugar de origen de estas cosas.

-¿Que le importa a una ciudad, una madriguera que esta a casi un día corriendo de distancia?

-Pues de momento, saber que dentro de un día no vendrán a destruirla diría que es un pensamiento bastante tranquilizador- Contestó Kanao.

Zenitsu calló, la verdad es que todavía quería decir que aparte de esta podría haber otras muchas pero sabía que era tiempo perdido.

Tanjiro notó unos golpes dentro de la caja a su espalda.
Se sentó y paso los brazos por las cintas negras de la caja.
Después se oyó un click y Nezuko salió de la caja.

La chica alargó los brazos que crujieron con fuerza.
Y después se sentó al lado de su hermano.

-Buenas noches Nezuko- dijo el pasandole un brazo por el hombro y juntando las cabezas como saludo.

Zenitsu y Kanao se sentaron uno al lado de Nezuko, la otra al lado de Tanjiro.
Y allí se quedaron unos momentos.
Observando el atardecer que conducía inexorablemente a la oscuridad de la noche.

Donde seguramente tendrían que enfrentar otro epligro más.
Aunque menos necesitado de su atención.
Pues los demonios ya no eran rivales peligrosos, sino más bien, obstáculos que traspasar.

.

Tanjiro abrió los ojos lentamente.
No veía absolutamente nada, el negro, la oscuridad de la noche cancelaba su recien despierta visión casi por completo.

Lo primero que pensó fue que se habían dormido y habían perdido completamente el rastro de los insectos y el niño.

Entonces vio a Nezuko.
Golpeando el suelo con el puño.
Una pequeña sacudida del suelo hizo que todos sus sentidos de alerta estallaran en un desconcertante despertar.

-"¡Levantate!"- se dijo asi mismo irguiendose de un salto.
Desenvainó la katana justo a tiempo para cortar el brazo de un demonio.

Su vista se fue enfocando y los oscuros troncos mezclados en la penumbra de la noches se delinearon como columnas color azabache.
La luna daba con poca fuerza, apenas iluminaba lo suficiente para que Tanjiro pudiera verse la propia mano y el filo de sus espada.

Si no hay luz, habrá que traerla.

Un demonio se le lanzó justo por arriba.
Tanjiro interpuso el filo de su espada entre su cabeza y las garras del demonio.
Lo levantó hacia arriba con un fuerte empuje y antes de el demonio cayera al suelo giro sobre si mismo y lo golpeó con una patada alejandolo unos metros.

Kimetsu no Yaiba: El filo del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora