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Estulto silencio que viste en suspiros los ojos cansinos que ven lo perpetuo.
Estulto silencio que acoges en calma la efímera marca que brota insaciable, que brota reinante de lánguido porte y de hambre implacable.
Itero en tus tramas, me alejo del triunfo, el silencio resisto y me entrego al deseo. Su mixta alcaldía me absorbe en completo se apropia en un grito e invade mis sueños.
Rechazo la calma, rechazo conciencias, es tuyo mi reino y mi cuerpo rendido se hace materia, se entrega en licencia. Al mando absoluto tu mano se eleva, tu mente es mi entrega, tu cuerpo el castigo.
Un beso concluye, un beso es el cierre que evade las armas de diáfano negro que impulsa certero el orbe infinito. Un beso que inicia el llamado perfecto, que sella y repele, que quema y que siente el pérfido paso de prisa cansina.
En andas me absorbe un estruendo sediento que en sombras seduce las letras del tiempo, compás atrayente, soneto olvidado en tus labios retorna y en ellos florece el signo deseado; palabras que queman, poder del destino, la inquieta fortuna que muerde tu boca deshace la forma, deshace tus ropas. La inquieta fortuna que muerde tu boca, se entrega en tus manos, detenta el silencio; se hunde en tu cuerpo y en gritos de carne se entrega al sosiego.
