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El frío se extingue, la bruma disipa.
Los ojos exhaustos se abren voraces y ansiosos destellan su pronto retiro; el ciclo culmina, el ciclo reinicia. La vista se asoma ansiosa y furtiva buscando el indicio del nuevo destino, la vista se asoma en estéril pesquisa; ingenuo el sentido que evoca las formas, agota contornos y preso del vicio de lo conocido depone sus armas, se rinde al camino.
En franco extravío los ojos se quejan, comprenden la esencia y altivos se cierran; más no hay consecuencia, no es su lenguaje; los viejos saberes se escriben sin tintas, los viejos saberes que evaden materia se inclinan al juego y jugando le anuncian la nueva estadía; el débil aroma presenta la vida, decora las copas y crea el camino.
El cálido influjo del nuevo destino, extingue así el frío y la bruma disipa. Los ojos se abren creando la vida y el ciclo culmina, y el ciclo reinicia.
